Sharenie creció en un ambiente libre de cristianismo, sus padres eran católicos pero estos últimos vivian en el extranjero mientras ella vivia con sus abuelos paternos.
Su abuela Edrei era muy cariñosa con ella, le preparaba todo tipo de postres y manjares para su consentida nieta, su abuelo Christopher era muy estricto aunque también tenía sus momentos especiales junto a Sharenie.
A causa de que sus abuelos eran ateos, ella creció libre de algunos pensamientos cristianos como que el pecado era algo malo. Sus padres ya la habian bautizado pero sus abuelos no continuaron los demás sacramentos.
Desde pequeña le dijeron que no existia ni el cielo ni el infierno, no había vida despues de la muerte, que aunque el universo tenga incógnitas difíciles o a veces imposibles de responder para el ser humano, no debía simplemente refugiarse en alguna religión o doctrina metafísica.
La vida es tan corta para los seres humanos, cuando jóvenes el tiempo les parece largo y permanente pero al llegar a cierta edad el tiempo esta en su contra y sus planes, por eso deben vivir su vida de la mejor manera posible, con una mente abierta a todo tipo de ideas y ser tolerante.
Ella no fue a preescolar sino que sus abuelos le enseñaban desde casa. Al llegar a primaria conoció a Jhon, un chico moreno de imponentes ojos verdes, podría decirse que este fue el primer amor de Sharenie.
Ella sentía una inmensa felicidad cada vez que lo veía pero se sentia tan nerviosa de solo imaginarse estar hablando con él. Su amiga Annie decidió ayudarla, le dijo que en clase de Educación Física corriera con los pasadores sueltos cerca de Jhon, debía tropezarse a propósito para entablar el primer contacto entre ambos.
Esta minúscula treta infantil logro funcionar y cuando Sharenie estaba tendida en el suelo Jhon fue a socorrerla.
-Oye, te encuentras bien- dijo Jhom mientras estiraba su manp hacia la de ella para levantarla.
-Sí, sí, solo me caí, que torpe soy- dijo Sharenie ya levantada mientras se sacudía la ropa.
-Tus zapatillas estan con los pasadores sueltos, ¿quieres qué te los amarre?- dijo Jhon en un tono muy gentil.
-Si fueras tan amable por favor-dijo Sharenie avergonzada por el pequeño espectáculo que había montado, se sentía en las nubes, en el mismísimo Nirvana, era el día más feliz de su corta vida.
Después de aquello conversaron un poco y fueron a clases.
Al pasar los días Sharenie hablaba con más fluidez hacía Jhon y fue cuando pensó en obsequiarle una pulsera de tela donde estaría los nombres de ambos.
Se lo contó primero a su amiga Annie con la condición de que no se lo contara a nadie, ella se había vuelto su confidente en el poco tiempo que llevaba en la primaria.
Ya había planeado todo, pensaba entregarle la pulsera un viernes a la hora de salida y además iba a decirle que le gusta.
Llegado este momento, siendo exactamente las 12:45 pm sonó la campana de salida. Sharenie recogió sus cuaderno y colores, tocó sobre su falda para verificar que la pulsera esruviera allí y efectivamente se encontraba en su bolsillo derecho.
Salió corriendo hacía el portón de la escuela con la esperanza de que Jhon todavía no se haya ido, para suerte de ella, él aún se encontraba adentro.
Sharenie lo vio a lo lejos conversando con Annie, por las expresiones que veía en el rostro de Jhon pareciera que ella le había dicho algo que le disgustara.
Al fin habian acabado de conversar cuando Jhon se dirigía hacia el portón donde se encontraba Sharenie.
Ella estaba a punto de dirigirle la palabra cuando se percato de que los ojos de Jhon, sí, esos ojos que la volvian loca, la miraban con desprecio y frialdad.
Sharenie no pudo soportar toda esta situación y se quedó muda e inmóvil, dejo que Jhon se vaya a su casa.
Sentía un leve dolor en su pecho, como si de alguna manera su corazón se hubiera reducido de tamaño, le era dificultoso respirar y sin darse cuenta de sus ojos brotaban lágrimas.
Todo lo que pudo hacer era irse a su casa y en un descuido mientras caminaba tratando de entender lo que había pasado hace unos minutos botó la pulsera que traía en la mano hacia un lado de la acera.
Al lunes siguiente, Annie no le dirigió la palabra a Sharenie y Jhon no volvió más a la escuela ya que sus padres decidieron cambiarle de colegio.
Fue por una amiga de Annie que Sharenie se logró enterar de lo que habían hablado Annie y Jhon el último viernes, ella le dijo todo lo que iba a hacer Sharenie ese día, además le mencionó cosas desagradables que supuestamente había dicho Sharenie en contra de Jhon.
Sharenie no podía creer lo que estaba pasando, su mejor amiga habia traicionado el pacto de silencio que habian hecho pero al fin las cosas tenian sentido, era la razón de la mirada de Jhon y la ley de hielo que le hacía Annie.
Desde ese momento Sharenie decidio no llamar amigo a cualquier persona y se volvio más reservada con sus cosas.
Al llegar a casa y mientras ayudaba a su abuela con la limpieza encontró un libro debajo del sofá del abuelo, era "Y de repente un ángel" de Jaime Bayly, decidió leerlo y desde entonces nuestra pequeña Sharenie se refugia y viaja por diversas mentes a través de los libros.
ESTÁS LEYENDO
Triángulo de dos lados
RomanceSharenie, Ian y Will son amigos pero cada uno empezara a sentir algo por el otro ¿Descubre quién?