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Capítulo cuatro:

Contengo la respiración un momento y bajo las escaleras a alta velocidad.

¿Emocionada?

Yo diría más bien nerviosa.

—Hola. —sonríe con su típica picardía y yo le devuelvo con timidez.

No entiendo como nunca lo había visto antes.

Pasa. —le indico con la cabeza y ambos nos dirigimos a mi habitación, que es lo suficientemente espaciosa para los dos.

—Vaya, este penthouse es grandioso. No suelo venir mucho porque las practicas nos mantienen ocupados a todos. —asiento de acuerdo, Jay no invita a mucha gente para acá pues siempre está ocupado, y a la gente le gustan más las casas en cuanto a fiestas se tratan.

—Te has dejado tu libreta en la biblioteca más temprano. —se la tiendo y me siento en mi escritorio.

Noto como se tensa, supongo que le debe recordar a lo qué pasó hoy, así que no digo nada.

Y antes de sentarse, se detiene un momento a observar mi habitación; mi pared es beige y las demás blancas. A la derecha está la puerta del baño, mi escritorio y un mueble. Al otro lado está mi closet, peinadora, un espejo de cuerpo completo, otro mueble y en el medio, mi cama. Rodeada de dos mesitas de noche, en las cuales hay fotos familiares en Paris. Quizás en unas vacaciones de dos mil quince, no lo recuerdo.

Se dirige a un mueble donde sólo tengo libros y repasa con su dedo índice todos los lomos y lee los nombres. Confieso que mi placer culpable como lectora es un libro llamado "Yo Antes de Ti". Soy amante del romance, pero el antiguo.

Supongo que todos tienen sus desliz.

Camina cuando cree que no lo observo hacia el otro mueble donde tengo sólo mis recuerdos más importantes. Fotos, postales, recuerditos de los lugares a los que he ido, etc.

—¿Has viajado a Grecia? —toma una foto mía en algún monumento de Atenas y lo mira fascinado.

—Si, es un país hermoso. —me acerco a él y le enseño una foto del paisaje completo. Simplemente artístico.

—Vaya, siempre he querido visitar Santorini, pero no se ha podido. —me causa algo de ternura ver como observa las fotos fascinado. Casi como un niño pequeño.

—También yo. Pero ese verano no pudimos ir por el clima. —devuelve la foto a su lugar y se aleja.

—Que mala suerte.

—¿Y tú? ¿Porqué no has ido? No creo que sea por problemas económicos. —lo veo sonreír perezosamente. Como forzado.

—No quiero ir solo. —su voz baja y mi pecho se oprime.

Le preguntaría que porque no va con su familia, pero no tenemos tanta confianza. Así que solo decido quedarme callada...

La tarde pasa tranquila, la verdad es que el chico aprende rápido. No hablamos de nada más que no sea álgebra y el trabajo, el cual terminamos sin Sophie.

A eso de las ocho, le llega un mensaje y con algo de rapidez se levanta.

—¿Hemos terminado? —mira los apuntes y asiento, la verdad es que avanzamos más de lo esperado.

—Si, de hecho, no tendremos otra tutoría hasta entregar el trabajo el lunes.

Lo veo asentir.

—La verdad eres muy buena enseñando, eres la mejor profe. —toma su mochila, me tiende su puño -el cual choco- y sonríe. —debo irme, nos vemos mañana.

23:15 [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora