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Sergio no recuerda cuántas veces su corazón ha estado agitado –sin saber si es de amor o de tristeza—, sólo conoce al individuo que le ha hecho sentir sus pesares estos últimos meses. Max Verstappen.

Dentro de sus apartamentos lo toma con un cariño que le hace olvidar de todo, cómo sus blancas y frías manos toman con delicadeza las mejillas del contrario y planta un dulce beso; cuando le murmura cuánto lo ama, cuánto lo aprecia, cuánto adora estar junto a él. Para Max lo ha demostrado en un sin fin de palabras, de detalles, de caricias que su corazón se ha acostumbrado a lo frío de la noche y ver cómo lo toma con un ansío amor.

Conoce que esto ha llevado un tiempo, aún recuerda la primera vez que ambos juntaron sus labios, aunque tomaron alcohol, en sus sistemas no había rastro de ello, cada decisión fue a punta de sus corazones y mentes. Fue un viernes justo a las 12:45 pm, desembocando una necesidad de juntar sus labios, el deseo que ambos sintieron al chocar sus miradas en aquella salida por parte de la empresa. Sin llamar la atención, salieron juntos.

Estúpido, se reclama a sí mismo recordándolo.

Max lo llena de un amoroso abrazo, sus labios presionando a su oído y susurrándole con tanto amago el cariño hacia Sergio, lo derrite. Y lo conoce.

—Sergio, aquí no. –la voz fría de Verstappen lo saca de sus pensamientos, no notó que su mano busca la mano contraria, un vuelco dio su corazón. ansioso de sus acciones.

–Disculpa. –le dijo mirando a otro lado. Terminó de darle los papeles que su jefe le hizo traerle. – Eso es todo lo que el señor Sainz me pidió traerle.

Max es uno de los ejecutivos de aquella empresa, la joven promesa para llevar al estrellato con sus acciones; casado y con un omega en su casa. Una preciosa omega con olor a galletas y chocolate, una dulce combinación –pero que a la vez le sofoca olerlo de Verstappen–; Kelly, le dijo la vez que se conocieron en una reunión.

Sergio conoce que su posición no es cerca del gran escalón entre tanta gente. Solo es un simple secretario que fue sugerido porque su padre es amigo del jefe de la empresa, posicionándolo bajo la tutelar de su hijo. Carlos Sainz Jr.

Como omega y secretario sólo es un peldaño para todos aquellos ejecutivos de alto rango; Sobrevivir a base de ser pisoteado no es algo que lo haga sentir orgulloso, pero su lugar y posición por lo menos le permite vivir cómodamente.

–Espera. –voltea a ver esos ojos azules, tan cautivadores para cualquiera que lo vea. El olor a pino con tierra mojada entra en sus fosas nasales. – ¿Qué pasó con el documento de la mañana que se le entregó a Sainz?

Solo tal vez, piensa que esas interacciones son una excusa para mantener su compañía. Tal vez.

–Está trabajándolo. – respondió serio y se dignó a postrarse fuera de la oficina, sin darle la oportunidad de que siga con la plática. Así es como deben ser las cosas. Así fue como eran antes del embrollo que se metieron.

Sergio un omega que gracias a su familia y alrededores ha contenido una habilidad para mantener su postura rígida ante cualquiera que se le pare enfrente. Max no fue diferente, si usaba su voz de comando se reía, si le encaraba con sus feromonas, caminaba dejándolo en una nube de enojo.

–Verstappen preguntó por el documento de la mañana. –comenzó una vez llegando a su escritorio y mirando como el chico le mira a través de sus lentes con una sonrisa. – Parecía molesto.

Carcajeó. – Por el amor de dios con ese perro. – comenta, haciendo reír a Pérez. Solo por un momento, le gustó saber que le dijo perro al tonto de Max. – Se lo traeré durante las 3 de la tarde, coméntaselo a Alice, no hace falta que vayas directamente.

–Claro. – marcando la línea del departamento de él, se dispone a esperar los tres sonidos que está marcando.

un ring.

dos rings.

–Buenos días, habla Sergio. –comienza, monótono. – Alice, coméntale a Verstappen que los documentos de la mañana se los trae más tardar a las 3.

Se paraliza al escuchar la risa del alfa en la línea, buscando en el teléfono fijo si se equivocó de línea. No parece que se equivoca.

–Hola omega, claro. –comenta una vez que se recompone. – Adoro tu voz.

No espera esa muestra dentro de la oficina, le hace sonrojar.

–Coméntale de una comida ahorita a la 1, por favor. – grita desde la oficina su jefe.

–Agrego que se le recuerda la comida a la 1. – termina y cuelga de inmediato. ¿Qué no una de las reglas es no mostrarse un afecto dentro del trabajo? ¿Se considera afecto si sólo le mencionó que adora su voz?

Bufó. – Sainz, tienes a un tonto como ejecutivo. –entra a la oficina del chico, quien le voltea a ver divertido.

–Vamos, Sergio. – se levanta pasando uno de sus brazos al cuello del omega. Cierra los ojos cansado. – Está en el pináculo de su edad, apenas está aprendiendo a este mundo empresarial.

–Sigo sugeriendo y apoyo mejor que la llegada fuera de Hamilton o Alonso ¡Incluso Lecrerc!

–Hasta lo pensé, pero posiblemente haya una posibilidad; uno de los ejecutivos está buscando retirarse a la jubilación.

Decidió seguir con su horario establecido y dado la hora acordada por la comida de ambos ejecutivos, se muestra Verstappen en la recepción, donde Sergio lo ignora. O trata de ignorarlo.

Le manda un mensaje a Sainz de la llegada del rubio, recibido con un emoji sonriente.

–Pérez, recuérdale a él nuestra hora de comida. – comienza posicionándose frente al escritorio del omega. Alice se encuentra ocupada organizando en su tableta las reuniones y más actividades del alfa.

–En un momento, tiene que esperar. – le voltea a ver, no se nota un atisbo de emoción en su rostro. Verstappen conoce que ese omega es tan expresivo ante cualquier situación, adorando cada una de las caras que hace.

Sergio solo se pregunta si mantener esto en secreto, es lo correcto.

Pero sabe que la respuesta es negativa.

Secreto de amor + chestappen + checlercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora