Latkaria

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Eran tiempos difíciles. Latkaria estaba en guerra contra Brankovia desde hace décadas y no tenía pinta de detenerse pronto. Durante este periodo de guerra nació Eduard Volkov, hijo de Vladimir Volkov, el dictador de Latkaria. Cuando este murió a causa de un atentado a manos del ejército Brankovo, todo su poder fue heredado por su único hijo Eduard.

Eduard siempre había vivido en la comodidad del palacio de su padre. Fue educado en casa por los mejores profesores sobre la historia y política de Latkaria, siempre dejando al ejército Latkario como los héroes. Sin embargo su padre era muy estricto con él. Siempre le obligaba a saludarle con el saludo latkario "Henbel Latkaria", el cual significaba "Latkaria libre" en latkario antiguo. Esto le dio a Eduard un gran respeto hacia su padre. Eduard rara vez salía de palacio, y cuando lo hacía siempre le acompañaban 2 guardaespaldas, pero ahora que su padre ya no estaba para protegerlo ni asesorarlo debía dirigir el país el solo.

Eduard había sido instruido desde pequeño distintas técnicas estratégicas para dirigir a la milicia y el gobierno, así que supo cómo llevarlo.

Un día, Eduard estaba supervisando una base cercana cuando de repente tumbaron la puerta los soldados Brankovos, los cuales llevaban máscaras de gas. Estos empezaron a rociar la habitación con gas mostaza. Los guardaespaldas de Eduard abrieron fuego y consiguieron abatir a unos cuantos. Mientras que los pocos soldados que quedaban vivos agonizaban de dolor, Eduard consiguió arrebatarle un uniforme y una máscara de gas a un soldado Brankovo caído. Al retirarle la máscara al hombre, Eduard quedo horrorizado. Su rostro estaba pálido, y una lágrima corría por su mejilla. Aquel hombre seguía vivo y agonizando. El soldado le rogó entre gemidos de agonía que por favor le dijese a su familia que lo sentía, que nunca debería haberlos abandonado. Eduard sintió pena por el soldado, pero no podía quedarse allí, así que cogió el uniforme, la máscara y la placa militar y salió corriendo. ¡Sálvese usted,—HENBEL LATKARIA!—Exclamo su ayudante, el cual presencio como su general salía corriendo entre una niebla de gas mostaza. Eduard, sin mirar atrás, exclamó —HENBEL—Después, salió corriendo y se escondió cerca de unos camiones que había cerca de un hangar, donde se cambió de ropa y escondió la que llevaba puesta. Se quedó allí escondido un rato, pero pronto empezó a oír pasos de los soldados enemigos. Si le veían allí sin hacer nada sospecharían, asi que fingió estar comprobando las ruedas.

—¡Rodolf, al camión!—Dijo el que parecía ser el general, apuntando hacia Eduard. El quedó confundido, hasta que se dio cuenta que en la placa ponía "Rodolf" Para no levantar sospechas, Eduard obedeció y subió al camión, el cual parecía de transporte de tropas.

Estaba atemorizado. Era la primera vez que se enfrentaba a una situación de riesgo y no sabía qué hacer. No podía desvelar su identidad, ya que él era la persona más buscada por el ejército Brankovo desde que este heredó el cargo de su padre. Tampoco podía volver con el ejército latkario, ya que sería acusado inmediatamente de alta traición y ejecutado por sus propios aliados. Debido a que todavía conservaban las máscaras de gas, Eduard decidió no quitársela y suplantar la identidad de Rodolf hasta que pudiese escapar.

El viaje se hizo largo y pesado. Eduard tenía miedo de ser descubierto, pero pronto llegaron a la base de los Brankovos. Los soldados fueron a las duchas para deshacerse del gas mostaza que tuviesen en la ropa, asi que sin desvestirse y con las máscaras de gas aun puestas, comenzaron con la limpieza química. En cuanto los soldados se descuidaron, Eduard se escapó hacia los vestuarios y se quitó la máscara. Allí se miró a si mismo en el espejo.

— No me pueden ver así, me reconocerán enseguida.— Pensó para si mismo. Al lado de un lavabo descubrió una pequeña cuchilla de afeitar. Entonces cayó en la cuenta de que debía cambiar su aspecto si quería pasar desapercibido. Hurgó en sus bolsillos y encontró una foto de un hombre, más o menos de su edad, acompañado de una mujer de rasgos nórdicos y dos niñas pequeñas, las cuales mostraban una enorme sonrisa en su cara. En la parte trasera había un corazón dibujado con la frase "Te queremos papá; Dasha y Dominika. Eduard asumió que se trataba de Rodolf y su familia. En ese instante Eduard recordó el rostro sin vida de Rodolf, y de cómo su familia lloraría su muerte. Un escalofrió recorrió su cuerpo.

LatkariaWhere stories live. Discover now