Y ahí está otra vez, ese loco gato que casi pierde la vida por mí. Dice que lo hace encantado, porque sin mí, París estaría perdido frente a Lepidóptero, pero soy yo la que estaría perdida si a él le llegara a pasar algo. Son ya años de combatir mano a mano, de confiar ciegamente el uno en el otro, de ser el complemento perfecto para nuestro compañero. Puedo leer cada una de las emociones de Cat en la tensión su cuerpo o en cómo se contonea. Casi podría decir que veo cada una de las expresiones de su rostro como si no llevara el antifaz. Aún así hemos conseguido llegar hasta aquí sin saber la identidad real del otro, y eso es algo que últimamente me está empezando a poner nerviosa, porque cada vez siento más la necesidad de averiguarlo. Es como si algo me estuviera diciendo que la persona tras la máscara es importante para mi vida.
Le observo mientras se levanta del suelo y se sacude el polvo. Su cuerpo ya no es el del chaval que era cuando nos conocimos, es mucho más grande y el traje define cada puñetero musculo perfecto de él. Cuando se gira hacia mí para regalarme una de sus maravillosas sonrisas me doy cuenta de que me estoy mordiendo el labio inferior. Joder, espero que no se haya dado cuenta de ello... Su anillo pita de nuevo, no le queda mucho para transformarse, pero por primera vez estoy completamente dispuesta a retenerlo el tiempo que haga falta hasta que eso pase. Cat se ríe entre dientes con algo de timidez. En ese momento, el gato juguetón y coqueto escondiendo su personalidad arrolladora, me parece sumamente atractivo, y me descubro pensando en sus labios entre abiertos. Sacudo la cabeza, la estoy perdiendo y no sé ni cómo. Él vuelve a reír. ¿Qué le hace tanta gracia? Me niego a volver a mirarle. Me doy la vuelta y me dirijo hacia un pequeño murete que hay cerca. Necesito sentarme, las piernas me están temblando en exceso. Cuando lo hago, compruebo que Cat Noir me sigue mirando, esta vez con expresión de suficiencia.
-¿Te encuentras bien, bichito?
Un escalofrío recorre mi cuerpo al escuchar aquel apodo, tan suyo, tan nuestro, y noto que se me seca la boca al instante. Trago en seco antes de intentar emitir cualquier sonido.
-¿Y tú?
Genial, ahora parezco tonta.
-Sí, perfectamente -contesta haciendo una reverencia-. Ya sabes que tengo siete vidas.
-Tú procura que no se te acaben... -Pude verle alzando una ceja en un gesto involuntario que rápidamente se molestó en esconder-. Quiero decir... Que hoy ha faltado poco. ¿No te cansas de "casi dar la vida" en todos nuestros enfrentamientos?
Con una sugerente sonrisa empieza a acercarse a mí. Ya ha vuelto esa personalidad arrolladora, y algo me dice que voy a ser inevitablemente víctima de ella.
-Si es por ti, mi lady, lo estaría haciendo por siempre.
Cat Noir toma mi mano con una de sus garras y se la lleva a los labios para besarla con dulzura mientras no despega sus ojos de los míos. Oh dios... Son tan hipnotizantes... Podría pasarme horas mirándolos. Noto un nudo en la garganta, y cuando lo pienso un momento me doy cuenta de que viene desde mi vientre. Es una tensión, un calor y un hormigueo, todo junto, que se expande por todo el cuerpo. Vuelve a dejar escapar esa risita nerviosa de hace un rato y yo decido no quedarme con la duda más tiempo.
-¿Se puede saber de qué te ríes tanto?
Incorporándose en su sitio y sin soltar mi mano, me contesta con voz ronca antes de guiñarme un ojo.
-De que, cuando te excitas, te muerdes el labio. Y llevas un buen rato haciéndolo. ¿En qué estás pensando?
Yo le mato... ¿Está insinuando que me siento excitada debido a él? ¿Que no puedo dejar de mirar sus firmes brazos y sus anchos hombros, que me estoy imaginando el tacto que deben tener sin el traje, o que evito fijar la vista en su entrepierna para no hacerme una idea de lo que puede haber debajo? Maldita sea... Mis ojos se han ido directos a ella... Espero que no lo haya notado. Su prodigio vuelve a sonar y de repente me entra un agobio terrible. Sólo aparece una cosa en mi mente: que no se marche. Se está despidiendo. ¿Qué hago? Miro a todos lados nerviosa. Me falta el aire. Se está dando la vuelta y saca su bastón para irse.
