Capítulo 3, Policías corruptos.

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Todos los presentes nos tiramos al suelo al escuchar el sonido del arma, me siento aturdida, jamás había tenido la desgracia de haberlo escuchado tan cerca.
Dean y el hombre se han separado después del disparo, como era de esperar. Los dos policías después de forcejear con ellos unos segundos pueden mantenerlos calmados, pero aún así no impiden sus gritos e insultos
-¡Usted es un maldito cerdo! -le grita Dean al hombre.
-Ella me coqueteo, y al final no quiso nada, no sabes -dice en respuesta el animal.
Con este último comentario, Dean enfurece, veo en sus ojos que quiere matar al tipo, pero tiene las manos esposadas... ¿Qué rayos?
-¡Deben soltarlo! Él no hizo nada -sollozo.
Los policías hacen caso omiso a lo que dije y comienzan a sacar a ambos del supermercado.
-Por favor, sueltenlo, solo me defendió de este animal -recalco, dirigiendo mi mirada al hombre.
-¿Otra vez en problemas, Bernie? -escucho a alguien preguntar detrás mío, es uno de los amigos del hombre que me atacó.
-Ya sabes cómo son las mujeres... Dicen sí y al final no quieren nada -responde, mientras lo llevan esposado directo a la patrulla.
Sigo siguiendo a los policías que llevan a Dean como si él fuera el verdadero criminal. Tratan de subirlo a la patrulla, pero él al fin por primera vez se defiende ante los policías.
-Yo no hice nada, por favor, déjenme explicarles.
Los policías se vuelven a verse el uno al otro, creí haber visto esperanza hasta que niegan con la cabeza y meten la de Dean al automóvil.
-Maneja la camioneta y síguenos, llama a mi padre, te amo, mari -ésta vez Dean se dirige hacia mí, trato de no soltar una lágrima pero es demasiado tarde. Él solo me defendió del hombre que al parecer su nombre es Bernie.
A él también lo han subido al automóvil para llevarlo a la estación de policía, pero parece calmado, con un rostro bastante burlon y relajado que parece hasta que está acostumbrado a éste tipo de situaciones, ¿en serio hace esto con cada chica que ve?
Después de cinco minutos comienzan a irse, yo subo de inmediato a la camioneta como me indico Dean y conduzco siguiéndoles.
Y es en éste punto es donde me pregunto... ¿Cómo puede ser posible que las chicas vivamos en constante acoso y agresión todo el tiempo? ¿En realidad los hombres tienen alguna satisfacción en hacerlos sufrir? He visto tantos casos como éstos, pero esos han terminado en muerte, violación y contenedores de basura, a dónde nos llevará la sociedad, creo que todas tenemos miedo de salir a la calle y nunca regresar con nuestros seres queridos única y sencillamente por el capricho de un macho por tomar poder sobre nuestro cuerpo, y es de pensar, mucho.
Por la desesperación y la rabia siento que he conducido por horas, pero en verdad han sido solo quince minutos. Ambos policías llevan a Dean y Bernie con las manos esposadas por debajo de la espalda y los comienzan a llevar por lugares diferentes, ¿qué no se supone que debe ser lo mismo? A Dean lo están dirigiendo por la puerta trasera mientras a Bernie por la principal ¿de qué va esto?
Mis pies siguen a Dean, pero el policía que lo lleva me grita que debo entrar por la otra puerta, por la que ha entrado Bernie. Sin embargo, no discuto y obedezco, lo que menos quiero en esta situación es que los dos seamos arrestados.
Cojo el móvil y me dispongo a llamar al padre de Dean, cuando empieza a sonar la llamada me interrumpe el Asqueroso Bernie hablando a unos metros delante de mí.
-¡Yo no hice nada, tío! -le explica a un policía que al parecer es el jefe en ésta estación.
-Ay, muchacho... Ya sueltalo -contesta el sujeto y el policía que era el condicionado de dirigir a Bernie a su celda lo suelta.
-Gracias, tío -le agradece.
Quedo boquiabierta ante ese hecho, ¿cómo puede pasar esto? ¿Tan enferma está la gente?
-¡Hey! -grito cuando Bernie comienza a caminar para salir de la estación-¡tú debes estar aquí, no puedes irte! ¡Mi amigo está aquí por tu culpa!
-No te equivoques, rubia... -responde a mi pedido de justicia - tu amigo, está aquí porque me atacó, ve cómo me dejó -me dice apuntando su ojo cerrado, pómulo hinchado, nariz sangrante y labios reventados a puños.
-¡Porque tú me agrediste!
-Claro -susurra, acercándose a mí, yo me alejo-, díselo a mi tío que es el encargado aquí, ¿a quién crees tú que tomará en cuenta?
Me trata de acariciar el cabello pero inmediatamente le detengo la mano, se burla, y sale caminando victorioso por la puerta principal después de haber tenido la culpa de todo.
Me enfoco en mi objetivo, Dean, después de mi encuentro con Bernie le llamo a su padre, él coge rápido, trato de explicarle todo lo más rápido posible, no lo tengo cerca pero puedo sentir que saca humo por las orejas y responde que vendrá para acá.
De reojo veo al policía que se encargo de custodiar a Dean, voy tras él para pedirle que me explique la situación de qué pasará.
-¿Por qué a él lo dejaron libre si inició todo esto? -preguntó furiosa.
-Su tío es el jefe, nosotros solo hacemos lo que él nos indica o vamos para afuera -empieza a responder- yo no estoy de acuerdo en esto, pero así están las cosas.
-¿Qué pasará con mi amigo?
-Él... Debe pagar fianza por alteración del orden público, de no ser así estará setenta y dos horas aquí.
Mierda, ahora Dean está entre la espada y la pared. Solo intento estar calmada y esperar a que el padre de Dean llegue, ¡fue mi maldita culpa!
Miro el reloj, veo como la manecilla de los segundos avanza, cada una es un momento en el que Dean está pagando los actos de otro, he pedido verlo pero no me lo permiten, pero aún así sigo insistiendo.
Pasadas casi dos horas llega el padre de Dean desorientado, y es más que entendible, su hijo está preso, no sabe bien el por qué, no sabe qué va a pasar, al igual que yo.
Logró cruzar miradas con él, me ve con un rostro de alivio aunque no lo esté, pero creo que le es útil ver una cara conocida, se acerca a mí a pasos gigantescos y cuando llega me abraza con todas sus fuerzas.
Él es una persona buena, de las mejores que he conocido, muy sencillo y humilde a pesar de estar muy bien económicamente, siempre fue como mi segundo padre, me explicaba que siempre quiso una niña, pero tuvo a Dean, entonces él me veía como su hija.
-¿Dónde está? -me dice al soltarse de mi cuerpo.
-No me han dejado verlo, Fred, lo tienen en alguna celda.
El me abraza por último, se da la vuelta y empieza a hablar con el jefe, tío de Bernie.
Parece que no va nada bien su conversación, Fred está muy alterado y agresivo, me acerco a él para lograr tranquilizarlo, pero parece ser imposible.
Después de diez minutos de discusión, le dicen el monto de fianza, veo como Fred se va de espaldas, no dudo que tenga el dinero, pero no es justo.
Pide verlo, lo aceptan porque es familiar directo; y yo de nuevo me debo ir a sentar.
¿Qué va a pasar? ¿Van a pagar esa cantidad? Me siento tan mal de haber ocasionado todo esto.
Pasa media hora y Fred vuelve, está más tranquilo, se sienta a mi lado y lo primero que me dice es...
-Él no quiere que pague la fianza.
-¿Qué? No vamos a permitir que esté encerrado por tres días -él asiente con la cabeza.
-Por supuesto que no, Marion, sacaré a mi hijo ésta misma noche.
Y así fue, lo cumplió, Dean salió esa misma noche, Fred pagó la fianza y una hora después él ya estaba fuera de esas rejas. No pude contener las lágrimas al verlo.
-Perdón, todo ésto fue mi culpa -susurro mientras me hundo en su pecho.
-No es tu culpa para nada, Mari -responde levantando mi cabeza y barriendo mi lagrima con su pulgar - vamos a casa.
Salimos de la estación de policías corruptos, Fred sube a su auto, después Dean y yo en la camioneta, yo manejo, no creo que él esté en condiciones de manejar.
-Pero las cosas que dejamos en la cabaña, ¿no deberíamos ir por ellas?
-No hay de qué preocuparse, vendremos seguido aquí.
¿Aquí? ¿A un maldito nido de víboras?
Ay Dean, de verdad estás loco.

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