Unas palabras que había escuchado hace cinco años, hoy se podía hacer realidad.
Después de meses esperando, por fin habíamos conseguido adoptar a un niño. Primero, teníamos que conocerlo, escoger a cual llevar, pero era algo difícil.
Simplemente no nos sentíamos capaces de escoger entre tantas caritas tiernas.
— ¿Estas lista, amor? —le pregunto, colocando mi mano sobre su hombro.
Beverly me mira y me sonríe con ternura. Pero algo no iba bien en aquella sonrisa, porque poco a poco se formaba en un pequeño puchero. Sus ojos se cristalizaron de inmediato.
— Oh, no llores, amor —sostengo su rostro, y ella suelta sus primeras lágrimas.
— Estoy tan nerviosa —dice Beverly sollozando— ¿Y si no sirvo para esto?.
— No digas eso, eres grandiosa, y recuerda que estamos juntas en esto, vamos a mejorar las dos.
— ¿C-Crees eso? —limpia sus propias lágrimas.
— Claro.
Poco a poco lleva sus brazos a mis hombros y me abraza.
— También estoy nerviosa, en realidad —admito.
— Al menos sabes controlar la situación —Beverly ríe— ¿Me das un beso?.
— Por supuesto, no lo preguntes.
Entonces nos besamos, y caigo en cuenta que después de unos ocho años, es la misma sensación que al principio. Sentía un montón de cosquillas en el estómago, y mi corazón no dejaba de latir con fuerza.
Esta chica me tenia loca.
— Ahora vamos a la parte más difícil de esto —suspiro, y juntas salimos del auto.
Ella toma mi mano y me sonríe, transmitiendome mucha seguridad.
Esta no era una relación pasajera, o una confusión.
Iba mas allá de eso.
Es íbamos a demostrarlo
🍒fin🍒