Esta historia surgio una tarde de agosto en el que mi madre me olvido en mis clases de ballet, espero y les guste : D
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Fue una tarde de agosto del 2006, yo me disponía ir a mis clases de ballet como siempre, recuerdo bien que ese día mi madre se había ido de viaje y me había dejado con mi padre, como suele hacer el, llego un poco tarde por mí para ir a mis clases, siempre hacia lo mismo.
Recuerdo bien cuando entré al auto, mis fosas nasales percibieron un horroroso olor a alcohol, más bien a cerveza, mi padre, quien había llegado tarde, se había tardado en llegar por mí solo para consumir un poco de esa horrible y decepcionante adicción, sí, mi padre era un alcohólico; el no solía consumir alcohol a diario, no hasta que la dolorosa perdida de mi hermano pasó, desde ahí, el decidió demacrarse en esa horrenda adicción.
Ese día estaba completamente enojada, no sólo porque había llegado tarde, sino porque mi padre aprovechaba para tomar hasta más no poder cuando mi madre salía de viaje, estaba tan enojada que olvide mi botella con agua en el auto, al entrar podía presencia la bellísima melodía en la que damos las gracias para terminar la clase, eso quería decir que la otra clase acaba de terminar y estaba a punto de comenzar otra clase, me dispuse a ponerme mi par de zapatillas de punta para empezar a hacer el calentamiento, en eso la maestra nos saluda y nos dice que empezamos con la rutina de siempre. La verdad siempre he sido una persona tímida y llena de problemas, como todo el mundo, pero siempre he creído que las personas son estúpidas, o que no se necesita de nadie para salir adelante sola, pero, después de esto, mi punto de vista definitivamente cambió.
Como siempre, me puse a hacer la rutina de siempre y cuando menos pensé, voltee hacia atrás y mi vista se dirige hacia un chico, un chico cuyo cabello era negro azabache, al igual que sus ojos; sus ojos eran profundamente negros que, con sólo mirarlo, podrías perderte por un millón de años; extrañamente, el sintió mi mirada y optó por voltear hacia mí; nuestros ojos se cruzaron y en el momento sentí algo diferente, no sé realmente que era, pero me sentí bien, de cualquier modo sentí un ligero calor en mi cara, el solo me sonrió y opte por voltear hacia otro lado y comenzar con la rutina; sin embargo, no podía concentrarme porque, simplemente no dejaba de pensar en él, no tenía idea de quien era, como se llamaba o porque estaba aquí, simplemente el no salía de mi cabeza.
Al finalizar la clase, la maestra nos deseó una feliz noche y nos felicitó por haber hecho bien la rutina; me dirigí hacia mi maletín para quitarme las zapatillas y ponerme mis tenis para irme, casi por intuición, gire mi cabeza y busque con la mirada a aquel chico que no lograba salir de mis pensamientos, él tenía la vista clavada en el piso y, como si sintiera mi mirada, voltea inconscientemente en busca de algo hasta que nuestros ojos se vuelven a encontrar, él sonríe y siento de nuevo un rubor que corre por mis mejillas, él sonríe enseñando los dientes pareciendo como si esto le gustara, le gustaba verme haciendo el ridículo, me giré bruscamente volviendo a mi maletín y busque entre todas mis cosas mis tenis para irme, de pronto giro demasiado y un cuerpo se interpone entre mi camino.
"¿Estas muy ocupada para verme y después irte sin decirme tu nombre?"
Petrificada, así me sentía, me quede estática sin decir nada mientras el solo se limitaba a sonreír.
-Soy Samuel, ¿Y tú eres?
"Camille"
Esas solo fueron las palabras que lograron salir de mi boca, estaba muy apenada y tenía la vista en el piso, sentí una mano en mi barbilla mientras que poco a poco subía mi cabeza hasta encontrarse con esos bellos ojos negros.
