MEMORIAS DE UN PARANOICO

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Hace rato que amaneció, serán alrededor de las 6 y 15 de la mañana, eso lo se por que los rayos de sol se cuelan por mi ventana sin pedir permiso y se posan sin misericordia sobre mi cara; además los perros de la calle le ladran a todo el que pase a su lado apresurado por las obligaciones laborales que deben cumplir. Abro mis ojos con preocupación, no quiero que el sol me queme las pupilas y quede ciego. Me aterro de solo pensar que algo así me pueda suceder. Todo esta igual que anoche antes de acostarme, aunque puede ser que algún asesino en serie se halla metido en mi habitación mientras yo dormía y estaba esperando bajo mi cama a que yo despierte y cuando baje mis pies me corte los tendones y luego me clave su daga asesina en el esternon; tendré mucho cuidado al levantarme. Por toda mi casa hay un silencio que es interrumpido por el reloj despertador de mi padre. Solo Dios sabe el susto que siento cuando ese aparato suena; creo que es la hora del Apocalipsis y me arrodillo a pedir perdón por mis pecados, mi cuerpo tiembla, el pánico me invade, algunas veces me gustaría no despertar, pues el día siguiente viene cargado de mucho sufrimiento y no se si podré con esto. Escucho que todos en mi casa están despiertos, eso me alegra, pues al menos no fueron asesinados mientras dormían y mucho menos murieron de un paro cardiaco. Tendrán frente a ellos otras 24 horas impredecibles con las cuales batallar.

Otra cosa que detesto es levantarme con la enorme zozobra de pisar sobre un suelo desconocido; en últimas cada día que pasa trae sus propias angustias. Camino hacia el baño, estos pudieran ser mis últimos pasos; algunas veces me éxito de solo pensarlo.

Todo es muy difuso, veo las cuatro paredes que me rodean y me siento ahogar de agonía, la muerte puede ser disimulada, mientras el jabón recorre mi cuerpo pudiera resbalarme y reventarme la cabeza sobre las baldosillas sin que nadie se enterara y desangrarme poco a poco hasta morir. Por suerte salgo ileso del baño, me visto y me dirijo al comedor para desayunar, ¿Qué me podría esperar en la mesa?

Toda mi familia esta lista para alimentarse, tienen un solo propósito: salir y enfrentarse a su fatal destino sin conocer las consecuencias, comen apresurados, sin temor a atrancarse con un trozo de pan, lo cual es otra cosa que me espanta. Mi hermana esta mas pintoreteada que nunca, tiene su ultimo parcial de semestre y piensa que el maquillaje ayudara a que su cerebro tenga mas lucidez, afuera hay un millar de violadores que desean tenerla desnuda en algún callejón y abusar de ella; espero que eso nunca suceda, pero lo imagino a cada momento que la veo tan emperifollada. Mi padre es un caso aparte, debido a su pesimismo la muerte nunca se atrevería a acercársele, es un ser muy sombrío que atemorizaba hasta el homicida mas desesperado, pero algo que ronda en su cabeza – y aunque no lo quiera aceptar – es el hecho de suicidarse, algún día despertara cansado de tanta rutina y se volaría la cabeza con su pistola, ya que es guardia de seguridad en un centro comercial; siempre espero que suene el teléfono avisándonos que lo encontraron muerto en el baño con un tiro en la cabeza. Mi madre sale todas las mañanas a comprar en el supermercado, esta ciudad tiene mala fama, ya que los conductores son unos neuróticos desalmados y manejan con una velocidad aterradora, ella – mi mamá – no presta atención cuando cruza las calles y esto la convierte en presa fácil para que un automóvil la arrolle y deje su cuerpo fragmentado en el asfalto; todo esto se dibuja frente a mis ojos en el momento que me estoy tomando el primer trago de café del día. En mi casa es costumbre todas las mañanas sintonizar las noticias; esto se convierte en un martirio para mí, una carta profética auditiva que me informa los múltiples peligros que me están esperando en la calle. El locutor es un morboso sanguinario, lee los encabezados como si tuviera erecciones mentales, "esta madrugada fue desactivada una carga explosiva en un bus urbano, también se escapo un asesino de la cárcel, lo que convierte la calle en un infierno total, se recomienda tener cautela e informar a la policía de cualquier sospechoso que notemos", las noticias nunca suelen ser alentadoras. Mientras seguía desayunando escuche un estruendo en la calle, todos nos levantamos de la mesa y fuimos a la ventana para asomarnos y ver que era lo que había sucedido. Lo que vi me quito el apetito; una mujer fue arrollada por un automóvil y su cabeza estaba abierta, dejando sus sesos en el suelo y la sangre recorría toda la carretera tiñendo las líneas blancas de la autopista, ahora si que estaba titubeando en salir a la universidad, algo que tenia que hacer, pues estoy cursando ultimo semestre en criminología y me estoy especializando en perfiles criminales. La gente suele ser obscena y se aglomera alrededor del cadáver para saciar su sed de sangre, yo me retiro de la ventana y un temblor empieza a apoderarse de mi cuerpo. Como si nada todos regresamos a la mesa y seguimos desayunando sin pronunciar alguna palabra, sin tocar el tema y prestando atención a las noticias, esto es normal, convivimos con la muerte. el locutor menciona una noticia de ultima hora : el homicida que se fugo de prisión ya cobro su primera victima, hace poco fue hallada una joven violada y acuchillada en un callejón del centro de la cuidad y se sabe con certeza que fue este prófugo por que dejo su firma en la pared y con la sangre de la joven muerta escribió que volvería por mas", esto es un detonante para mi, me preocupaban mi hermana y mi madre; afuera hay un demente esperando atacar de nuevo y ellas ni se inmutan, no les preocupa esto en lo mas mínimo, mi corazón se acelera y me pongo de pie, voy al balcón y enciendo un cigarrillo para carbonizar la angustia. Mi hermana alista su maletín y se despide de nosotros, yo la observo a lo lejos y pienso que es la ultima vez que la veo con vida, así que la miro con detenimiento para tener esa imagen por siempre en mi cabeza y recordarla con vida, después salen mis padres y me dirijo hasta ellos y les doy un fuerte abrazo, un apretón de despedida, también temo que no regresaran vivos.

cuentos desesperadosWhere stories live. Discover now