Capítulo XV

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-¡Ayuda! -suplicó una vez que una voz femenina contestó en la otra línea – necesito ayuda urgentemente, estoy en la preparatoria Isidro Fabela y un asesino me persigue, ¡Él mató a las otras chicas, el director Francisco las mató, es él, necesito que vengan! -Ana chilló cuando una mano fría la tomó de los pies y la arrastró, sacándola de su escondite.
El director Francisco la sometió y los gritos, rasguños y pelea que dio la chica no sirvieron de nada.
-Quédate quieta... -murmuró el hombre mientras sacaba un cuchillo del bolsillo trasero de su pantalón y acariciaba la cara de Ana con el filo –me gustan las rubias -susurró mientras una sonrisa perversa se le dibujaba en el rostro – pero por ponerte en mi camino- hizo una pausa mientras dirigía el filo hacia el pecho de la chica –no me queda más remedio que deshacerme de ti dulce Ana.
La chica protestó a pesar de que la mano de Francisco impedía que gritara, sus ojos y rostro estaban bañados en lágrimas. Soltó un grito ahogado cuando el director la tomo del cabello y la arrastró por el pasillo hasta llegar al aula en dónde todo había comenzado.
Rogó por su vida, intentó liberarse y buscó desesperadamente con la mirada a Violeta.
Su pecho se contrajo cuando al bajar las escaleras hasta el túnel se encontró con el horror de saber qué había en el sótano. Parecía una cámara de tortura con artefactos extraños colgando de las paredes y soltó el grito más desgarrador de su vida cuando vio una de las cuatro paredes llena de fotos de chicas rubias junto a un mechón de cabello de cada una.
¿Qué era aquella atrocidad? Ni siquiera pudo contar el montón de fotos colgadas en la pared, pero supo que eran más de veinte chicas mínimo.
-¿Te gusta mi obra de arte, cariño? -Francisco soltó una risa maniaca –es mi pequeña colección, es invaluable.
Ana quiso vomitar cuando Francisco le arrancó a la fuerza el abrigo.
-No haga esto, por favor- las suplicas de Ana no sirvieron de nada y supo que se aproximaba lo peor.
Pero al abrir y cerrar los ojos vio detrás de Francisco a Violeta, que portaba un sonrisa macabra en el rostro y llevaba en la mano un cuchillo, con el que pronto apuñaló al hombre en la espalda, al mismo tiempo el arma filosa del director se clavó en el pecho de Ana.
Las sirenas de la policía sonaron mientras Ana perdía la vida, el espectro de Violeta desvió la vista y cerró los ojos cuando su amiga daba el último suspiro.

¿Quién mató a quién?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora