Capitulo 5

5.4K 303 47
                                    

Había pasado una semana desde que Steve había abandonado el apartamento de Anthony para que pudiera pensar acerca de lo que habían hablado. Sabía que le estaba pidiendo mucho, pero estaba seguro que, si aceptaba su proposición, podrían construir una buena vida en común.

Intentaba ser paciente, pero la espera lo estaba matando. Hablaban por teléfono cada noche, pero no se habían visto en esos días. En parte a causa del trabajo, y en parte porque Tony le pidió espacio y tiempo para pensar. Steve quería darle todo el tiempo que necesitara para tomar una decisión, pero se estaba volviendo loco con la espera. Le era muy difícil concentrarse en su trabajo porque no podía dejar de pensar en él. Empezaba a pensar que le había pedido demasiado, y que debería empezar a olvidarse de sus fantasías de una relación Amo/sumiso. Debería pedirle una cita y mandar lo de dominante a la mierda.

Tiró el bolígrafo sobre el escritorio, se puso de pie, y caminó hacia la ventana. Era de noche y el cielo estaba despejado y lleno de estrellas. ¿Y si Tony decidía que no quería estar con él? ¿Qué haría entonces? ¿Cómo podría renunciar a él ahora que había probado lo que podría llegar a ser su vida, juntos?

-Hola, Señor. Te he traído la cena.

La cabeza de Steve giró de golpe al oír la dulce voz de Tony. El aire se le quedó atrapado en los pulmones con la visión que había ante él: Tony, vestida con un short de cuero pegado que le llegaba a medio muslo, un crop top color amarillo pálido que resaltaba el moreno de su piel, y unos zapatos de tacón de infarto, de aquellos que han de dar vértigo al ponértelos. Estaba impactante, como siempre. Pero lo que más le quitó el aliento, fue la sonrisa sexy que iluminaba su rostro. Llevaba una pequeña cesta de picnic en una de sus manos, y sus preciosos ojos miraban hambrientos a Steve. Parecía vacilante, como si no supiera seguro si iba a ser bienvenido.

-Ey, conejito. Te he echado de menos -dijo Steve mientras cruzaba la habitación y se ponía delante de Tony. Se apresuró a pasar los dedos por el castaño cabello y a bajarlos por un lado de su rostro. El corazón le saltó dos veces en un latido cuando él giró la cabeza hacia su palma, buscando su caricia. Cerró los ojos brevemente, y después los volvió a abrir para fijarlos en Steve.

-También te eché de menos, Señor -murmuró. Seguía manteniendo la canasta en su mano cuando se alejó, dirigiéndose hacia la mesa del despacho de Steve-. Te traje la cena.

-Oh. ¿Qué trajiste?

-Creo que te gustará. Tony lo miró, sonriendo, mientras empezaba a sacar lo que había dentro de la cesta: dos platos, dos cubiertos, dos vasos, dos cubremanteles, y dos servilletas, y lo dejó todo sobre la mesa. Después sacó varios tuppers, y los dejó entre la vajilla. Al final, dos velas rojas.

Al ver las velas, Steve levantó una ceja y se rio cuando Tony se ruborizó y se encogió de hombros. Mientras él omega preparaba las cosas para cenar, Steve fue hasta la mesa y sacó unas cerillas para encender las velas. Se giró para ver que Tony miraba alrededor de la habitación.

-¿Qué ocurre, conejito? -preguntó mientras se sentaba en la silla de oficina detrás de la mesa.

-Necesitamos otra silla.

-No, para nada. Tú te sientas en mi regazo -dijo mientras lo agarraba por la cintura y lo acercaba a él-. ¿Qué hay para cenar?

-Pollo empanado, pasta a la carbonara y verdura a la plancha. Y de postre, pastel de chocolate. Tony empezó a abrir los tuppers y a servir la cena.

-Mmmm, chocolate. Mi única debilidad. A Steve se le hacía la boca agua al ver las dos enormes porciones de pastel de chocolate que Tony había puesto sobre la mesa. Eran extraordinariamente decadentes, y no podía esperar para probarlos.

Porfavor, Señor (Adaptación al stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora