Bey se me quedó mirando cuando le solté la mano para ir hacia el baño, justo en dirección contraria a mi habitación, donde ella se dirigía. Se mordió el labio, preguntándome si estaba todavía un poco borracho y por eso me comportaba de una forma tan extraña, y yo señalé la puerta con el pulgar por encima de mi hombro.-Voy a lavarme los dientes.
-¿Qué?-se echó a reír y sacudió la cabeza-. Al, que he estado contigo cada vez que íbamos a comer fuera. Créeme, si cuando te dio por comer ajo no salí corriendo, no voy a hacerlo ahora.
-Ya, bueno... cuando comí ajo no te ibas a enrollar conmigo. Y no querrás que nos liemos mientras me huele el aliento a tocino, ¿no?
Puso los ojos en blanco, volvió a sacudir la cabeza e hizo un gesto con la mano indicando que me marchara. Ella entró en mi habitación, y cuando yo volví, con una sensación de frescor en la boca y mi estómago haciendo triples saltos mortales como si tuviera que remontar como fuera una mala puntuación en las Olimpiadas, estaba sentada en la cama, con Trufas en su regazo. Me miró y me sonrió cuando cerré la puerta y acudí a su lado con una recién adquirida timidez. El conejo abrió los ojos y clavó en mí una mirada oscura, amenazante, como advirtiéndome de que si Bey dejaba de acariciarlo por mi culpa, se aseguraría de que mi almohada acabara llena de conguitos.
Trufas se giró para darme la espalda, muy digno, meneó las orejas y volvió a aovillarse en el regazo de Bey. Pareció relajarse cuando yo le puse una mano encima y paseé los dedos por su pelo suave y brillante. Bey y yo lo acariciamos durante un rato, distraídos, tan avergonzados de repente por la presencia del otro y por lo que estábamos a punto de hacer que cualquier excusa era buena, incluida mimar a Trufas.
Llegado un momento, Trufas se dio la vuelta y agitó las patitas para que le rascáramos la barriga. Después de que le consintiéramos el capricho, el puñetero animal trató de darme un mordisco para que lo dejáramos tranquilo y se bajó de un brinco del regazo de Bey. Trotó hasta una esquina de mi habitación y se acurrucó en un cojín que yo había puesto allí hacía mucho tiempo, con la esperanza de que dejara de mordisquear mis guantes de boxeo cada vez que se aburría. No había surtido mucho efecto, pero por lo menos lo usaba de cama.
Bey se mordió el labio, observando cómo Trufas saltaba sobre el cojín para ablandarlo y moldearlo a su cuerpo. Di una palmada sobre mis muslos y suspiré.
Teníamos que hacer eso. Bey lo sabía. Yo lo sabía. Y estaba convencido de que Sabrae lo sabía también. Pero eso no quitaba de que un fantasma oscureciera el cielo cuando planeaba sobre mi cabeza, haciéndome pensar en la penumbra en lo que aquello podía provocar: sí, vale, había una parte de mí que siempre le pertenecería a Bey, y sí, vale, cuanto antes le diera esa parte mejor; incluso sí, de acuerdo, Sabrae entendía que aquello tenía que pasar y puede que incluso lo aprobara, pero...
... seamos sinceros. A mí no me haría ninguna gracia que ella se fuera a casa de Hugo para echarle un polvo de despedida. Hugo no tenía las mismas implicaciones con ella que tenían los otros tíos con los que se había enrollado, de la misma forma que a mí Bey me importaba de una forma mucho más profunda y diferente a como lo hacían Chrissy y Pauline. Les tenía un cariño infinito a las chicas, pero Bey era mi chica, mi mejor amiga, la que siempre había estado ahí para mí incluso cuando yo no sabía que tenía a alguien permanente a mi lado, apoyándome.
No era tan estúpido como para no creer que eso le haría daño a Sabrae. Y era lo bastante bueno como para tratar de resistirme, aunque fuera inútilmente. Estaba posponiendo lo inevitable, pero una parte de mí quería pensar que todavía quedaba un poco de honor en mí por mi forma de pensar desesperadamente en una excusa por la que no hacer aquello.
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B o m b ó n (Sabrae II)
RomanceHay dos cosas con las que Sabrae no contaba y que le han dado la vuelta a su vida completamente: La primera, que Alec le pidiera salir. Y la segunda, que ella le dijera que no. Aunque ambos tienen clara una cosa: están enamorados el uno del otro. Y...