Miranda Elizabeth Vonshock.
Puedo decir que era la que tenía el puesto más alto en la empresa. En simples palabras, me puedo definir como una chica que tiene sus ideales claros. Si quiero algo, se que quiero eso y nada más que eso. No por caprichosa, sino porque yo sé que tengo forjado mi destino. Lo malo en mi es que soy muy confiada, al extremo; y para mi todo el mundo es mi "amigo". Yo no tengo enemigos, no tengo competencias, ni rivales en mi vida. Vivo al límite y mucho más allá de lo que éste da.
Aunque... diciendo la verdad... yo no era así antes. Era muy caprichosa, consentida y mimada por todos, en especial por mis padres. Pero al morir ellos creo que algo cambió rotundamente en mi, y mi vida dió un giro de 180 grados.
Volviendo al tema de la empresa, yo tenía que hacer algo para que mis compañeros y yo no nos quedaramos sin trabajo. Pero, ¿qué podía hacer? La respuesta era nada. No era que el jefe nos había despedido, sino que la empresa había quebrado, algo muy diferente. Y yo no podía hacer nada al respecto, pero algo en mi interior me convencía de que si.
Ahora, la cosa era, proveerme de algo... Necesitaba un nuevo empleo y otra vez, de lo que fuese. Sino, cómo pagaría los impuestos tan costosos de mi hogar? Tengo la casa más grande de mi barrio, y no exagero. Si, eso es, tengo la casa más grande.
De repente, recordé como mis padres, cuándo yo era pequeña, alquilaban la casa a gente que venía a vacacionar o a visitar ésta ciudad, Poolvishe. El alquiler era algo caro, si... ahora habría que aumentarlo más, pero valía la pena para aquel inquilino que quería gozar de unas vacaciones plenas.
Mi casa lo tiene todo. Dos plantas conforman mi hogar.
La primera planta se divide de la siguiente manera: Un hall amplio y reluciente, con sillones de cuero color marrón y almohadones que hacen juego con ellos. En el centro, una mesa ratona y en ella, frascos con caracoles traídos de la playa. En las paredes blancas, cuadros de los pintores más famosos, que con tal sólo observarlos, hacen que cada segundo de mi vida valga la pena, y si tengo un mal día, al mirarlos desaparecen todos mis problemas; transmiten tranquilidad y al mismo tiempo son los cuadros más bellos del mundo.
Luego, las habitaciones. Está la mía, por supuesto, y al fondo del pasillo dos habitaciones para huéspedes.
En el fondo de la casa, un inmenso jardín rodeado de plantas con flores que sonrien felizmente a la primavera. Tambien una piscina con el agua más transparente y cristalina que puede existir, y al lado de ella, reposeras para tomar sol.
La planta alta, está conformada por cuatro habitaciones de las cuáles sólo una es utililizada por la criada, María. Ella vive aquí y trabaja para mi. Ahora que me había quedado sin empleo, se me iba a resultar más difícil pagarle un sueldo. Así que hablé con ella y cómo me conoce desde que yo era una niña, se ofreció a seguir trabajando aqui.
Volviendo a mi casa, las tres habitaciones restantes de la planta alta tambien son para huéspedes.
Ah, y bueno... como olvidarme de los baños. Hay dos en la planta alta y uno en la planta baja. Ambos muy aplios, con espejos brillantes y relucientes.
Y entonces, con lo grande que es mi casa, alquilar las demás habitaciones es la gran posibilidad de abastecerme hasta conseguir un nuevo trabajo...