Everything about you

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"The one thing we can never get enough of is love.
And the one thing we can never give enough is love"

Henry Miller

Me despierto sobresaltado y me cuesta respirar, tuve un sueño terrible, un sueño extraño que últimamente se repite muchas noches, exactamente igual.
Tengo un dolor de cabeza tremendo y la boca seca como si tuviera una resaca. Me duele absolutamente cada centímetro de mi cuerpo, y cada pequeño movimiento que hago me cuesta un mundo, tengo la sensación de que me atropelló un camión.
O un tren.
O lo que sea más grande y haría más daño.

¿Bebí tanto anoche...?

¿Anoche...?

Si ni siquiera sé donde estoy!

Con los ojos entreabiertos, estoy intentando ubicarme con la poca luz que se filtra por la ventana. Mi maleta deshecha, mis vaqueros colgando sobre la mesita de noche, la habitación de hotel un poco revuelta, si, poco a poco empiezo a recordar el día anterior y todo empieza a cobrar sentido.
Quiero decir, todo menos unos objetos tirados en el suelo sobre cuáles mi mirada se detiene. Y que parecen unos zapatos de mujer.
Eso no tiene mucho sentido.

¿Que más pasó anoche...?

Me quedo inmóvil mirando los zapatos como si fueran ovnis, me esfuerzo por recordar como estos llegaron en mi habitación. Y sobre todo, ¿quién narices es la dueña de los tacones...?

Pero de repente...

¡Joder!

¡Carla!

Me giro hacia el otro lado pegando un salto y en seguida me arrepiento. Esta dormida y mi repentino movimiento forma un pequeño terremoto en la cama. Un ligero suspiro escapa de sus labios y se da la vuelta sobre la espalda deslizando su mano sobre las sábanas en busca de algo. Acerco mi mano de la suya pero evito tocar su piel, no la quiero despertar. Lleva puesta solo mi camiseta, enrollada en alrededor de su cuerpo dejando a la vista su piel de un blanco perlado. Mi mirada baja hacia sus piernas ligeramente dobladas, y me sorprendo pensando que son simplemente espectaculares.

Subo las sábanas intentando arroparla lo más posible antes de bajar de la cama y me quedo unos segundos mirando como su pecho sube y baja, una y otra vez, para asegurarme que está dormida.

Me visto rápido con lo primero que encuentro y entro en el baño sujetando con cuidado la puerta, intentando no hacer mucho ruido. En frente del espejo me acuerdo de las palabras de mi abuela, "El espejo nunca miente, hijo" - me decía. Y vaya si tenía razón, mi cara está exactamente como me siento, destrozada! El cansancio del viaje deja huellas,y ya no estoy en los veinte.
Bueno, el viaje y tampoco es que anoche he descansado mucho- pienso. Las imágenes de Carla y yo inundan de repente mi cabeza, la pasión, como me miraba, la sensación de sentir su piel sobre la mia... anoche, todo, absolutamente todo fue perfecto...

Encontrar el amor en un momento como esto si que sería una maldita ironía- pienso.

¿Otra vez esa palabra dando vueltas por mi cabeza...?

Meto la cabeza debajo del grifo buscando un poco de alivio para mi horroroso dolor de cabeza pensando que necesito un café, y lo necesito ya. Y quizás llamar a mi viejo amigo Adrián, necesitaré su ayuda al llegar, y aunque llevamos un par de años sin vernos, sé que puedo contar con él, si alguien me puede sacar del lío en que estoy ahora mismo, sólo el podría.

La cafetería está bastante animada, y eso me sorprende, ayer el hotel parecía casi vacío. Y aunque no conozco muy bien esta zona del país, tampoco parece que sea una zona muy turística. Me quedo unos momentos en el medio fingiendo no estar decidido en sentarme en una mesa o ir directamente a la barra. Nada que llame la atención, la mayoría parecen lugareños, hay algunos turistas desayunando con ganas, con las cámaras colgadas del cuello y mirando impacientes el reloj. Bueno, pues quizás si que es una zona turística, y yo me vuelvo un poco paranoico, viendo tramas y conspiraciones en cualquier rincón.

