—¿Y cómo demonios pretendes que haga eso? Además odio a los perros, los odio más de lo que te odio a ti. Probablemente te ayudaría a deshacerte de él, no a recuperarlo.
—¿Qué clase de persona odia a los perros? —pregunta con la boca abierta, sin poder creerlo.
—Odio a todo lo que nace, crece y se reproduce. Sólo espero con ansias la parte en la que mueren —contesto, poniendo los ojos en blanco ante su ignorancia de esa parte esencial de mí.
—Yo soy bueno en la parte de la reproducción —me mira, mueve las cejas de arriba abajo y muerde su pizza de una manera seductora— pero en fin, eso es obvio. Ahora, regresando a los negocios, creo que eres la persona indicada para el trabajo. Todo lo que tienes que hacer es distraer a unos amigos míos mientras yo me robo al perro, quiero decir: recupero. Estarás de acuerdo en que no me puedo robar lo que por derecho es mío.
—No —declaro rápidamente— no, no, no, ni lo pienses. No lo haré.
—Ou, vamos. Al menos piénsalo. Si aceptas te regalaré una muestra de mis completos y muy solicitados servicios de reproducción —dice adoptando un semblante serio, como si estuviera proponiendo negocios. ¿En verdad está sugiriendo esto, a mí? ¿En verdad piensa que lo voy a querer considerar siquiera? Lo miro mal.
—No —digo finalmente, después de reprimir un par de insultos en mi interior.
—¿No? De acuerdo, a ver, si aceptas... me iré de tu vida por completo, jamás volverás a verme otra vez —promete, poniéndose más serio aun. Debo admitir que es una propuesta demasiado tentadora.
—De acuerdo —contesto con seriedad después de considerarlo tres punto dos segundos— Escoria, parece que tenemos un trato.
Él sonríe y extiende su mano derecha hacía mí.
...
Mi celular no deja de vibrar en mi mano, Dick me ha mandado, fácilmente, cincuenta mensajes en estas dos horas. No le he contestado ninguno, pero eso no lo detiene. Sólo sigue, y sigue.
"Nena, vamos, sal de ahí"
"Por favor, sal de ese salón y fúgate conmigo"
"Vive la vida loca"
"Me muero de aburrimiento"
"El desasosiego invade mi alma"
"¿Ya no me amas?"
"¿Sexteamos?"
"¿De qué color son tus bragas?"
"Estoy caliente..."
"... el aire acondicionado no llega al estacionamiento. Jaaa"
"Mal pensada"
"Necesito de ti como mis pulmones necesitan oxigeno"
"Mi perro morirá si no te apresuras"
"Estoy a punto de estrellar mi maldita cabeza contra el piso"
"Mata a tu maestro"
"Yo me llevo el cuerpo"
Hasta que por fin suena la campana de salida y me levanto de golpe con mi mochila al hombro para salir corriendo aunque el maestro sigue hablando. Siendo sincera, no le he puesto nada de atención, así que no tiene sentido que siga escuchando.
—Buena clase profesor, nos vemos —murmuro antes de salir, con todos mirándome.
Cuando salgo al estacionamiento, jadeando porque he corrido hasta aquí con una mochila de veinte kilos en mi hombro, Dick tiene su espectacular Ferrari estacionado justo en frente de la puerta. Él está sentado en la parte delantera, con su espalda apoyada en el parabrisas, sus brazos debajo de su cabeza y sus ojos cerrados tranquilamente. Todos los que salen se le quedan viendo inevitablemente, pero él no parece darse cuenta, sólo sigue ahí, acostado como si estuviera tomando el sol.
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Ladrona de mi corazón
Ficção Adolescente¿Podrá el amor ser mas fuerte que la justicia?