Alessandro pagó y salió tras tomarse un respiro, no esperaba que la conversación tomara ese curso y que Corey se molestara de tal manera, pero resultaba demasiado interesante su reacción, definitivamente no perdería de vista a ese chico.
Cuando salió vio al muchacho platicando con el joven que recibía los vehículos, quien al verle se disculpó y fue a buscar su auto, entonces Corey le miró incómodo.
—Veo que eres bastante sociable, ya lo imaginaba, no es usual que un chico entre en confianza con desconocidos de la manera en que sucedió conmigo, a menos que esa sea tu personalidad. —comentó Alessandro acercándose a él. — ¿Por qué sigues aquí? Pensé que te marcharías después de salir de esa manera.
—Mi mochila está en tu auto, no puedo irme, la necesito. —farfulló Corey cruzándose de brazos y girando hacia la entrada de coches.
—Olvida lo que pregunté, fue una tontería que surgió en el momento, no es para que te lo tomes tan personal. —Alessandro posó una mano en el hombro del menor, procurando mantener una distancia apropiada para no incomodarlo más de la cuenta, pero sí deseaba hacerle dudar más sobre aquel tema, resultaba muy conveniente para sus fines personales aún si debía hacer a un lado sus propias preferencias. —Permite que te lleve a tu casa, prometo no volver a preguntar cosas tan personales.
—Está bien. —murmuró el menor, que en realidad no podía molestarse por algo así.
Si bien, esa era la primera vez que alguien le preguntaba si era gay de forma directa, más de una vez había notado que algunas personas lo interpretaban, aún si no le decían nada al respecto, verle siempre acompañado de alguno de sus amigos solía provocar que incluso sus vecinos sacaran sus propias conclusiones, tenía amigas, pero no era común salir con ellas si no era en grupo, mientras que los chicos, sobre todo Javier y otros igual de cercanos, iban a su casa o le invitaban a las suyas para pasar el rato.
Mientras más lo pensaba, comprendía por qué Alessandro podría haber sentido curiosidad al respecto y ya no le parecía tan ofensivo, tal vez era momento de responderse a sí mismo algo que muchas veces evitó, incluso para él era inquietante el hecho de no haber tenido una sola novia, quizá si lo intentaba olvidaría esa inseguridad que surgió ante la duda de su orientación.
Cuando volvió el otro chico con el auto, Corey se despidió de él. No era como Alessandro imaginaba, de regreso a casa le contó que el joven era un conocido de la secundaria, que no lo había visto en mucho tiempo y el otro fue quien le reconoció, el tema que surgió durante la comida no volvió a salir de nuevo, así que el menor bajó la guardia y de momento olvidó aquel asunto.
De camino, Alessandro se detuvo frente a una pastelería por la misma zona en la que se encontraba el restaurant, volvió con un elegante pastel de cumpleaños, acompañado de una linda tarjeta de felicitaciones con letras hermosas y detalles dorados. Corey solo pudo agradecerle, no se atrevió a rechazar el obsequio, le atrajo tanto la presentación que realmente deseaba probarlo.
Llegando a casa se despidieron rápidamente y Corey salió del auto agradeciéndole también por la comida y el transporte, entonces entró y casi tira el pastel al ver a su madre sentada en el comedor, no esperaba encontrarla despierta.
— ¿Qué hacías con ese hombre? —cuestionó con esa seriedad propia de un regaño avecinándose.
—Me..., me trajo a la casa.
—Sales a la una, son las tres.
—También me invitó a comer. —Corey dejó la caja con el pastel sobre la mesa, estaba medio abierta y su madre la observó de inmediato, levantándose para ver el contenido. — ¿Por qué estás molesta? Fuiste tú quien que le pidió la otra vez que me llevara al hospital.
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Después de ti.
RomanceCorey no sabe mucho de sí mismo, de su origen, vive creyendo en todo lo que ve, nunca se ha detenido a ver más allá, a cuestionar aquello que no comprende, su ingenuidad ante el mundo real será como una puerta abierta para cualquiera que decida entr...