MARCO:
—¡Respira! —exclamó—. ¡He dicho que respires, hostia! —Asentí mientras una gota de sudor caía por mi frente—. No me vale que asientas, Marco, ¡respira por el puto amor de Dios! ¡Esto es combate, no una puta carrera en el parque!
—Steve —jadeé serio intentando cortarle.
—¿Qué eres? —gritó empujándome hacia atrás con brutalidad. Levanté la vista y encajé mis ojos en la suya—. ¿Qué eres? —preguntó de nuevo gritando con dureza en su mirada.
—El maldito infierno —susurré.
—¿Qué eres? —Su voz se elevó a un nivel de decibelios increíbles.
—¡El maldito infierno! —exclamé a pleno pulmón acaparando las miradas de los demás.
—¿Y qué hace el infierno, Collins? —me pregunta sosteniendo mi mirada. Hombres en el ring, chicos en plena lucha y chicos de mi edad con sus bolsas de deporte al hombro listos para marcharse se habían detenido para observarnos a los dos. Cientos de ojos estaban clavados en Steve y en mí mientras ambos luchábamos, uno por no desconcentrarse y el otro por no gritar que mirasen hacia otro lado. Las venas de sus brazos se habían acentuado increíblemente y la vena del cuello parecía que le iba a estallar en cualquier momento si seguía gritando con esos pulmones de fumador tan resistentes. En cambio, yo estaba sudando, mis venas no estaban tan marcadas como las suyas y mi cuello palpitaba intermitentemente cada vez que alzaba la voz. Tomé aire.
—Arrasar con todo —respondí serio y furioso.
—¡Pues arrasa! —exclamó dándome otro empujón hacia atrás—. Eres el único que combate contra mí en todo el gimnasio, quiero verte demostrar que puedes con todo sin jadear, ¡los luchadores no jadean por muebles como yo!
—¡Qué te den vejestorio! —exclamé gruñendo antes de tomar impulso y golpearle.
Un sonido de sorpresa casi nulo invadió el gimnasio al completo y cuando ladeé la cabeza por un puñetazo de Steve observé que a algunos chicos se les había caído la bolsa deportiva del hombro. Tomé aire antes de volver a mirarle con la dureza con la que nunca había mirado a nadie. Le empujé por los hombros tras un movimiento de despiste que consiguió su propósito y golpeé su abdomen dejándolo caer al ring. Sin embargo, cuando fui a echarme encima de él, encogió sus piernas pillándome por sorpresa y las estiró en un movimiento rápido contra la parte baja de mi estómago. Dejé escapar un jadeo de dolor y llevé mis manos hacia la zona golpeada durante unos segundos antes de tratar de inmortalizar el dolor y continuar. Un golpe no podía pararme, nada puede parar al fuego en su más puro resurgir ardiente.
Steve soltó una carcajada que me puso de más mala hostia, se reía en los momentos menos adecuados y en mitad del combate, la combinación entre nervios, adrenalina, y furia no provocaba ninguna atracción positiva en mí.
Ahora Steve sí que estaba sudando. Sangre provocada por algunos de mis golpes le caía de su labio inferior y, en pleno desafío de contacto, pude apreciar desde sus iris oscuros que yo estaba igual que él. El rojo de la sangre activó en mí un mecanismo que no tenía ni idea de que existía y una reacción rápida e intensa marcó el rumbo de la pelea. Steve cayó al suelo y mi humanidad se apagó unos instantes al recordar la intensidad con la que él había pedido la muerte en una batalla de campo. Me coloqué a horcajadas sobre él y comencé a golpearle, pero aprovechó e hizo acopio de la poca fuerza de la que disponía y me asestó un cabezazo que causó estragos en mi interior. Sentí un pinchazo que subía desde mis ojos lentamente hacia mi frente, provocando que se me nublara la vista y un mareo con el que pensaba que iba a acabar inconsciente. Pero a pesar de ello, Steve no se detuvo, le importó una mierda que yo no estuviera en condiciones y siguió golpeándome. Así que decidí imitarle, aun si todo esto acababa mal. Estaba tan concentrado en golpearme que pude observar cómo sus piernas se resbalaban en el suelo acolchado del cuadrilátero, entonces separé sus piernas con las mías y aprovechando su inestabilidad, le di la vuelta al marcador.
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MARCO© ✔
Storie d'amoreÉl era feliz y débil. Ahora no siente el dolor. Su pasado está marcado por un arma que amenaza con quitarle la vida en cualquier momento. Fue ahogado en las llamas que le hicieron resurgir como el infierno personificado y vive consumido por la ira...