capítulo 1

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-mmm

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-mmm... mas que bien, excelente en realidad, mon amour, eres sin duda perfecto

-no Amance, tu eres perfecta, yo soy solo un simple mortal destinado a complacerte, diosa mía

-te amo demasiado Damien, nunca me dejes

-descuida Amance, eso no sucederá jamas...

Y enserio era eso lo que ella mas anhelaba, no entendía como había llegado hasta esa situación pero no quería salir de ahí jamas, no quería separarse de aquel magnífico hombre

Aquel día, en aquel lugar, en aquella hora, sus mundos se habían combinado a la perfección, en ese instante todo había cambiado, sus realidades se volcaron por completo entrelazando sus vidas

Amance Le Brun, una mujer de treinta y ocho años, que a sus treinta y cinco enviudó a causa de un accidente aéreo, su esposo realizo un viaje sin retorno, él era un hombre de negocios que al abordar aquel avión encontró la muerte

A pesar de ya no ser precisamente una joven, era conservada como tal, mujer de gran belleza, una belleza cautivadora para cualquiera. La perdida de su esposo la había destrozado, lo amaba demasiado y la vida se lo había arrebatado muy rápido, sin embargo supo salir adelante, manejaba a la perfección la empresa de su difunto marido y jamas se prestó, desde el accidente, a otra cosa que no fueran los negocios. Una mujer decidida, siempre se había interesado en los negocios por lo que manejar la empresa no le era difícil, los hombres ahí la tenían vista como una bella e inalcanzable mujer mientras que las mujeres la veían como una fría, calculadora y manipuladora, así era Amance, una belleza calculadora, no daba un paso en falso, no se lo permitía, no caía en las tentaciones o errores, siempre firme, siempre derecha, siempre controlada

Pero un día cambió todo. Era una calurosa tarde de verano, ella como siempre no se daba tregua en el trabajo, pero, por motivos inexplicables decidió que seria mejor pasar una tarde tranquila, si, eso haría, llegar a su casa y refrescarse en la piscina hasta que cayera la noche, era una estupenda idea

Mientras se dirigía a su casa pidió a su chofer que aparcara frente a una prestigiosa boutique, desde fuera pudo observar un lindo vestido, lujo que no se negaría, por lo que decidió bajar y comprarlo

Una amable joven salio a su encuentro, tras decirle que vestido deseaba y encontrar su talla fue a uno de los vestidores

-¿que le pareció?- inquirió la joven

-es perfecto, me lo llevo

-bien, ¿le gustaría ver algo mas?

-hmm- observó a su alrededor y decidió seguir viendo las maravillosas prendas que ahí vendían

Evaluaba todo aquello que atraía su atención pero siempre habían detalles que la hacían desistir de su decisión

-¿algo en especial bella dama?

-eh... No, solo miraba- escuchó la gruesa voz a su espalda pero no le dio importancia, solo se limito a seguir observando la ropa

-permitame mostrarle este, a una mujer tan hermosa como usted la haría lucir aun mas bella - tras escuchar eso Amance volteó, su mirada no fue hacia el escotado y atrevido vestido que le mostraba sino hasta aquel hombre alto, de hombros anchos y profundos ojos cafés, que juró, la desvestían con tan solo verla

-¿cree que yo me vería bien con tan poca tela?- Amance conocía muy bien la respuesta, sí, pero deseo escucharlo de él, era guapo, ¡no!, guapísimo, era la combinación perfecta entre la elegancia y la masculinidad, pudo notar que debajo de aquel traje negro se escondía un esculpido cuerpo, deseó descubrir mas pero se limito a tomar el vestido e ir a los probadores, no era una mujer que se dejara llevar por los deseos, nunca lo había sido, no caería

Era joven, quizá veintisiete o veintiocho años, no tenía mucha edad y de alguna forma eso la atraía aun mas. Mientras se observaba en el espejo el sugerente escote que tenia, pensaba en sus ojos, en como la vería cuando saliera pero... ¡Oops!, no alcanzaba el cierre que el vestido tenia en la espalda, no lograba cerrarlo por lo que vio ahí una perfecta oportunidad... ¡¡Momento!!, de inmediato se reprimió a si misma, no era una cualquiera y tampoco tenia tiempo para pensar en algo mas que no fuera su empresa, lo subiría sola y de no lograrlo simplemente no se lo probaría

Continuo con la difícil tarea de subirlo y cuando nrollo su brazo para alcanzarlo mejor, un leve gemido se escapo de sus labios sin que lograra detenerlo

-¿todo en orden señorita?- su voz la descontroló al darse cuenta que estaba afuera esperándola

-eh... Si, todo bien gracias

-¿esta segura?, recuerdo que él vestido tiene un cierre largo, ¿tiene problemas con eso?, ¿gustaria que la ayudase?

¿Era enserio, quería entrar a ayudarla?, no lo permitiría

-no gracias, ya lo subiré yo... ¡Ahh!- se quejo otra vez, a ese paso terminaría por fracturarse el brazo así que en un hábil movimiento abrió la puerta y lo hizo pasar - por favor

Entro y ella cerro la puerta mientras le daba la espalda, le recogió el castaño cabello largo y lo dejo descansar en su hombro, lo que hizo que Amance se sobresaltara ante su cálido contacto. Buscó entonces el cierre que se encontraba justo donde sus rojas bragas de encaje se asomaban, con suavidad y lentitud fue subiendo el cierre hasta llegar a la mitad de su espalda

-esta listo- hablo mientras deslizaba su dedo índice por el mismo camino que había recorrido el cierre segundos atrás

-gracias- sin  pensar las consecuencias se volteó hasta que entendió que hubiese sido mejor no hacerlo

-tal como lo imagine, luce bellísima, claro que cabe decir que se vería mucho mas hermosa si no hubiera ni una sola tela sobre usted... Señorita

Amance estaba perpleja, ¿le estaba diciendo que deseaba verla desnuda?, aunque no había mucho sentido en que ella se enojara pues deseaba arrancarle de una vez ese traje que cubría sus evidentes músculos

-Amance, Amance Le Brun

-Damien Leduc, a sus pies...

Tuyo Hasta Saciar (BAD1) (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora