TaeHyung

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- Te has perdido más de la mitad de tu vida, sabes. - había dicho. - Aun no conoces el mejor lugar de Seul.

Se habían hecho las nueve de la noche, el sol se había escondido hace un par de horas y hacia un frio insoportable, sumarle que el viento corría con desagrado. Estaba arrepintiéndome por haber aceptado.

Luego de que TaeHyung admirara mi motocicleta por al menos unos treinta minutos, nos montamos en ella, conduciendo hasta las afueras de Gangdong-Gu.

Si, le di el privilegio de conducir, ya que no tenía la mas mínima idea en donde quedaba la tal carretera abandonada.

Seguía insistiendo con esa estupidez. Por un momento se me paso por la cabeza que podría ser una escusa, tendría que dejar de confiar en cualquiera. De todas formas, si el idiota tramaba algo, lo lamentaría.

No tenía idea en donde demonios estaba, lo único que sabía es que, ¡Era grandioso!.

Estaba lleno de personas, por todos lados. La música sonaba a un costado junto al montón de motocicletas estacionadas, de todas las marcas y colores. Grupos de chicos bebiendo y gritando a todo pulmón. Esto no era una fiesta, era mucho mejor. Carreras de motocicletas.

Toda la maldita distorsión estaba al aire libre, la única iluminación la brindaban los pocos autos que estaban al rededor de la improvisada pista de carreras.

- ¡Muy bien! ¡Que comiencen las jodidas apuestas! - a lo lejos se escucho como uno de los chicos sobre la pista de cemento, gritaba a través de un megáfono.

- ¿Y quién es ese? - pregunte, interesada. El chico llamaba bastante la atención, claro, por lo guapo que era.

- Es Jimin, está encargado de las apuestas de por aquí - respondió, llevando uno de sus brazos por sobre mis hombros - Muñeca, por lo que veo todo esto es nuevo para ti ¿no? - preguntó, guiándome y acercándome a la multitud.

Y tenía razón, ni siquiera en América había visto tal paisaje, no estaba muy segura en donde demonios estaba metiéndome, pero no podía negar que el ambiente te hacía sentir una adrenalina indescriptible.

Se notaba a la lejanía que aquí no existían las princesitas y ninguna clase de idiotas que veía a diario. Las chicas eran unas completas perras, y no solo por el hecho de que la mayoría vestía prendas de talla infantil. Así o más pequeñas.

También estaban las otras chicas, si es que se les podía denominar así, seguro y eran más varoniles que YongGuk sin afeitarse, con esos cabellos cortos y esos rostros de "voy a matarte si te cruzas".

Y eso, de que estábamos hablando de las chicas. Qué decir de los idiotas. La mayoría entre el público alcoholizados y drogados.

Definitivamente debía traer a YongGuk a este lugar.

- ¿Esto es legal? - pregunte, dudando.

Una carcajada se dejo escuchar a mi lado.

Si, TaeHyung se estaba burlando de mi.

- Solo camina, voy a presentarte a unos cuantos.

Demasiada confianza en menos de una hora me estaba incomodando, y no solo por el hecho de que su brazo rodeaba mis hombros, ni tampoco porque me había llamado muñeca al menos unas treinta veces. Más bien era su mirada la que en cada oportunidad lograba intimidarme, junto con la forma en que arqueaba sus cejas con bastante seguridad, sumándole la manera en que lamia sus labios "inconscientemente" al mirarme.

Caminamos unos cuantos pasos, hasta adentrarnos entre la multitud. Me había acostumbrado a llamar la atención en el lugar que estuviera, por el simple hecho de que no tenía los ojos rasgados o no vestía como la gran mayoría de las niñitas. Pero en esta ocasión, tantos ojos encima me hacia sentir insegura.

You're My RomeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora