XXIV

1K 121 48
                                    

Alfred estaba a punto de llamar a Arthur.

Había investigado, había analizado y descubierto cosas. Cosas preocupantes y hasta cierto punto alarmantes.

Toda la noche no había parado de unir piezas para resolver el rompecabezas de la desaparición de su amiga. No había dormido, no había comido. Había grandes sombras debajo de sus ojos, pero no le importaba.

Su cabeza dolía de tanto pensar.

Y es que lo que sucedía, era que todo señalaba a tratarse de una sola cosa. De algo.

De alguien.

Pero podía equivocarse. Siempre podía pasar. Por eso necesitaba de aquel europeo, necesitaba saber qué opinaba y de estar de acuerdo, pedirle ayuda.

Sabía que accedería.

Sin embargo, antes de que pudiera marcar la primera tecla del teléfono, tocaron a su puerta. Se resigno a dejar el aparato en su lugar y atender.

Al hacerlo se dio cuenta de que se trataba de la misma persona a quien iba a contactar.

—Arthur...

El hombre se veía inquieto, pasando sus manos repetidamente por su cabello o mordiendo sus uñas sin parar de moverse en el mismo sitio en el que se encontraba con un nerviosismo notorio.

—¡Alfred! —exclamó cuando le vio abrir— Alfred, déjame pasar ¿puedes? —pidió enseguida sin poder esconder aquella ansiedad en su mirada.

—D-de acuerdo... —respondió el un tanto extrañado abriendo del todo la puerta e indicándole la entrada.

Ahora pensaba que no era del todo una gran idea decirle lo que planeaba. Se veía tan asustado y frágil que le parecía cuerda la idea de hacerle saber lo que había descubierto.

—Arthur, ¿pasa algo? —preguntó mientras se sentaba a su lado en un sofá de su sala.

—Es Francis, Alfred... El desapareció... ¡N-no está!

Sus palabras salían a tropezones desde su anudada garganta. Parecía que la desesperación que emanaba su mirada, de un momento a otro lo obligaría a dejar escapar un montón de lágrimas, pero no dejo que fuera así. Por más difícil que le era, logro controlarse. Quería verse fuerte.

—¿Francis? —preguntó la nación más joven.

—Mira, Alfred. Yo sé perfectamente que no me llevo del todo bien con él ¿sí? P-pero ayer por la tarde... —se detuvo y se llevó una mano a la cara para cubrir sus ojos. Respiraba de manera entrecortada— Oh... that stupid frog...

El contrario coloco una mano sobre su espalda e intento hacerlo tranquilizarse. Se veía de verdad alarmado. Sus manos temblaban.

—Respira, Arthur. Continua, te escucho. Intenta tranquilizarte.

—Yo... lo llamé por teléfono, estaba de verdad furioso porque... ¡Agh, no importa! ¡Él no contesto! Llame más de una vez. Pasó lo mismo. ¡Pensé que solo estaba ignorándome como siempre lo hace, creyéndose muy importante y burlándose de mi en su propia casa! —gritó— Y yo... Yo...

Dejo escapar un sollozo. No logro contenerlo. Alfred intento calmarlo otra vez.

—Fui a buscarlo —continuó en medio de jadeos—, él no estaba ahí. Seguía molesto entonces intente contactarlo de cualquier forma. Nadie me decía algo... útil, hasta que pregunte a Gilbert por él.

—¿Y qué te dijo? —cuestionó el norteamericano haciendo notorio su interes.

—Él dijo que no había hablado con él desde ayer en la noche que visitaron a España.

Los ojos del menor se abrieron de par en par y casi pudo jurar que sintió su respiración detenerse.

—Antonio fue una de las primeras personas a las que acudí para preguntar por él ¿sabes? —explicó el inglés enseguida— Él no me menciono que le habían visitado. Simplemente dijo que no había estado en contacto con él últimamente así que no le tome importancia, tenía prisa.

Finalmente dio un profundo suspiro y se pasó las manos por el rostro.

—Alfred, él se ha estado comportando de manera extraña. Ahora puedo verlo, él no es así. Lo conozco desde hace mucho y él jamás había actuado de esa forma. ¿Qué necesidad tenia de mentirme en ese momento?

—Arthur, creo que yo también tengo algo que decirte respecto a él.

"Todo será como antes" [SpaMex] 𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora