Al subir a la camioneta Dean me pasa un antifaz y hace señas para que me lo ponga.
—Estás loco, ni creas que me lo pondré.
—Debes hacerlo, es una sorpresa.
Lo analizo un momento, ¿por qué querría darme una "sorpresa"?, al cabo de unos segundos accedo y lo pongo en mis ojos.
—Trata de dormir un poco, Mari, nos espera un laaargo viaje.
Dios míos, ¿a dónde me llevará este chico?, aunque, le tomaré la palabra, intentaré dormir, he despertado demasiado temprano.
Pasados quizá diez o quince minutos, escucho que empieza un camino deja de ser pavimento y comienza a ser rústico, haciendo que la camioneta caiga dentro de varios baches. Me intento quitar el antifaz pero Dean me detiene.
—Tranquila, casi llegamos. —me dijo.
—Pensé que sería largo.—le respondo, y ríe.
—Vaya que dormiste, hemos estado viajando una hora y treinta minutos.
Quedo sorprendida, ¿cómo pude dormir tanto?
—Te juro que pensé llevabamos muy poco tiempo.
—No, tonta, es más, faltan cinco minutos para que lleguemos.
Conecta el estéreo de la camioneta a su celular y reproduce una canción, Héroes de David Bowie, es una canción tan linda.
Comienza a fastidiarme el hecho de no poder ver y cuando empezaba a abrir la boca para quejarme, Dean detiene la camioneta.
—Llegamos, no te quites nada.
Siento como baja, cierra la puerta, rodea la camioneta y abre la mía.
—Baja, con cuidado.—dice mientras me toma el brazo, yo bajo un pie, luego el otro.
—¿Ya puedo ver? —le pregunto.
—Bueno... Quítatelo.
Me quito el antifaz de inmediato. No puedo creer lo que veo, estamos en medio de la nada, en un claro dentro del bosque. Doy la vuelta, una cabaña. ¿Dean ha rentado una cabaña?
—Es lindo lugar, ¿en cuánto lo has rentado?
—Es mío.—me contesta, tallandose la barbilla.
—¿Qué?—me exalto un poco—, esto es imposible, no puede ser tuyo.
—¿Disculpa?, oh, lo siento, olvidé que nadie puede tener más cosas que tú.
—¿Qué dices?
—Vaya, mujer, nada. Vamos, entra.—indica mientras comienza a sacar una cajetilla de cigarrillos.
—No voy a entrar a este lugar si fumas.
—Mala suerte.—dice mientras ya prendió uno.
—La puta madre, Dean, ¿por qué no puedes dejarlo?
—No es tu maldito asunto.¿Vas a entrar o prefieres quedarte fuera? Parece que va a llover.
—No entraré si tienes eso prendido.
Me mira dudoso. Lo estoy desafiando.
—Si fueras otra persona, te dejo fuera sin problemas —lo miro furiosa—, mierda, ¿vas a entrar o no? Yo me quedo fuera mientras lo acabo.
Le tomo la palabra, entro, me quedo boquiabierta, es lindísima, rústica, elegante, me pregunto cómo rayos logró pagar esto.
Explorando más a fondo el lugar, veo que hay tres habitaciones, todas con cama y lo necesario para poder vivir aquí.
Escucho que unas pisadas enormes entran al lugar.
—Ya lo he acabado.
—No puedo entender por qué lo haces.
—¿Qué te parece el lugar?—Trata de desviarme el tema.
—Contesta. Tú sabes lo que le sucedió a mi madre.—pone los ojos en blanco.
—Lo sé, Mari, estuve contigo cada momento, pero entiende, me gusta fumar, listo, no es nada de otro mundo.
—Te vas a ir a otro mundo si no lo dejas ya; estás a tiempo.
Hace caso omiso a lo que dije, va por su maleta a la camioneta, mientras yo espero en un sofá que hay frente a una chimenea, éste chico piensa en todo.
—No traje nada de ropa, ¿qué se supone que voy a usar?
—Tranquila, te presto una camisa.
Eso me tranquiliza un poco, pensé que solo iríamos a comer, aunque bueno, es un lindo lugar.
—¿Cómo has conseguido el lugar? —trato de iniciar una conversación tranquila.
—He estado trabajando, y ahorro el dinero. —me miente.
—Es muy lindo, ¿vivirás aquí? —finjo creerle.
—No, será solo cuando necesite un momento a solas.
Pasaron las horas, entre risas, anécdotas, juegos, chistes, se nos olvidó que estamos en medio de la nada, el pueblo más cercano me dice Dean que está a veinte minutos, pero debemos cenar así que ahí vamos, una travesía.
—Hace varias semanas no salíamos a ningún lugar.—Rompo el silencio.
—Sí... Lo siento por eso, no había tenido mucho tiempo.
Toma mi mano y le da un beso. Es tan adorable, hemos sido amigos desde hace 10 años, nunca me ha dejado sola. La manera en la que nos conocimos fue épica.
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Apaga tu cigarrillo
Storie d'amoreLa madre de Marion falleció cuando ella tenía 14 años de edad, a causa de un cáncer de pulmón, provocado por el tabaco y desde entonces ella se prometió nunca fumar uno en su vida. Ahora ella trata que su mejor amigo, Dean, deje de fumar, ya que...