-¡Espera! -Esa exclamación sale de mi boca con tanta fuerza que a los dos nos sorprende. Cuando se gira hacia mí puedo ver esperanza en su mirada. ¿Qué estoy haciendo?
-¿Qué pasa?
-Yo... -las palabras no me salen- quería... Bueno, en realidad no quiero nada -Sus hombros caen casi imperceptiblemente, pero yo sí que lo noto. Yo sí que veo la decepción en su rostro. Y no lo soporto-. Cat, yo...
De un salto se coloca justo frente a mí. Tengo que abrir las piernas para dejarle paso mientras me habla enfadado, cerca, muy cerca de mi cuerpo. No escucho lo que dice. Sólo veo lo que expresa. Cansancio, desesperación. Entonces escucho las palabras que activan mi cerebro y hacen que se me congele el cuerpo.
-...no volveré a intentarlo.
¿Qué? Ah no, si te piensas que voy a dejar que te escapes lo llevas claro, gatito. Desde mi posición tengo su cabeza a la altura de mi pecho, lo cual me da ventaja a la hora de sujetarsela para atraerle hacia mí. Tengo que inclinarme un poco hacia abajo para atrapar sus labios con los míos. No me devuelve el beso, ¿Qué está pasando aquí? No me doy por vencida, y deslizo una de mis manos hacia su nuca, enredando los dedos en su pelo, mientras la otra baja hasta sus hombros para afianzar el abrazo que necesito darle. Incluso a través del traje puedo sentir la dureza de sus músculos, la suavidad de su cabello, y el calor que desprende su cuerpo. Su corazón late con fuerza apretado contra mi abdomen, y se apoya en una de sus manos justo al lado de mi muslo. Al notar sus posibles caricias tan cerca de mí, vuelvo a apretar mis manos a su cuerpo y es cuando el fuego se desata. Abre la boca para deborar la mía con pasión, con necesidad. Su lengua irrumpe con brusquedad, buscando la mía en un arrebato desesperado, encontrandola rápida y dispuesta a darle todo lo que le pida, en ese momento y en todos los que sean necesarios. Noto mi cuerpo deshacerse de placer. ¿Es que este condenado gato no hace nada mal? No he besado a demasiados chicos en mi vida, pero sin duda éste es el mejor, y con mucha diferencia. Suelto un gemido en el fragor de la batalla, lo cual le hace arremeter con más intensidad. Dios... Ésto es gloria... Mis caderas se mueven involuntariamente buscando frotarse contra ese duro pecho que descansa justo delante, y ese roce hace que me excite sobremanera. No puedo parar, estoy a punto de perder el control. Jamás pensé que mi compañero llegara a ser tan adictivo. Deseo más de él, necesito más. Por un segundo le imagino con esos deliciosos labios acariciando mis pezones y mi vientre parece querer explotar por la idea.
Entonces, el último pitido de su prodigio suena, haciéndonos detenernos al momento. Aprieto mi boca contra la suya, haciéndole entender que no me arrepiento de lo que acaba de pasar, y que, sea quien sea, seguiré pensando lo mismo cuando lo descubra. Pero en el momento en que el resplandor me hace apretar más los ojos, mis miedos vuelven y me niego a abrirlos para comprobar lo que ha pasado.
Siento su mano en mi nuca, apretandome contá él, contra su deseable boca. Pero, a pesar de los gritos que está dando mi vientre, no pasa nada más. Los labios de Cat Noir se separan de los míos con lentitud, pero sigo sin querer mirar a la persona que ahora tengo delante. El corazón se me va a salir del pecho, realmente deseo saber quién es, quién se esconde tras la máscara del gato negro que ha conseguido desestabilizarme, pero me da miedo. Sería aceptar que yo tengo otra mitad, una que seguramente le decepcione cuando la conozca.
-Mi lady... -le oigo decir. No emito respuesta-. Vamos, no me hagas ésto. Ahora no...
Despego los labios para tratar de responder algo, pero en el momento en que abro los ojos me quedo sin habla, totalmente en shock. Ante mí tengo, suplicante y con el torso al descubierto, ni más ni menos que a Adrien. Adrien Agreste es Cat Noir. El amor de mi vida es mi mejor amigo. La persona a la que he estado rechazando... Ya basta, Sacudo la cabeza para salir del bucle, sin terminar de creerlo. Alzo una tímida mano hasta su mejilla para tocarle, para volver a sentir esa conexión que hemos tenido hace tan sólo unos momentos, y él se deja hacer, acunando su cara en mi mano mientras la acaricio. Sigo escrutado su rostro mientras juego con su pelo, su suave pelo que ahora parece incluso más corto. Vuelvo a prestar atención a ese espectacular torso desnudo que tengo frente a mí, y mi cara debe ser un poema, por la respuesta de mi compañero, que empezó a reír a carcajadas.
-Cállate, Adrien. No me esperaba... -hago un gesto con la mano señalandole de arriba a abajo- ésto.
Su expresión se volvió sería de repente.
-¿Me conoces?
Ups...
Empiezo a temblar mientras mi cabeza trata de inventar una excusa creíble, pero los definidos pectorales del perfecto espécimen que tengo delante evitan que logre atinar a pensar.
-¿Qué haces sin camiseta?
-Acababa de salir de la ducha. ¿De qué me conoces?
Noto que me empieza a arder la cara. Sólo de imaginarme a semejante adonis completamente desnudo hace que se me contraigan las entrañas, y no puedo evitar verme con él bajo el chorro de agua caliente. Su risa me desconcentra.
-¿Quieres dejar de hacer eso? -le regaño bastante harta. Él se acerca coqueto a mi boca.
-Cuando quieras, estás invitada a compartir la ducha conmigo.
¿Cómo puede saber lo que pienso en cada momento?
-¡Cochino! -le doy un triste golpe en el hombro, sin saber muy bien si tocarle va a ser peor para mi libido.
-Por favor -me dice cuando súbitamente deja de reír -respondeme.
Trago saliva con dificultad.
-Cla... Claro que te conozco, eres el hijo de Gabriel Agreste. Un modelo muy... -mi mente me juega una mala pasada cuando vuelvo a clavar la vista en ese perfecto torso- muy famoso. Todo el mundo te conoce.
Se lleva un dedo al mentón y lo rasca, poco convencido de lo que le acabo de decir. Joder, de repente me da la sensación de que soy transparente para este gato.
-No, tu forma de tratarme no es la de alguien que sólo me conoce por mi trabajo. ¿Quién eres?
Mierda... No sé cómo salir de ésta. ¿Debería decírselo? ¿Y si salgo corriendo? No se me ocurre nada, excepto un acto desesperado. Me vuelvo a tirar contra su boca, ofreciéndole un beso que le haga dejar de pensar en quién soy en realidad, y por suerte lo acepta gustoso. Sus manos empiezan a recorrer mis muslos y subir por mis caderas, hasta que se asientan en mi temblorosa cintura. Yo sigo sujetando su rostro con ambas manos para no dejarle prestar atención a nada más, disfrutando del contacto y de la posición privilegiada que tengo en este momento.
Mis pendientes empiezan a sonar.
¡Maldita sea!
Me separo de un salto y dejo al pobre muchacho apoyado contra el murete en el que hace un par de segundos estaba yo. Empiezo a darle vueltas a mi yoyo para marcharme lo más rápidamente posible, cuando su voz me devuelve la cordura un instante.
-¿Me vas a dejar en mitad de la calle, a medio vestir, a merced de todas esas fans locas que hay por ahí?
Mierda...
Me giro preocupada hacia él para encontrar una media sonrisa pícara en su perfecto rostro. Lo ha hecho a posta, por supuesto. Pero ahora no me iría tranquila si le dejara solo en estas circunstancias. Suspiro para soltar toda la frustración de verme vencida y me acerco a él para sujetarle de la cintura mientras hago bailar mi yoyo. Antes de lanzarlo le miró, reprochante, y sólo recibo a cambio un rápido y casto beso en los labios. Realmente, éste tío me va a acabar volviendo loca.
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Por Ti, Por Siempre
RomanceLadybug se da cuenta de que su compañero ha ido calando poco a poco en su corazón, y ahora no sabe cómo reaccionar. Siente que el lazo que les une es mucho más fuerte de lo que creía, y poco a poco, se deja llevar por la fuerza del destino. Contiene...