Cap. 29

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Trunks y Rouse caminaban tomados de la mano, disfrutando del sol que recién salía de la lluvia, saltando unos pequeños charcos de agua, con un paraguas lo suficientemente grande para cubrirlos de algunas gotas que seguían cayendo de los árboles por los cuales atravesaban.
No se decían nada, solo paseaban con calidez por todo el entorno, la lluvia no era un impedimento para cancelar su encuentro.

—Lo soñé tantas veces hasta que se hiciera realidad—comenzó a reírse, con cierta pena viendola de reojo. —¿Te parece si venimos mañana también?

—Por mi que fuera todos los días, pero también tengo pendientes así como tú, que eres un artista—Rouse le miro. La sinceridad y paciencia les sacaron una sonrisa, él se volvió a tomar el permiso de darle un abrazo cariñoso, mientras que la joven envolvía sus brazos en su cadera— Y así, ¿ya somos novios?

—Creo que es lo más creíble para ambos. —su emoción tan espontánea la expresó para estrecharla por completo y susurrarle cosas al oído..

Por fin uno de sus sueños lo veía resuelto; algo acomplejado por no ser el quien se lo dijera, pero así era y ahora podría tener tantas veces quisiera demostrar sus sentimientos a su mejor amiga y también pareja.

Al verse a los ojos, pensando sin idear, Trunks le besó como un niño que sostenía en las manos un regalo, el más anhelado regalo.

°°°

Yaniana se sentó en su auto, antes de conducir se dio unos minutos para estar ahí sin la compañía de nadie, tan solo encendiendolo minutos después para escuchar la radio, como los pequeños placeres de la vida pudo toparse con una de sus canciones, de un grupo tan grande como lo es soda stereo. Canto en su mente, sonrió de satisfacción. Y se dispuso a manejar rumbo a su casa.

Piccolo se encontraba realizando sus últimos detalles de trabajo antes de irse, sentía dolor en los pies, ser chef no es simplemente cocinar, implica empeño y compromiso, orden y limpieza, conocimiento general de la gastronomía y saber como dirigir a las personas que estaban bajo su supervisor.
La señora que era gerente del restaurante le quería como un hijo, había sido quien lo entrevisto y vio evolucionar como empleado hasta su puesto actual, más allá de todo también pudo ver como era en la cuestión de individuo y de su vida, le conocía de palabras y gestos, que supo de la relación prohibida entre él y un antiguo empleado del cual no se tuvieron curiosidades nuevas nunca más desde su abandono.

Comprendiendo que todos los días constantes eran laboriosos y cansados, y que descansar un rato sentado era bueno, se le acercó con una sonrisa en los labios.

—¿Qué sigue usted aquí? Ya se puede ir, ande.—bromeo un poco, topandose entre los caminos de cada quien.

—Si señora, nada más tengo que revisar que me cumplan con lo que les pedí a los chavos de la parrilla. —dijo, todos sus pendientes del día los había resolvido.

—No se preocupe, dígame que ha sido y yo me encargo, le diré al chef de la tarde que se haga cargo de su personal—dijo. No era lo correcto encargarle los dos turnos a Piccolo, pero sinceramente también era beneficiable ya que el otro compañero no tenia el mismo rigor y carisma para mandar.

Entre vueltas y vueltas terminando lo último y sentándose a comer en el salón, comió deliciosamente para luego irse a la salida del restaurante por el lado de los empleados.

Con su mandil doblado sobre su brazo fue hasta su auto, se subió a el. Alguien le esperaba al otro lado del estacionamiento, sobre su moto haciéndole una señal, volvió a bajar del auto.

—Vegeta.

Fue caminando, cruzando la calle hasta que lo tuvo enfrente.

—Pensé que no te alcanzaría.

Le vio una maleta a una esquina, eso significaba una cosa.

—Habías dicho que en unas semanas.

—Yo no soy quien pone problemas, a Bulma le ocurrió un accidente, y me ha marcado diciendo que esta en el hospital. —su rostro se mostró sombrío, estaba cabizbajo.

—¿No te ha vuelto a dar noticias? —a pesar de la distancia, sintió que también quería ir a verla para enterarse de su estado, le tenía aprecio. Una pena le atormento en ese instante.

—No, pero confío en que estará bien para cuando llegue, el viaje no me tomará más de un día estoy seguro. —respondió, había tibieza y seguridad en sus palabras, lo demostraba por una sonrisa que pocas veces le vio en el rostro. —Pero no me iba a ir sin despedirme de ti, idiota.

—Tú nunca cambiarías ni aún así con estas situaciones. —Piccolo vacilo en qué decir exactamente, los dos estaban en vía pública charlando por última vez.—¿Los volveré a ver juntos?

—Quizá nunca, eso espero—fue tanta su certeza que lo hizo dudar si eran verdad sus palabras. —Ja, no vivirias sin mi. Es posible que regrese junto con Bulma antes de que nazca el bebé, no quiero que sea de otra nacionalidad que no sea la mía.

—En ese caso, no llegare a sentir tu ausencia con el limitado tiempo que le queda a tu hijo por nacer—le extendió la mano para estrecharsela.

Los dos se arrimaron hacia sí mismos para despedirse con un abrazo.

—Ten suerte en tu viaje, amigo.

—Gracias, volveré para que seas el padrino, no lo olvides.

Piccolo se echo una carcajada por ese comentario, se separo de él. Vegeta solo le acompaño con la risa, montandose en la moto, antes de comenzar a manejar le hizo un amor y paz con la mano derecha, se terminó de poner el casco y arranco.
Lo vio irse, despidiéndose con la mano, regresaba en camino a su auto para ir a casa, admitió en voz alta que le echaría de menos, pero no dejaba de fuera la preocupación de que a Bulma le hubiera sucedido algo grave, quería que todo estuviera perfecto para ellos.

°°°

La tranquilidad se dice que es virtud de dioses.

Dos hermanos estaban en la misma celda, mirandose mutuamente.

El galán [AU-DB] #PacmanAwards2019 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora