Entre una maraña de mantas y oscuridad me encuentro, estoy entre lo que sé y lo quiero, estoy pérdida en el laberinto de mi mente, y no sé cómo salir de aquí. Mi cuerpo es mi propia cárcel y mi alma el vivo recuerdo de mi yo pasado, la vida está doliendo. Me duele la risa y las bromas, el ser, el ego, la autoestima, me duele el aire, cada hueso y cada músculo. No me quiero mover de aquí, ya no quiero seguir corriendo, porque no estoy bien, llevo meses enteros sin estar bien. He adaptado hábitos extraños, como dormir con una almohada en la cara y salir a trotar a lugares lejanos mientras lloro de manera desgarradora, he escrito cartas donde digo que me voy de casa o que estoy muerta, suelo pensar mi muerte de distintas formas y en distintos escenarios, atropellada, ahogada, cada una de ellas un poco más escalofriante que la anterior. Sigo buscando que es lo que está mal en mí y he llegado a la conclusión de que la locura, la ansiedad y la tristeza hacen un muy buen equipo, y me he visto involucrada en sus prácticas, soy un títere, sin voz ni voto, a devoción y merced de este trío.