- CAPÍTULO 19 -

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Lastimosamente no pudo sacarle información al duque en lo que duró el baile porque este consistía en en movimientos rápidos, separaciones, reverencias y cambios de parejas, esta vez el había ganado ya que con cada acercamiento el tenía preparado algún halago y eso la estaba colocando nerviosa y al parecer eso a él le divertía.

Había bailado cinco piezas seguidas y estaba exhausta, menos mal la pieza que seguía no se la había permitido a nadie, así podría refrescarse un momento, camino hasta el balcón encontrándose nuevamente con Dayanne quién parecía afligida.

—Para haber durado un año en un convento no se está divirtiendo —comento Isabelle al ver su mirada perdida entre los jardines de la mansión.

Dayanne se giró al escuchar esa voz, los cuatro años que duró su matrimonio conoció a varias mujeres, pero todas eran como ella, devotas y sumisas a los mandatos de sus esposos, al mirar a Isabelle veía en ella ese aura de seguridad y autoridad que deseaba; se le hacía tan difícil encontrar en ella esa actitud.

-No es eso Lady Chaney, es solo...

-¿Lo extraña? - pregunto antes de que Dayanne volviera a hablar.

La joven frunció el ceño al no saber a qué se referia, luego se acordó que seguramente hablaba de Joseph.

No extrañaría a nadie como él.

—Se siente extraño estar disfrutando de una velada sola — desvío su respuesta, no quería dar muchos detalles, no porque le diera desconfianza, era más bien porque no quería que nadie se enterara de su lamentable vida junto a él, además como explicarle a una señorita el porque no extrañaba a su marido.

—No te puedo decir que te entiendo porque no he pasado por una perdida como la tuya pero, entiendo lo que es perder a alguien valioso. — respondió recordando a su madre.

Dayanne agradecio que no continuara con el tema, ya que no sabría que responderle a una joven soltera lo que conllevaba un matrimonio.

Hablaron unos minutos mas en donde  Isabelle trataba de conocer a Dayanne un poco más, viéndola que era completamente diferente a Christine la cual era pura alegría pero al mismo tiempo con esa chispa de testarudez, lo contrario a Dayanne, ella si que era una dama como lo establecía la sociedad, hermosa, agradable, sumisa.

Dayanne saco nuevamente su carné, no podía recordar muy bien los nombres de sus parejas, por ende lo miraba cada pieza para saber con quién tendría que bailar.

—¡Que vergüenza! —suspiro, al ver que le tocaba esta pieza con el duque de Windsor.

—¿Te ocurre algo? — pregunto Isabelle intrigada.

—Mi madre... Le pidió al duque de Windsor que bailará conmigo, se supone que... son ellos los que pidan una pieza de baile, no la madre de una viuda. — Isabelle sonrió levemente, se sentía segura de que él actuaría correctamente, ya que no podía darse el lujo de dañar su imágen ante ella.

—No se averguenze, seguramente intenta que te codees nuevamente con la sociedad. — respondió serenamente.

Dayanne suspiro resignada, no quería otro matrimonio en su vida, pero seguramente su madre no descansaría hasta lograrlo.

—seguramente así sea, bueno me retiro, con permiso Lady Isabelle, iré al salon, seguramente el duque estará buscándome. —se excusó, le daba vergüenza expresar el verdadero motivo de aquel baile.

—Si, yo también iré al salón, el conde de Jersey también debe estar buscandome... O a cualquier otra dama dispuesta a bailar por mi — soltaron una minúscula risa, el conde era muy bien conocido por lo afable y enamoradizo.

Un Destino Prometido (Serie Nobles Desamores I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora