a Michelle, mi amiga, por su incansable amor a los animales.
Es lunes, está lloviendo desde la madrugada, me levante para ir al colegio, tome mi mochila y salí, en el paradero encontré a un perro, mojado, durmiendo, esperando que la lluvia pasara para que pudiera nuevamente salir a correr, a ladrar, a jugar con otros perros.
Botella le puse al animal, no me pregunte porque, pero lo vi y tenía esa cara, era peludo y de nariz embotellada, lo acaricié y a el le gustó, nos hicimos buenos amigos después de tan solo una caricia, me movió la cola.
Esa conexión que tienen los perros con los humanos es única, mágica, divina, especial. Cuando vi que venía la micro solo pensé que era el peor momento del día (y eso que recién comenzaba), tenía que dejar al botella en el paradero, lo acaricié por última vez, el levanto su cabeza, me miró, y se volvió a echar sobre el asiento del paradero, me subí a la micro, le hice una seña como si fuera humano y el seguía allí, esperando que la lluvia acabase.
Solo espero que nadie mueva a Botella de ahí hasta que, por lo menos, termine la lluvia. Espero volver ver a Botella otros días de lluvia y otros en que no hayan, para volver acariciarlo, y sentir su cola moverse y chocar con mi pie.
