La casa es simplemente enorme, una maravilla. Es preciosa. De un lujoso material blanco y rojo, con grandes ventanas y esculturas a cada lado que hace del lugar elegante, fresco y nuevo para mí. Puedo decir con seguridad que es la casa más bonita de Lomas de Chapultepec.-Woow-susurro de asombro, y casi de inmediato Emilio saca una sonora carcajada. No me molesta que se burle un poco, estoy lo suficientemente entretenido como para prestarle atención a él-, es... increíble.
-Ya sé-me secunda Emilio, que aunque no parece para nada sorprendido, asiente entusiasmado a mi vago comentario. No parece que sea la primera vez que viene a ésta casa-. Lo que daría por vivir aquí.
Veo a unos cuantos chicos pasear entre los jardines pomposos de la propiedad y otros más recién llegando a la entrada. Me alegra de sobremanera que todos vistan informales porque así no me siento del todo fuera de lugar. Esto es tan raro.
-Es una locura.
-Bien, Joaco-traga saliva fuertemente, preparándose para hablar-, esto es lo que harás: sonreirás muchísimo, le caerás súper bien a todos y te alejarás de la piscina a como dé lugar.
Prefiero no preguntar, así que solo asiento a sus órdenes. Aunque mi plan es pasar lo más desapercibido posible.
»Bien. Deberíamos entrar-me dice Emilio, tomando mi muñeca y arrastrandome a la casa.
En cuanto atravesamos las gigantescas puertas de madera, la música me hace vibrar de la intensidad de esta. Si la casa era bellísima por fuera, por dentro era otro nivel. Con cuadros hermosos colgando de las paredes empapeladas, pisos de duela y unas interminables escaleras de alfombra roja que daban a los pisos posteriores.
A simple vista, la preparatoria entera se había colado en esta fiesta. Las personas eran muchísimas, varias de las cuales se habían acercado a saludar a Emilio y presentarse conmigo. Nunca he sido mucho de fiestas, así que no tengo tantos conocidos o amigos. Claramente ésta noche está cambiando ese hecho.
-¡Hermano!-gritan con emoción a mis espaldas, y para cuándo volteó el dueño de la voz y Emilio están abrazándose en modo de saludo-: me alegra que al final sí vinieras.
-Pues ya ves-ríe amigablemente-, aquí estoy.
-y muy bien acompañado...-suelta el chico. Es alto, atractivo y a simple vista parece ser mayor a mí. Tiene unos llamativos ojos grises y piel bronceada, de cabello rubio oscuro y apariencia pretenciosa. Cosa que parece ser un patrón continuo en todos aquí- Diego Valle, es un placer. ¿Tú eres?
Su formalismo me hace sentir mareado de pronto, a mi costado, Emilio también se remueve incómodo.
-Ahm, Joaquín Bondoni...
Ríe suavemente de mi descuidada presentación, y no sé si es burla o realmente le parece interesante un sujeto tan simple para él como yo lo soy. Claramente no pertenezco aquí, con esta gente ni en esta fiesta.
-¿Puedo hablar contigo en privado?-murmura Emilio, jalando a Diego sin cuidado por las escaleras hasta desaparecer de mi vista. Entonces la memoria vuelve a mí en ese extraño comportamiento, es el mismo sujeto que estaba en las regaderas con Emilio.
Un picor doloroso en mi pecho me hace considerar irme de aquí, llamarle a Ren o incluso pedirle a Niko que venga por mí. No conozco en ésta zona y no sé qué hacer. Pero no quiero molestar, así que me abstengo de cualquier tontería del estilo y me dispongo a esperar que Emilio regrese.
Decido no mucho tiempo después explorar la casa, subo los escalones al primer piso y me contengo a abrir la boca hasta el suelo de simple sorpresa. Es realmente un palacio, con muchas puertas, pinturas y adornos tallados en oro.
-¡No seas imbécil!-escucho a alguien decir antes de una estridente carcajada que suena al fondo del pasillo. Curioso, empiezo a acercarme hasta la puerta entreabierta que muestra un círculo de chicos que toman alcohol. Todos tan divertidos con cualquier cosa que están diciendo que no paran de reír como idiotas.
En el círculo, alcanzo a reconocer la cabeza rubia de Diego Valdés, de Adrian, así como la voz aterciopelada de Roy. Y unos cuantos más que relaciono como amigos de Emilio.
-Joaquín-salto en cuanto me nombran y me congelo en mi lugar, esperando que me inviten a entrar o me corran. Pero no. Ninguna de esas dos cosas suceden.
-¿Bondoni?-ríe Roy, acercando su cuerpo más al interior del círculo, interesado.
Un chico de tes morena y lentes asiente repetitivamente.
-Fácil: es patético-vuelve a responder Roy y algo en mí se quiebra. No puedo creer que un sujeto que a simple vista era tan amable, fuera tan idiota:-sin talento, triste y frágil. Es casi absurdo. Todos le protegen. Emilio más que nadie.
-¿Vieron como cantó en su entrevista?-se burló otro chico-, ¡Por dios!
-No entiendo porque tantas personas le siguen.
-Es un idiota-les contesta Adrian, con el ceño fruncido y los brazos cruzados-. Y ahora que está en el equipo no hace más que estorbar. No entiendo como el entrenador le dió libre paso a formar parte. Quiero decir, lo puso a él antes que a mí. No juega nada mal, pero tampoco es la maravilla. Es molesto. Creo que yo podría hacerlo mejor.
Al menos él es sensato. Dice las cosas como las piensa, no es un doble cara como resultó ser Roy. Pero no quiero escuchar más, es el turno de Diego de hablar y tengo mucho miedo de lo que él pueda decir de mí, especialmente cuando yo he empezado a quererlo después de tantas pláticas de camino a casa, apoyo mutuo y secretos que prometimos guardar.
-¿Cómo pueden decir algo así?-susurra, con los ojos verdes abiertos de par en par-, ¡él no ha sido más que amable con cada uno de ustedes! Por el amor de Dios, ¿quieren saber por qué lo protegen? Porque él lo vale. No merece toda esta mierda que están diciendo respecto a él. ¡Estoy harto que todo el tiempo sean un par de idiotas que critican a Emilio por estar enamorado de alguien como Joaco!
Y si antes me congelé del terror ahora mismo me estaba derritiendo como un trozo de mantequilla. No sólo porque Diego me había defendido a pesar de tener que retar a los que eran sus amigos oficiales, sino por el último comentario que se animó a soltar.
¿Emilio está enamorado de mí?
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IMPOSSIBLE, emiliaco.
FanficJoaquín se ha enamorado de Aristóteles Córcega, ¿el problema?: es que él no existe. Y Emilio está ahí para recordárselo.