Capítulo 1 (Editado)

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Capítulo 1

Así como las sensaciones, como las expresiones, como los sentimientos que cambian de un momento a otro y se describen tan diferentes según la perspectiva, así tal vez Maya pensaba que era su vida. Con distintas paradas, con diferentes puntos: cada uno ofreciéndole algo distinto, observando con precisión su decisión final. En alguno de los casos por no decir la mayoría de las veces, la realidad había sido el no tener la libertad de elegir. Sí, simplemente le había tocado una única opción con la cual tuvo que quedarse, sin ponerse a meditar si había alguna otra opción oculta que no llegó a ver con claridad. Obligándose a pensar que tal vez pudiera ser peor, porqué el mundo era tan inmenso que se solía decir que siempre, aunque no lo imagináramos: algo peor estaba ocurriendo. Pese a que sintiera que no podía haber algo peor que lo que ella había padecido.

Habían pasado alrededor de cinco años desde el trágico suceso que marco su vida, que la hizo crecer con rapidez haciéndola adulta antes de tiempo y, ahora luego de tantos años, ¿en qué punto se sentía ella?

A veces abría sus ojos y estaba de buen humor sintiéndose una persona realmente contenta por lo logrado. Sin embargo, otras veces se sentía sola, sentía como todo a su alrededor seguía un rumbo y ella solo era capaz de concentrarse en lo doloroso y cruel que la vida había sido con ella sin tener idea del por qué. Odiaba sentirse así, era triste, muy deprimente. Porque despertaba con toda la intención de que su día fuera maravilloso, diferente, con la ilusión de que algo estuviera por suceder que cambiará totalmente su vida para mejorarla, pero, tristemente el sentimiento la envolvía demasiado fuerte haciéndola caer en la horrible soledad que parecía no querer soltarla. Se despertaba y preparaba inconscientemente sin saber que hacer, tenía un propósito, una meta, pero eso acaba siendo una triste rutina que ya conocía realmente bien y la cual no parecía querer mejorar.

Maya creía firmemente que todo en su vida ya había ocurrido. Que ahora había caído en una interminable rueda que no parecía querer detenerse, y la cual no tenía un sentido. Ya no creía en eso de que la vida tenía sorpresa. Era una fiel creyente que la vida era cruel y que debía de ser lo suficientemente fuerte para no dejarse vencer de ella, pero nada más.

Ahora se encargaba de seguir fielmente su rutina, o bueno, su propósito, de cualquier manera, debía seguir ya que era lo que la gente hacia y al parecer era feliz con eso, o eso se encargaba de demostrar con cada día que pasaba.

—Es el nuevo socio del señor Marcelo, pero dicen las malas lenguas que es un corrupto. —hablaba la rubia sin parar del mismo tema por tercera vez esa mañana. —­­­Lo que busca es una tapadera para sus altos ingresos ilegales.

Maya comía en silencio, mientras sus compañeras de trabajo hablaban, tema del cual ya venía escuchando desde hacía ya más de una semana entera.

—No creo eso. —Kylie se rio de la ingenuidad de Sofía. —Creo que es un joven con la suerte de nacer millonario, nada más.

Sofía negó al escucharla.

—¡¿Suerte?! —exclamó ruidosamente haciendo que las miradas de las personas en el resto de mesas cayeran en ellas. La joven ni siquiera se había molestado en disculparse por lo ocurrido. —Eso no es suerte. Eso se llama ser una persona corrupta, tiene veintiocho años y la cantidad de dinero que posee es impresionante ¡Dense cuenta!

Maya dejó el tenedor en su plato de golpe haciendo un molesto ruido.

—Tampoco es que sea un niño, pero igual, ¿a nosotras que nos importa? —preguntó sin esperar una respuesta. Estaba cansada de lo mismo, pero Sofía era así, cuando tenía un tema en la cabeza nadie se lo sacaba, era preferible arrancarle la cabeza. —Igual no deberías afirmar cosas de la gente que no conoces.

Punto débil © (Versión Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora