Cómo enamorar a Martín: Una guía por Halcones

Capítulo único

Notas: Un One-shot que ha estado ahí desde hace tiempo. Espero les guste
°∆° No es un AU pero obvio hay cosas de la serie que cambié para la historia. Y, obviamente, la familia de Julián me la saqué de la manga.

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El entrenador, Félix, sopló el silbato anunciando el termino del entrenamiento. Julián se limpió el sudor. Las águilas se aconglomeraron en las gradas, después se dispersarían en las duchas.

—¿Ya escucharon? Hay un nuevo halcón, parece ser un intercambio. —Ezequiel enunció. Varios jugadores fruncieron el cejo.

—¿Hablás de Gabo?

—No, se trata de alguien más. Pero ya veremos de quién se trata en el siguiente partido.

Julián no le dio importancia y no puso atención a lo que el portero había dicho. Pero si esperaba un gran juego y que el nuevo halcón fuera un buen contrincante.

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Una de las principales acciones que Ezequiel realizaba, era enfrentarse con sus antiguos compañeros. Julián no se entrometía en las acciones del portero, era tiempo desperdiciado. Además, tenía una estrecha relación con la mayoría de halcones, aunque dudaba si ese era el término correcto si se refería a Lorenzo, el capitán. Desde que lo conoció, cuando apenas eran unos niños, decidió apartarse de la actitud altanera y presumida. Eso sí, Lorenzo era un buen jugador, Julián disfrutaba los partidos en contra el pretencioso capitán. Si no fuese por las águilas, portaría con orgullo el uniforme de los halcones y defendería a capa y espada la portería del IAD.

El IAD los recibía siempre con las puertas abiertas. Julián pasaba el tiempo con Gabo y sus amigos, y esta vez, Lorenzo se encontraba en el círculo. Julián no preguntó, pues la última vez, Lorenzo había tratado de sacar a Gabo del equipo pero ahora, el capitán miraba a Gabo diferente. No era conocido por ser metiche, y mejor les prometió a los halcones que el triunfo sería de las águilas.

—La próxima vez, traeré pañuelos para sus lágrimas o los guardaré para la final.

—Aww, Julián. Mejor deberías guardarlos para tu propio uso. Sus traseros los vamos a patear como pequeños pollitos.—Dedé dijo, y luego, chocó las palmas con Ricky.

—Chicos, calma. Va a ganar quién tenga que ganar—Gabo los reprendió. Julián se rió. Lorenzo se mantuvo callado, inusual en él, ni siquiera respondió a los siguientes picones por parte de Julián.

—Oí que tienen un nuevo miembro.

Lorenzo rodó los ojos. —Si, a un imbécil insoportable, Martín.

Gabo sonrió cuando recordó la llegada de Martín. No negaba que fuese una persona insoportable, solo el tiempo diría. Aunque, cada día, su creencia perdía fuerza.

—Cuando pensamos que Gabo ya no tendría que lidiar con más trampas, llega Martín.

Julián se sentía mal por el pequeño enganche, el drama en su vida era innecesario pues Gabo era una persona excelente.

—Están exagerando. Martín solo necesita adaptarse.

Julián pensó que además de excelente, era estúpido. Más bien, ingenuo.

—¿Dónde está?—Julián preguntó.

—Quién sabe. Posiblemente probándose el uniforme de Gabo, pese a las diferencias.

La mano de Lorenzo se convirtió en un puño, lo apretó hasta que los nudillos sobresalieron. Gabo codeo a Lorenzo y le murmuró en la oreja. El capitán se relajó, casi instantáneamente. Fue entonces que Julián entendió lo que había cambiado en Lorenzo. Quiso reírse, tomar el humor fanfarrón de Ezequiel y burlarse del capitán, pero no lo hizo.