"Oye, las niñas bonitas siempre sonríen"
El solo sonrió, en cambio yo estaba un poco anonadada, apenada y sonrojada, no tenía ni idea de cómo reaccionar a sí que sólo opte por mostrar una sonrisa apenada.
"Que hermosa sonrisa, me alegro de saber tu nombre, espero algún día y quedemos para conocernos mejor"
Me volvió a sonreír en busca de una respuesta, yo sólo asentí y le vi salir por la puerta, esta era la primera vez que me pasaba algo así, pareciera que esto sólo fuese un sueño pero, era tan real que esto en verdad asustaba.
Pasaron los días y seguía viendo a Samuel, empezábamos a tener más confianza y la verdad esté sentimiento que sentía por el crecía día con día, días después él se fue sin decir una palabra, la maestra nos comentó que él se había regresado a su ciudad para terminar de estudiar, sentí como si me atravesaran mil cuchillos en el corazón, no emití ninguna palabra y tuve que seguir con mi vida normal con o sin él.
4 años después seguía en aquella escuela de ballet, pero esta vez como una maestra diplomada, estaba segura de lo que quería hacer y de lo que quería lograr, sin embargo, esta sensación en mi pecho me carcomía cada vez más, trataba y trataba de sacarlo de la cabeza y no podía, apesar de todo este tiempo, jamás lo había olvidado, Samuel seguía siendo la razón por la cual mis noches de insomnio eran eternas, vivía con el miedo de nunca volverlo a ver, pero mi corazón se limitaba a perderlo, algo en mi decía que nunca era tarde para volver a verlo y, estaba en lo correcto.
Un día, me levanté en la mañana para comenzar con mi rutina diaria, me vestí y tan pronto como acabe, emprendí mi camino hacia la escuela de ballet, me dirigí a la puerta principal, iba cabizbaja buscado las llaves entre la gran mochila, curiosamente levanté mi mirada hacia la escuela y ahí donde todo cambio; lo mire recargado en la puerta que sostiene el gran edificio, llevaba unos pantalones negros y una camisa verde que hacían juego con sus converse verdes, lo miré por unos segundos más y pareció captar mi mirada, volteo casualmente conectando miradas y de nuevo volvía a sentir lo mismo que hace 4 años atrás, el volvió a sonreír y le correspondí con otra sonrisa, él se acercó a mí y pareciendo como si no nos hubiésemos visto hace un millón de años, el me dio un gran abrazo.
"Esperaba verte de nuevo, Cam"
"Y yo a ti, Sam"
Esas fueron las palabras que ambos queríamos escuchar, porque, aunque yo fuese una persona introvertida, en el fondo yo sentía amor, y ese amor era por Samuel.
"Siento por haberme ido, te prometo que nunca más va a pasare, fui un tonto por no decirte nada, espero me perdones"
Yo solo asentí, pude notar que estaba sonriendo, lo que más me gustaba de él era que jamás borraba su sonrisa, y yo tampoco lo haré; el tomo mi barbilla y levanto mi cabeza para hacerme verlo, como en los viejos tiempos.
-Camille, yo... Hace ya algún tiempo, exactamente por estas calles, iba caminado con el corazón destrozado, me sentía débil, sólo, y traicionado, un día pase por aquí, por la escuela de ballet y, vi una pequeña joven, tímida e indefensa a la que le apasionaba el ballet, ella se veía feliz, y no le importaba nada, desde ese día, yo opte por ser una persona optimista, porque gracias a ti soy lo que ahora soy, gracias esa hermosa sonrisa, me di cuenta de que me había enamorado perdidamente de ti.
-Samu, yo... No sé qué decir... Todo este tiempo te he estado esperando, he estado esperando a que algún día volvieras y, ahora estas aquí, conmigo.
En ese instante, fui interrumpida por un largo y hermoso beso de él, probablemente, el beso que toda chica desea.
"Te amo Camille"
"Y yo te amo a ti Samuel"