Mucho más tranquilo, me siento en la barra y me pido un café. Pido dos capuccino y unos cornetti para llevar aunque no tengo ni idea de si a Carla le gusta el café. De hecho, me doy cuenta que sé muy pocas cosas sobre ella, todo pasó tan rápido, pero al mismo tiempo tengo la sensación de que puedo confiar en ella, y eso es algo que jamás me pasó con nadie, no en tan poco tiempo. Y todo esto me hace pensar en que estoy haciendo el ridículo aquí sentado, dando tantas vueltas a las cosas, mientras una hermosa mujer me espera en la cama.

¡Medio desnuda!

Si no fuera por el líquido caliente que llevo en las manos, estoy seguro de que iba a batir cualquier record vigente en subir las escaleras.

Abro la puerta con menos delicadeza que al salir y aparto las cortinas para dejar pasar un poco de luz.
Me acerco a la cama y beso suavemente su cuello, empieza a moverse y, sin abrir los ojos...

-Mmmmmmm... huele a café...

-Buenos días a ti también, bruja...

Una sonrisa juguetea en sus labios mientras abre los ojos y acaricia mi cara.

-Desayuno a la cama, que romántico...

-Baby, no es nada romántico, me sentía culpable.

Se vuelve sería y empieza a fruncir el ceño.

-¿Y eso...? Culpable por...?

Ahora bien, no sabré muchas cosas sobre ella, pero la conozco bastante para saber que antes de seguir, sería inteligente por mi parte inmovilizar sus brazos sin dejarle mucho espacio de maniobras.

-Esta mañana, al despertar, por unos minutos no me acordaba de ti, o de lo que pasó anoche.

-Serás...

El resultado es lo esperado, empieza a luchar debajo de mi como una fiera, es increíble la fuerza que tiene.

-Es más, te estaba mirando y no tenía ni puñetera idea de quién eres- miento entre risas.

He desatado la bestia, se revuelve, me empuja con las piernas, con los brazos.
Intento besarla, ella intenta morder. En un momento de descuido, se libera una mano y me clava las uñas en el costado sacándome un grito de dolor. Contenta por ganar la batalla y más cansada, poco a poco deja de forcejear y cuando estoy seguro que ya está tranquila me levanto y estiro la mano intentando alcanzar uno de los vasos de café. En el mismo instante su rodilla embiste con fuerza entre mis piernas dejándome knock-out.

-Joder baby, y yo quería hacerte el amor- le digo con ironía.

-Antes del café no, gracias- me contesta sonriendo.

-Antes del café...? Si me has dejado inútil para un mes, como poco!

-Igual, no voy a estar a tu lado, así que...

Se acerca de mi pegando su cara de mi pecho y la abrazo acariciando su pelo.

-Anoche fue increíble, Carla...

-Si que lo fue...

Nos quedamos abrazados en silencio, supongo que ninguno de los dos sabe muy bien que decir.

-Me tienes que dejar tu número de teléfono- digo.

Su rostro se vuelve serio.

-Para qué, Alex...?

-Como que para qué...?

-Para tener una relación a distancia?

Se aleja con un movimiento brusco y empieza a vestirse.

-Carla...

-Alex... no...debería irme.

- De acuerdo, te voy a acompañar.

Bajamos de la habitación en silencio, un silencio insoportable.

Al salir del hotel soy incapaz de encontrar el maldito mechero en mis bolsillos, echo un vistazo en alrededor y mi salvación está cerca, en un lateral, hay dos hombres fumando y hablando en voz baja. Me acerco con el cigarrillo entre los dedos y antes de que yo diga algo, uno de ellos me sujeta muy amablemente el mechero.
Pero justo en el momento en que les quiero dar las gracias, observo que por la parte interior de su brazo, ahora extendido, lleva un tatuaje formado por cuatro palabras. Cuatro palabras que me dejan helado.

We prey, they pray

¡Mierda!

Debajo de los tilosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum