-Sophia...te llamas Sophia- Dejó una sonrisa en el aire y salió de la habitación.
Sophia. No estaba mal. Un muñeco se me estampó contra el pecho sin hacerme mucho daño. Matty parecía reclamar mi atención.
-¿Y tú que pequeñín?- Lo cogí por los hombros y lo elevé.
Una pisadas se oyeron subir por las escaleras y a los pocos segundos mi padre y mi madre entraron en la habitación.
-Ven- me cogió en brazos y mi madre cogió a Matty.
Me dejó en uno de los taburetes que rodeaban la isla de la cocina, ya que yo le había dicho que prefería estar allí para hablar con ellos antes que estar sola en el salón, y subió de nuevo a por la silla. Mi madre dejó a mi hermanito en una silla para niños a un extremo de la isla, justo a mi lado, y se acercó a ayudar a mi tía con la comida.
Llamarlos de esas maneras: mi padre, mi tía, mi hermano... Para mi eran completos extraños que acababan de alojarme en su casa, aunque pensándolo así, yo misma me siento una extraña.
-¿Se puede saber quién ha pelado esta zanahoria? Ya no es ni zanahoria- dijo mi madre levantando la verdura de la encimera.
-Tu Alan. Que quiero mucho a mi cuñado, pero podías haberte buscado uno que supiera cocinar- rió mi tía haciendo que mi madre también riera.
No tenía memoria, pero no era imbécil, así que en seguida relacioné Alan con el nombre de mi padre. Debía de admitir que mi padre era realmente malo en la cocina, solo con ver esa zanahoria mal cortada, casi ya no tenía volumen y algunas zonas estaban más cortadas que otras. Alan apareció en escena con la silla de ruedas y la colocó al lado del marco de la puerta. Parecía no haber escuchado nada de lo que habíamos hablado.
-Bueno voy a seguir con las zanahorias- anunció acercándose a la encimera.
-No, cariño, mejor déjamelo a mi- le apartó mi madre.
Mi tía se reía igual que yo, y Matty golpeaba ignorante el muñeco sobre la isla.
-¿Qué pasa?- preguntó al ver nuestras risas.
-Nada, que eres muy malo con esto de la cocina- le informó mi tía.
-Yo lo intento- se defendió Alan.
-Pues deja de intentarlo y déjamelo a mi, que por suerte tienes una chef en casa- dijo mi madre.
¿Chef? ¿Mi madre era chef? No me esperaba eso, tampoco espero nada en particular la verdad. Hubiera tenido la misma reacción con cualquier oficio. ¿Y mi padre? ¿A que se dedicaba?
-¿Eres chef?- decidí asegurarme.
-Si- afirmó la mujer ocupándose de lo que su marido casi destroza, las zanahorias.
-Tu madre tiene un restaurante bastante conocido en el centro de la ciudad- completó la información mi padre sentándose enfrente mío.
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Amnesia
Teen FictionParalítica de cintura para abajo y sin recuerdos en mi mente desperté un día en una habitación de hospital sin saber por qué. Rodeada de extraños a los que se supone que conozco. Extraños que son las personas más cercanas a mi, al parecer. Esos extr...