Segundos

1.3K 78 5
                                    

Todo cambia, nada se mantiene, el tiempo es tan relativo y tan voluble que algo puede cambiar en sólo un segundo. Para Juliana, ese preciso día, el tiempo ha sido inexistente, tal parece que la angustia hace que la línea dibujada por esa dimensión física –en la existencia de todos los mortales– desaparezca.

5 segundos, sólo eso fue lo que le costó externar la idea de querer huir, porqué eso es justo lo que busca al querer irse de México... al considerar irse a un país que ni siquiera conoce; por mucho que quiera autoconvencerse que lo hace por Lupe y porque jamás estarán a salvo en México, sabe que la razón más sincera es: el miedo, el miedo que la paraliza, el miedo que la hace andar dando tumbos por aquí y por allá por toda la casa con la tristeza que carga desde que decidió decirle a Valentina que no quería seguir con lo único que la hacía feliz, el miedo a no ser capaz de hacer feliz a Valentina, el miedo a que nadie entienda que lo que ellas sienten es lo más puro y sincero que jamás ha sentido en su existencia, el miedo a decepcionar a la única persona que ha estado para ella... a su única familia... a su mamá. El miedo es un monstruo que cuando lo dejas colarse en tus mantas se va inflando cual sapo y al final te saca de tu propia cama. Y el miedo es lo que le ha arrastrado a decidir que lo mejor es irse de México sin mirar atrás, porque así no tendrá que lidiar con sus sentimientos, no tendrá la posibilidad de correr a los brazos de la única persona con la que se siente segura, porqué si está en otro país quizá Valentina la olvidé y su vida vuelva a la normalidad; y es que, la única cosa que la hace sentirse tan miserable es el puntual hecho de que no es capaz de hacer feliz a Valentina, la decisión de estar juntas solo le ha traído un montón de problemas y no quiere seguir siendo la razón del sufrimiento de la niña de sus ojos. Y por eso, sin pensarlo realmente, decide decirlo y que sea lo que Dios quiera: —Me quiero ir lo más pronto posible—.

10 segundos es lo que tarda en que su excitación ante la posibilidad de que Lupe acepte y se vayan a Costa Rica, se desvanezca y la tristeza vuelva a invadirla. Diez segundos es lo que le toma a su mente volver a bombardearla con los recuerdos de esos momentos compartidos con Valentina: esa mirada verde que siempre encuentra la manera de llenarla con tantos sentimientos y pasión; esos bailes que compartieron y que nunca creyó fueran el inicio de la mejor historia de su vida; esas manos que siempre la buscan como si su piel fuera un imán y le fuera imposible mantenerse alejada de ella; esa voz tan dulce que siempre tiene palabras para hacerla sentir bien; esos labios que le presentaron el cielo y el infierno, el cielo tan dulce y despejado al darle besos: besos cariñosos, besos tímidos, besos apasionados, y el infierno una vez que supo que se sentía derretirse en ellos y también tuvo que aceptar que debía aprender a no tenerlos siempre con ella. Diez segundos es lo que le toma a su determinación fundirse ante el deseo, ante la necesidad básica de hablar con Valentina... de al menos oír su voz para saber que esa niña de ojos olivo existe, que no es un producto de su imaginación, que a pesar de ser una estúpida al dejarse llevar por el miedo Valentina sigue allí. Y luego diez segundos es lo que necesita para no pensar nada y salir corriendo de casa en busca de la mujer que ama, sí, ha dicho que la ama y es que hace mucho se lo aceptó así misma y no puede quedarse simplemente en casa de brazos cruzados cuando la vida de la mujer que ama está en peligro.

De camino a la casa de los Carbajal, Juliana sólo puede oír un zumbido en sus oídos, el mundo le parece que va muy lento en comparación a la velocidad que emplea para llegar cuanto antes al encuentro de Valentina. Cuando divisa la calle de la mansión, por primera vez desde que salió de casa escucha a su voz interior: ¿Y si Eva está allí? ¡Que le den a Eva!, en ese momento lo único que le importa es que Valentina esté bien, ya después lidiara con la odiosa hermana de su... ¿ex novia? Esa palabra definitivamente no le gusta para nada, pero por ahora no puede concentrarse en cosas tan banales; lo que importa es llegar y comprobar que Valentina está bien. Sus pensamientos la han tenido tan concentrada que es hasta que llega casi a las puertas de la mansión que nota las cuatro unidades de policías que se encuentran preparándose para atacar, y justo entonces un sonido sordo llena el ambiente y lo único que puede pensar es en ponerse a salvo, por suerte a unos metros refugiado tras una camioneta puede divisar al cuñado de Valentina y lo único que hace es tirarse a su lado. Y mientras está allí, lo único en lo que puede pensar es en Valentina, la última vez que la vio la hirió, ni siquiera le dijo que la quería, Valentina solo obtuvo esa respuesta tan egoísta sobre no querer arriesgarse por ella, no puede ser esa la última vez que se hayan visto.

30 segundos, medio minuto, es lo que le toma a su alma desvanecerse de tu cuerpo y después regresar. Cuando vio a su padre, sentado en aquella ambulancia sólo pudo temer lo peor... su padre jamás es el augurio de nada bueno y con que una vez más por su causa alguien que ama haya salido lastimada, Juliana se jura que le hará pagarlo con creces. Pero, enseguida sus pensamientos son cortados cuando ve a aquellos hombres salir de la casa con esa bolsa que tampoco augura nada bueno, no puede creerlo, Valentina, su Valentina no puede ir allí... por su cabeza se repiten en ráfaga todos esos momentos: la primera vez que la vio, en aquella calle cuando Lucho sólo la ignoraba y ella en lo único que pudo pensar fue lo hermosa que era ¿cómo era posible que no se hubiera dado cuenta de que incluso desde entonces Valeria le atraía y mucho?; aquel baile en el parque, como sus manos se amoldaban perfecto a la cintura de esa chica, como a pesar de que nunca había sido lo suficientemente valiente para hacer el ridículo en público un simple puchero la había convencido de bailar allí sin importar quien las viera; aquella primera vez que despertó a su lado y sólo pudo pensar que incluso dormida era la niña más linda del Universo, y de pronto a su cabeza vino una imagen de ella despertando todas las mañanas con esa imagen, esa había sido la razón de su huida de la mansión, se había aterrorizado; aquel beso en la alberca, el beso más perfecto de su vida, las mariposas que sintió y como todo se detuvo a su alrededor porque lo único que importaba era el tacto dulce y tan gentil de Valentina; aquella primera vez, cuando se había entregado a las manos de Valentina que la habían tocado tan delicadamente provocándole aquel sentimiento de ser especial, como la mirada de Valentina oscura de pasión la miraba como si fuera la perla más valiosa en el Mundo, como de vez en cuando susurraba ¿estás bien?; las sonrisas, que siempre parecían ser diferentes cuando iban dirigidas a ella, esos gestos que le iluminaban la vida, por esas sonrisas ella era capaz de todo... incluso renunciar a su propia felicidad, esa había sido en primer lugar la razón de haber sido tan cruel con su morrita; las caricias furtivas, las manos enlazadas, las palabras de apoyo; ella había sido tan cruel, Valentina no podía estar en esa bolsa, porque eso implicaba que Juliana ya no podría verse reflejada en ese verde olivo que tanto amaba, eso implicaba que ella ya no podría decirle cuanto sentía haber sido tan estúpida, ella no podría decirle que la amaba y que daría su vida por ella. El mundo de Juliana se vino abajo.

"—Abran paso al cadáver que acaba de salir, es de Servando Armenta el jefe del cartel. Las mujeres de la familia Carbajal están bien, sólo hay heridos de parte del cártel y uno del personal de la casa—". Juliana casi pudo oír como el peso de su alma caía sobre su cuerpo de nuevo, ¡Valentina estaba bien!, y sólo tuvo que decirse eso para que en menos de 3 segundos decidiera que esa había sido la experiencia que necesitaba para darse cuenta de que no estaba dispuesta a perderla, menos de 3 segundos le tomo decidir qué: Eva, los compañeros de la Universidad, incluso el que diría su mamá... todo eso, por ella, podía irse al mismo infierno; no estaba dispuesta a perder a Valentina, si ella estaba dispuesta a todo por ella ¿por qué ella no?, arriesgaría todo lo que tenía y lo que no también. No iba a volver a vivir eso, no quería volver a sentir esa incertidumbre de no tenerla en su vida. La próxima vez que la viera, se lo diría... le diría cuanto la quería y le diría lo estúpida que había sido al decirle que no quería seguir con ella, le pediría perdón y después la besaría hasta el cansancio.

Todo cambia, nada se mantiene, el tiempo es tan relativo y tan voluble que algo puede cambiar en sólo un segundo. En un segundo piensas que puedes vivir tu vida sin esa persona, al otro te das cuenta que eres muy ilusa al creer que no la necesitas en tu vida. Y eso, Juliana lo había vivido esa tarde. 

Segundos (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora