"Fiesta o hambre en este lugar, ¿no?" Gabriel suspiró profundamente. Llevaba su aburrimiento como si se preguntara cómo se atrevía el universo a no entretenerlo, y se sentaba lo más relajado que podía en una banqueta en la barra. Era como un gato en ese sentido. Podía estirarse y agacharse para sentirse cómodo - al menos, Renato suponía que estaba cómodo - en cualquier lugar que se le diera la gana. En este momento, su brazo parecía la única pieza sólida de su cuerpo, su codo en la barra y su mano contra su cara, levantando su cabeza mientras el resto de él estaba echado desde el borde de la barra, arriba del asiento y hacia abajo de la pata de la banqueta hasta donde la punta de su zapato tocaba el suelo.
Renato no estaba tan cómodo. Era difícil relajarse cuando la billetera en el bolsillo de sus ajustados pantalones de cuero estaba casi vacía. Mirando el salón casi vacío de Jardín Paraíso, donde cada uno de los pocos potenciales clientes ya estaba bajo los hechizos de al menos uno o dos de los otros trabajadores, dijo: "¿Siempre es así en diciembre?" Lo había sido desde hace dos semanas. Casi tres ahora.
Gabriel se encogió de hombros. "A veces. La economía y todo eso." Suspiró de nuevo y saludó con la mano. "Aparentemente, la gente piensa que es una mejor idea comprar comida antes de alquilar una pija o un culo por la noche."
Renato se habría reído del comentario - tan típico de Gabriel - pero era difícil encontrar el humor cuando poseía una pija y un culo en desesperada necesidad de alquiler. Después de todo, tenía que comprar comida. No importaban los regalos de navidad. Y probablemente una nueva heladera.
"Relajate." Gabriel se acomodó unos rulos rebeldes que se le caían en la cara. "El día de cobro se acerca para la mayoría de ellos. Van a volver.".
La pregunta es, ¿volverán antes de la fecha de vencimiento del alquiler?
"Todo cambia cuando reciben el bono. Van a tener plata para quemársela, y celebrar que no los echaron antes de Navidad echándose un polvo ellos mismos." La figura tirada de Gabriel acomodó una articulación a la vez y se incorporó, haciendo círculos con sus hombros debajo de su camisa negra y resbaladiza. "Bueno, ya que hay algunas cabinas sin ocupar, deberíamos ir a sentarnos en un lugar más cómodo."
Renato vaciló. "¿No-nosotros?"
Gabriel hizo una pausa. "¿No querés?"
"No dije eso. Yo sólo-" No pensé que vos... Digo, los pibes como vos no suelen... Yo soy yo, y vos sos vos, y... Renato se sacudió y volvió a la realidad. "Por supuesto. Dale."
Gabriel lo miró desconcertado, pero no dijo nada y comenzó a cruzar el salón.
Renato tomó su bebida. Era sin alcohol, por supuesto, ya que a los empleados no se les permitían bebidas alcohólicas en el trabajo. La regla se hacía cumplir a rajatabla. Hubo algunos pibes que pensaron que darle a Raúl, el jefe de camareros, una mamada gratis daría lugar a que rompiera las reglas y le añadiera vodka al jugo de naranja o ron a la gaseosa cola, pero se rumoreaba que todo lo que obtenían era un abdomen lleno de semen y, en el peor de los casos, un despido de inmediato y permanente de Jardín Paraíso.
Renato se puso de pie y siguió a su colega a través del salón, que estaba más lleno de mesas y sillas que de gente que las ocupara. Bueno, tal vez esta noche no era del todo mala. Puede que no le paguen, pero tampoco le costó nada mirar a Gabriel de arriba a abajo mientras caminaba. Vestido de cuero ajustado, con un cuerpo ágil y un andar provocador; Dios, no era de extrañar que tuviera tanta demanda. La mayor parte del tiempo, de cualquier manera. Una mayor demanda que la de muchos de los chicos del lugar, incluido Renato, pero menor que la de la comida, la calefacción y los celulares.
Renato se recordó a sí mismo que no había estado ahí lo suficiente como para estar en demanda como Gabriel. Trabajaba en Jardín Paraíso hace aproximadamente seis meses, desde que el aburrimiento posterior a los parciales lo llevó a buscar más emoción de la que había encontrado haciendo de stripper los fines de semana, algo que había hecho desde su segundo cuatrimestre en la universidad. Esto era más agradable y mucho más rentable, por lo que siguió haciéndolo incluso después de que las clases hubieran empezado de nuevo.
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Intercambio. [Quallicchio]
FanficGabriel y Renato son trabajadores sexuales en Jardín Paraíso, un club de Puerto Madero (Capital Federal) que atiende a los más adinerados de la zona. En una de sus noches de trabajo, un empresario pide algo un poco peculiar: quiere reservarlos a amb...