XXIII

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El español se acerca a gatas a la muchacha. Y ella niega con desesperación pidiendo por su vida y la de su amigo.

—No... No, no... —solloza negando con la cabeza.

—Shh... -susurra intentando hacerla tranquilizarse.

Sube al futón con ella y la envuelve con sus brazos. Pone una mano sobre su cabello y la obliga a apoyar su cabeza en su propio pecho.

—Ya no hay nada por lo cual temer, hermanita. No hay porque llorar, no hay porque asustarse.

—No quiero esto, España... —murmura ella con la voz entrecortada.

—No te hará daño. Dentro de poco no podrá hacer nada.

—¡No quiero! —chilla con los ojos enrojecidos.

Levanta la vista y toma el rostro del hombre entre sus manos.

—Hermano. —le llama— No hagas nada malo. Por favor...

El permanece en silencio. Introduce la mano en su bolsillo para extraer una cuerda más.

Sujeta sus muñecas.

—No... ¡No! —grita ella, pero no puede apartarse. Al final termina atada.

Un pañuelo.

—Perdón, linda. No puedes estar a favor de quien le haga daño a tu hermanito mayor.

Vendó sus ojos.

—Hermano... —musita entre sollozos empapando la tela con lágrimas.

—Oh, Nueva España. Por favor no llores mientras me llamas así. Me haces sentir horrible. —le pide con amabilidad mientras que con otro trozo de tela cubre su boca— Si no soy firme con tu educación ¿en qué clase de colonizador me convertiría? Quiero lo mejor para ti. Lo hago por ti y por tu bien. Todo siempre lo he hecho para darte lo mejor y que seas feliz. Entiendes eso ¿verdad? No tengo la culpa de nada.

Ella ya no puede responder. Él se inclina a besar su frente.

—No te enfades conmigo, por favor. —le pide finalmente antes de levantarse.

"Todo será como antes" [SpaMex] 𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora