El fin de un comienzo.

10 2 0
                                    

Como una brisa de invierno, que congela tu ser, que te hela la sangre. Te vi pasar como esa brisa, y mi corazón se aceleró, mis pies clamaban caminar, pero mi cerebro no mandaba ordenes, estaba más ocupado registrando tu imagen, en el lugar más seguro para no olvidarte jamás.

Hola, Soy nuevo aquí... ¿Sabrás dónde queda esta dirección? – tu voz no solo vibraba en mis oídos, también podía sentir su sabor en mi boca, y yo solo pude abrir y cerrar la boca como tonto, no podía decir nada... aunque quería decir todo.

¿Hola? ¿te encuentras bien? – no regrese de mi trance, hasta que vi tu mano frente a mis ojos, te pequeña mano, que encajaba bien en mi mano, y su calor era una de las mejores cosas que podía sentir – Lo siento, si claro.... – mi voz sonó más gruesa de lo que en realidad es, y pude ver la sorpresa en tus ojos, tus ojos... claros como el cielo y profundos como el mismo océano frente a nosotros.

Estabas esperando mi respuesta a ese sí que dije, pero mi cerebro seguía en su antigua tarea – es por allá – que tonto sonó eso, más tonto fue cuando levanté mi mano y apunte hacia la calle – gracias – y esa sonrisa que me regalaste, fue lo necesario para darme el valor que necesitaba para hablar.

Si quieres te puedo acompañar, esas son calles peligrosas – vaya tontería había dicho, en esas calles nada jamás pasaba, era la definición de tranquilidad .... - ¿seguro? Me habían dicho que era el vecindario más seguro – vi como tu cara tomaba un leve color rojo, estabas molesto, quizá enojado; aun así, yo te seguía viendo hermoso... y solo llevaba minutos de conocerte – te mintieron si te dijeron que el centro de la ciudad es tranquilo – mi voz sonaba robótica, creo que fue por tu culpa, no dejabas de quitarme el aliento con cada acción que hacías.

Me tomaste por sorpresa, cuando tu risa cerro tus ojos, dejándolos ocultos y el sonido que emitías, podía haber muerto justo en ese momento... lo hubiera querido así – no es el centro lo que busco – me dijiste entre risas, yo solo pude sonreír y mirarte, mirarte mucho tiempo – perdón, he leído mal ¿puedo ver la dirección de nuevo? – me tendiste el papel, por segunda vez, trate de no tocarte, pero no pude, he inmediatamente me volví adicto a tu piel.

¡oh! Es cerca de este lugar, queda frente a la costa... ¿quieres que te acompañe? – un leve rojo en tus mejillas se pintó, el viento soplaba fuerte a esa hora de la mañana, y tú no tenías abrigo – toma mi abrigo, no creo que estés acostumbrado a este clima – Tomaste mi abrigo con manos temblorosas... pensé que era por la brisa de la costa... pensé muchas cosas que no eran ciertas.

Me agradaría – tu voz me saco del trance en el que me vi envuelto, no podía dejar de pensar en ti, y te tenia frente a mí, te veía, te podía tocar, podía oler tu fragancia que el viento hacia llegar a mí, quería hacer muchas cosas... sigo pensando porque no me atreví a hacerlas... - ¿Hola? ¿Todavía estás ahí? – fue mi turno de sonrojarme, no sabía por qué no dejaba de perderme en mis pensamientos – Sí, disculpa... tengo muchas cosas en las que pensar – vi como tu mirada se apagó, rápidamente me lleno un sentimiento que no... que no sabía que volvería a sentir.

