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El hombre de pie en la puerta bordeaba los treinta, de cabello corto, muy rizado y esponjo, con una gran cicatriz en su rostro que nacía desde su mandíbula, vestía una sudadera negra y unos pantalones anchos, era unos centímetros más alto que Mitsuki pero un poco más delgado, frunció el ceño, no le gustaban las sorpresas, y ver a su hermano menor junto a una desconocida, afuera de su casa por la noche, era una gran sorpresa. Finalmente se decidió a dejarlos entrar a su casa. 

Mitsuki afirmó a Sarada para que se quitara los zapatos, a pesar de la mueca de está, y luego se quito los suyos. 

-¿Quién es tú amiga?- tenia los brazos cruzados. Sarada lo observó, eran iguales, salvo por esos rasgos de sus personalidades, y que uno era mayor que el otro. 

-Mi pareja, Sarada - al oír la respuesta de su hermano, el mayor sonrió mostrando los dientes, parecía feliz con la declaración. 

No se lo podía creer. -Pensé que no te interesaban las chicas- se rió de su hermano y luego lo despeino. - cuida bien de mi hermano - hablo directamente a Sarada, ella solo asintió, que aún trataba de decidir como relacionarse con este sujeto -¿Ya comieron?

-Si, no te preocupes- Mitsuki estaba buscando alrededor, algún cambio en aquella casa, pero todo estaba igual a la ultima vez que lo visitó. -No siento a tu novia ¿terminaron?- la mujer de su hermano, era una dulce aldeana, un poco chillona, y muy ruidosa, se notaba de inmediato cuando estaba presente.

Sarada seguía los pasos de los hermanos, el mayor abrió la puerta de una habitación y le hizo un gesto, allí iban a dormir, cuando Mitsuki le preguntó, la repuesta los lapido a los dos -murió hace dos años. - La cara de la pareja se ensombreció, eso era algo... pero el hombre parecía tranquilo, ya lo había superado, o al menos superficialmente -no pongas esa cara- se quejó al ver a Mitsuki. 

Sarada miró el rostro compungido de Mitsuki, esté levanto la mano con la que tapó su cara. 

-Siento mucho tu perdida, hace poco casi experimente una, no es algo que le desearía a nadie- hablo Sarada tratando de ser educada y considerada, ya que Mitsuki se veía afectado por la noticia. 

-Gracias, pero es algo que ya lo había tratado con Yui, al fin al cabo fue su decisión -dijo con nostalgia y sin perder la compostura. 

-No me dijiste nada -reprochó su hermano -has estado pasando por esto solo. 

-No del todo- les hizo guardar silencio y abrió una puerta continua, con la poca luz que se coló a la habitación vieron una cuna, con un pequeño bulto durmiendo allí. Cerró la puerta de inmediato. -Usa tu antigua habitación, pónganse cómodos. 

La Uchiha se interno en la habitación que tenia la puerta abierta, esta parecía la pieza de un adolescente, habían libros y revistas de chicos en un estante, también varias fotos de los tres hermanos, en el velador, sonrió, el contraste era bastante, esta pieza con la que tenia en la guarida de Orochimaru, los tonos azulados de la habitación eran relajantes, dejo sus cosas encima de la cama y se asomó por el marco de la puerta, que tanto discutía su novio con su hermano. 

-Tienen mala comunicación- murmuró para sí misma, pero inmediatamente se tapó la boca, ya que los dos se voltearon a verla -y tienen oídos de murciélagos, que desagradable- hizo una mueca antes de sonrojarse, y devolverse a la habitación a disponer de sus pertenencias.

-Tu novia es mas simpática que tú, te volviste un amargado ¿qué cosas te hizo la vida? antes eras gracioso y alegre, Ryoko era la petulante malhablada de la familia.

-No me cambies el tema- reprochó Mitsuki. 

-¿Cómo está la enana? papá me contó que la dieron por muerta por más de un año, pero luego apareció en Konoha, estuviste escondiéndola de él, ya era hora que te revelarás encontrar del viejo. 

No es obsesión, se llama amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora