Hace mucho frío, ¿no crees?

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Me despierto en una mañana invernal, hacía frío y es noche afuera pero no me importaba mucho en realidad. Mientras ando acurrucada entre mis sábanas, leo mi libro favorito, el mismo que he leído cien veces sin cansarme.

Marcaron las 6:30 am cuando escucho a alguien tocar la puerta de mi departamento. Aquello me deja curiosa pero me levanto, dejando en la mesa mi libro, y voy hasta la entrada aún con la sábana grande rodeando parte de mi cuerpo.

Tan pronto como abro la puerta, el rostro de Clara se recarga en mi hombro, luego ella gruñe.

—Te extraño —dice entre susurros cansados. Se acomoda lo suficiente para abrazarme, sus brazos rodeaban mi cintura pequeña.

—Si nos vimos ayer —aguanto una risa divertida, dejo que haga lo que ella quiera conmigo. Con cuidado, cierro la puerta.

Clara comienza a empujarme, aún abrazadas, hasta el sofá de la sala. Ella cae arriba de mi y sonríe.

—Mucho mejor.

No puedo hacer más que reír.

—Eres una mimada, ¿lo sabías?

Ella me abraza con más fuerza, escondiendo su rostro en mi pecho.

—Hace mucho frío, ¿no crees?

—Sí, hace mucho frío.

—¿Puedes cobijarme, Roma?

Asiento en silencio y hago lo que me pide, y entre intento e intento sin que ella moviera ningún músculo, logro que la cobija esté sobre nosotras.

—¿Mejor?

Me besa la mejilla.

—Mejor.

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¡Más cuenticos gays!
Ésta vez de Clara y Roma,
dos chicas adorables ❤️

Tengo frío, abrázameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora