Capítulo 22: Perfectamente equivocada para mi.

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Capítulo 22: Perfectamente equivocada  para mi.

Marley.

Las gradas son el perfecto recurso cuando quieres escapar de bastantes pares de ojos, todos juzgando a cada instante. Vengo aquí en el almuerzo la gran mayoría del tiempo, en la noche para apreciar el cielo estrellado o simplemente cuando deseo desaparecer, aunque eso es fácil cuando de por sí eres invisible.

Observo con poco interés como el entrenador Keep le grita a los chicos mientras ellos realizan todos los entrenamientos antes asignados y sigo con la vista como Zachary ría en los bebederos porque, al parecer, Josh y Spen le hacen una anécdota muy graciosa.

Suspiro.

Rían, rían, mientras a mi me lleva el mismísimo infierno por culpa de tu estúpida novia bocazas. No estuve tras ella rogando porque extendiera su mano amiga sobre mi. Yo no quiero ayuda de nadie y es que cuando has estado tanto tiempo sola, como yo, se vuelve una costumbre el asumirte, el solventar todos tus problemas por ti misma. Nunca me he sentado con alguien de tú a tú para contarle mi precariedad, de hecho, desconozco la capacidad de otros para compartir sus problemas como si se tratara de una narración masiva. Los psicólogos son pagados para escucharte decir un sin fin de palabrerías.

Bajo la vista hasta la pantalla y leo de nuevo mi conversación con Sídney por whatsapp:

¿Se puede saber qué mierdas le dijiste a la perra de Skyler?
Vino aquí a soltarme una cantidad de palabrerías estúpidas sobre cuidarte y apoyo y no sé que otras porquerías más.
¿Tú la enviaste?
8:13 pm.

No...
¿De qué hablas, amor?
8:20 pm.

Estoy harta de todo esto.
8:34 pm.

No entiendo.
8:34 pm.

Eres un desastre, terminamos, niña.
9:30 pm.

***

Fueron sus últimas palabras, luego de yo haber dejado muchos mensajes, rogando no me deje, me percato que ninguno fue leído porque sólo aparecía una palomita indicando que ella me bloqueó.

Con pesadez me levanto e inicio el descenso por las gradas. Aprieto el paso cuando me doy cuenta de que debo pasar justo a Josh. Sé que me ha ayudado mucho en todo este tiempo y agradezco lo que hizo por mi cuando tuve que enfrentarme a mis padres. Por un momento pensé que se iría pero se quedó, hizo lo que pocas perdonas se atreven al ver circunstancias difíciles, quedarse  mi lado. Lo estúpido de todo es que cualquier persona esperaría que su pareja fuese quien lo apoyara en tales circunstancias y, sin embargo, ella estaba en la otra mesa de risitas con Debra. Ni siquiera contestó ninguno de mis mensajes.

Escucho a Josh llamarme pero ahora mismo no quiero hablarle, sólo buscar a Sídney e intentar arreglar todo lo que la estúpida de Skyler echó a perder.

— Srta, Daniels— pego un respingo cuando una gruesa voz se escucha a mis espaldas, giro para encarar al rector Morrison—, buenos días.

— Buenos días, rector Morrison— digo, sin verlo directo a los ojos.

— Me gustaría dar un paseo con usted, caminemos.

Extiende su brazo indicando que pase primero, aprieto los labios. Esto es inusual y es la parte preocupante porque el rector no levanta su gordo trasero de esa inmensa silla giratoria a menos que algo ande lo suficientemente mal o los altos directivos le inyecten presión cada dos segundos.

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