Si estás muy ocupado, estará bien si solo me indicas por donde es, no me gustaría quitarte tu tiempo – no hacías nada, solo estabas ahí parado y aun así me cautivabas, mucho, más de lo que alguien me cautivara – No, tengo tiempo libre, solo que hay mucho en lo que pensar, vamos es por aquí – caminamos varias calles, solo ahí me pude dar cuenta de algo - ¡oye! Vamos a ser vecinos al parecer – mi sonrisa amenazaba con dormir mis mejillas y dejarme un dolor en ellas, pero me fue inevitable no tenerla – eso me parece bien – tu sonrisa, era como el amanecer que veía cada cien días, el más hermoso, el único... como tú – ¿en qué apartamento vivirás? – un carro a toda velocidad llegue frente a nosotros, un claxon que perforo mis oídos sonó, estoy seguro que se escuchó por varias cuadras a la redonda - ¡Tom! ¡Tommy! He llegado – un chico un poco más alto que tu bajo del carro, corrió a abrazarte, celos... eso fue lo que sentí cuando él te abrazo y tú le devolviste el abrazo como si fueran.... Como si fueran más que amigos – Carl, pensé que vendrías mañana, acabo de llegar aquí, si no fuera por él, estaría perdido –

Nunca fui bueno ocultando lo que sentía, nunca lo seré y no sé si sea bueno o no, solo sé que tu cara cambio cuando volteaste a verme, estoy seguro que mi enojo se notaba a kilómetros, trate de cambiar mi expresión, pero en eso tampoco soy bueno – Hola soy Carl – tu... no sé qué era el de ti y creo que jamás lo sabré... hablamos tan poco de todo, que me cuestiono si... si éramos más, de lo que fuera que fuimos.

Hola soy Ara – soltaste una risa encantadora, me embobe con esa escena de ti – perdón, enserio perdón – tus manos estaban en tu estómago, como si trataras de que alguien detuviera de hacerte cosquillas – perdón, solo me dio algo de risa que te llamas como los guacamayos... soy biólogo, por eso me dio algo de risa – no me importo si te reíste poco o mucho de mi nombre, lo único que me importo fue escuchar tu risa, tu melodiosa risa – de hecho... me llamo así por la constelación ara, o eso me dijeron mis padres hace ya bastante - llevaste tu mano a tu nuca, tratando de pensar en algo que decir, seguramente... pero no poder saber por qué lo hiciste realmente.

Lo siento, mi error – y ahí estaba de nuevo tu sonrisa tan deslumbrante, gire mi cara para decirle algo a tu amigo, pero ya no estaba ahí, gire para poder verte... pero ya no estabas ahí, de hecho, no había nada, solo un fondo blanco interminable y un sonido verdaderamente desagradable... Pi Pi Pi Pi Pi Pi....

Alargue mi mano al despertador, odiaba ese sonido, ya era el segundo mes con el mismo sueño y jamás podía terminarlo, siempre acababa ahí nunca me dejaba preguntarte si era real o eras solo una persona creada por mí y por mi soledad.

Tire a un lado las sabanas, toque el piso frio con los pies y sentí el frio de este, camine torpemente a mi baño, hice mis necesidades y tome una ducha de agua fría, salí del baño sin toalla, olvide meter una cuando me iba a bañar, lo bueno era que vivía solo... bueno, desde ese sueño ya no sé si es bueno o no.

Busque entre mi ropa algo que ponerme, no tenía ganas de ir a trabajar, ser el jefe de uno mismo te da esa pequeña ventaja, podía ir a trabajar solo un día a la semana y no pasaría nada, no quería ver a nadie hoy... tome una bermuda azul, una playera blanca y mis sandalias... volvería a ir a la playa... es mi lugar favorito, cuando no sé qué hacer, tome mis llaves, mi cartera y mi teléfono de la mesa en la entrada de mi apartamento y camine las varias calles que separaban la playa de mi casa.

La playa a esa hora estaba casi sola, solo unos cuantos surfistas y uno que otro pescador corrían por ahí, camine al muelle de la playa, en sus años de gloria recibía grandes barcos de donde centenares de personas desembarcaban en busca de un día en tierra, ahora solo funcionaba como una fuente de inspiración para fotos, o cenas románticas o cosas pequeñas por el estilo, no llegue ni a la mitad del muelle cuando tu voz me hizo girar rápidamente.

Hola, soy nuevo aquí... ¿Sabrás dónde queda esta dirección? – por fin sabría cómo terminaba mi sueño... pero para ser sincero ya sabía cómo iba a terminar con solo verte.

Fin.

Entre Sueños y RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora