Capitulo 25 (Editado)

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Capítulo 25



Dimitri la miraba con dulzura, una dulzura infinita. No creía como el tiempo podía pasar tan rápido, pero ya tenían meses juntos y a Maya no le cabía tanto amor en el pecho por él. Dimitri era ante sus ojos un hombre perfecto, noble, bueno y muy intenso a la hora de quererla. Y lo mejor de todo, es que era así solo con ella. En parte era cierto lo que se decía de él, que era malhumorado, odioso con la vida y con las personas que lo rodeaban, que ocultaba secretos tan grandes como murallas gruesas que no te permitían ver nada sobre él. Sin embargo, ella era su excepción. Maya, con esa personalidad tan alegre y su rostro angelical, lo había enamorado sin siquiera proponérselo y ahora, no podía hacer más que admirarla y consentirla con cada cosa que le pidiera. Era una locura total, pero ya estaba decidido y completamente convencido de que era lo mejor que le pudo haber pasado. No sabía que había hecho para merecerla, pero la tenía, y pensar en ello era simplemente asombroso.

—Así es como debo estar siempre. —dijo con voz ronca abrazándola fuertemente.

Maya lo miró con pereza mientras trazaba líneas en su pecho con la mirada un tanto perdida.

—Me tengo que ir. —lo sintió soltar el aire con fuerza como frecuentemente lo hacía cada que no estaba de acuerdo con algo.

A Maya le era imposible no reír cada que lo escuchaba. Daba la impresión de un perrito rabioso o un bebé enojado, y eso sí que era gracioso de ver en alguien tan imponente como Dimitri.

Las manos de su novio la tomaron con fuerza pegándola más a su cuerpo. Su pecho era duro, pero muy amplio, por lo que incómodo no era y eso precisamente era un inconveniente para la joven, la cual tenía permiso hasta las ocho de la noche y él perfectamente lo sabía.

Las cosas estaban un poco calmadas respecto al asunto que había tenido Dimitri con su padre, estaba actuando con mucha precaución y solo contaba los días para poder escaparse junto a Maya y ser solamente ellos dos.

—¿Debes arruinar el momento así? —La castaña soltó una risita traviesa. —Lo único que pienso es en el momento cuando el tiempo limitado acabe y seas completamente mía. —La risa de Maya se detuvo de golpe como tantas veces lo hacía desde hacía días cada que hablaban sobre el tema. —¿Qué pasa? —la pregunta sonaba tranquila, pero el tono que estaba utilizando escondía algo.

Maya río nerviosa, era tan transparente con él que en ocasiones llegaba a molestarle el cómo era capaz de conocerla tan bien.

—Falta mucho todavía. —dijo mientras se echaba a un lado del colchón y cerraba los ojos en el proceso.

La noche ya se asomaba por la ventana y ninguno de los dos quería moverse de su sitio a pesar que debían hacerlo si no querían un problema.

—Te falta un mes para que salgas de la secundaria. No es mucho. —dijo con más dureza de la que pretendía.

Dimitri solía tener un temperamento un tanto difícil por culpa de los maltratos de su padre, pero con ella era diferente, aunque cuando hablaban de ese tema siempre terminaban discutiendo sin quererlo.

—Tengo diecisiete años, Dimitri. Y aun no hablábamos con mis padres.

Dimitri soltó un suspiro de cansancio.

—Ya hemos hablado de eso, no quiero discutir más. —intentó sonar tranquilo para no comenzar una pelea. —Te vienes conmigo cuando salgas, y ya. Ya lo decidimos, estuviste de acuerdo. No puedes echarte para atrás de un día a otro.

Maya se levantó de la cama sin decir una palabra más y en silencio se dedicó a colocar sus zapatos bajo la mirada de su novio y cuando estaba lista lo miró con enojo sin poder evitarlo.

Punto débil © (Versión Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora