Y estaban allí, esperando que algo pasara. John contempló a su amiga con cariño.
Ella le correspondió, pero la mirada de John la inquietó demasiado, por lo que se sonrojó y apartó su vista.
Ella lo detestaba, pero él obviamente no. Lo detestaba desde esa vez, hace un año y medio, cuando le rompió el corazón. John, no se dio cuenta hasta muy tarde, y hasta el día de hoy asumía que todo estaba bien entre ellos, lo suficientemente bien como para dar el paso.
Ella empezó a ponerse nerviosa, no podía soportar que el desgraciado de John la mirara como si no hubiese ocurrido nada, sabiendo ella que él fue el único a quien amo y, por consecuentes, el único que la daño.
Janice se alejó. Lentamente, moviendo sus pies tan disimuladamente que con mucha suerte él no se daría cuenta.
John seguía pensando en lo bella que era.
Janice pensaba en lo molesto que él se comportaba. No deseaba sentirse atraída por él, no soportaba traicionar sus propios principios.
La joven siguió apartándose, hasta que inocentemente olvidó que la vereda terminaba, tropezándose con sus propios pies, cayendo al suelo. Al ver John que su acompañante se había caído se desespero por ayudarla.
Janice estaba completamente colorada; una vez que John se aseguró de que se hallaba bien, comenzó a reírse. Janice quiso huir. Lo hizo, se paró y salió corriendo.
A John le tomó un pequeño momento reaccionar y seguirla. No entendía por qué se escapaba.
John corrió detrás de ella, gritándole que se detenga, pero ella estaba tan avergonzada, tan enojada que lo único que quería era apartarse de él, quería que desaparezca de su vida de una vez por todas. John solamente quería contenerla, abrazarla y sentir su calor, aquel que tanto extrañaba.
Lamentablemente para él, no era el único con ese objetivo. Sean, que caminaba por el parque buscando un lugar tranquilo para leer, vio a la luz de sus días (Janice) acercarse corriendo. Ella no lo había notado.
Se paró en su camino, de modo que la atajó cuando llegó hasta él. La chica levantó la vista sorprendida. Su extraño compañero de matemáticas le sonreía desde arriba. Aún desesperada por escapar de John, posponiendo la sorpresa de ver a Sean ahí, tomó a este último del brazo y lo arrastró detrás de ella hacia un árbol lo suficientemente grueso como para ocultarlos a ambos del camino.
Sean no entendía qué era lo que estaba pasando. Janice le hizo una seña con las manos para que hiciera silencio. Ellos esperaron ahí acurrucados. La chica, estando tan preocupada por John y por que no la descubra, no advirtió que Sean estaba a centímetros de su anatomía. Al notarlo unos segundos después, se puso demasiado nerviosa, porque no solo estaba extremadamente cerca del cuerpo de Sean, sino que también respiraba en su cuello. Janice se tensó y giro rápidamente, tratando de apartarse un poco, pero lo único que consiguió fue que sus cabezas chocaran y los dos quedaran frente a frente, mirándose a los ojos.
“¿Qué están haciendo?” Dijo Gina, la hermana de Sean. Sean y Janice se separaron rápidamente, lo que causó que John, que justo estaba llegando, los avistara. ¿Qué hacía Janice con el tonto de Sean? Se acercó a ellos, pero se arrepintió al encontrar también ahí a Gina, su ex-novia. Recientemente había terminado, luego de lo cual se dio cuenta de sus verdaderos sentimientos por Janice.
Se paró allí, avergonzado, mirando con dudas a Gina, con curiosidad a Sean, y con anhelo a Janice. Ya no podía volverse hacia atrás, ya estaba en medio de todo eso y, en el preciso instante en que quiso caminar lentamente hacia atrás, su celular empezó a sonar, llamando la atención de todos.