tres

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Lo que sucedía con Juliana durante los días de trabajo, era bastante limitado, caminar de un lugar a otro, atender mesas, respirar de vez en cuando, ¿amigos? no tenía muchos, ninguno en realidad, pasaba todo el tiempo extra en el restaurante con la intención de poder juntar más dinero y así ser capaza de pagar el horrible departamento en el que vivía. 


-Valdés, ahí hay una mesa que acaba de llegar.- Juliana tomó una de las cartas del menú, su libreta y se acercó sin un segundo pensamiento, todos saben que los meseros viven de las propinas, así que cualquier mesa disponible era un inversión más que un sacrificio.


-Buenos días, ¿Puedo ofrecerle algo para beber?- preguntó colocando el menú sobre la mesa, abriendo la libreta.


-¿Sueles saludar a los clientes sin mirarlos a los ojos?- preguntó una voz familiar, era Valentina, Valentina Carvajal, la que solo iba a desayunar ahí una vez por semana. Juliana se sorprendió y no pudo evitar soltar una risa pequeñita.


-Uy lo siento mucho señorita, es que aveces ando tan apurada que no me doy cuenta de lo que hago.


-¿Señorita? Valentina, nos presentamos hace unos días- la joven de ojos de color, pareció sentirse triste de pronto, aquella mujer no la recordaba. 


-¡Claro que te recuerdo Valentina!- contestó Juliana divertida, mordiéndose el labio. Después se acercó a la joven, y susurró -Lo que pasa es que aquí todo es muy formal.


Valentina soltó una carcajada 


-uhm, ¿Hola?- una voz masculina interrumpió el juego de miradas, Juliana no había notado que en la mesa también estaba un chico, que parecía de la edad de Valentina. 


-Disculpa- La morena entregó otro menú -¿Les puedo ofrecer algo de beber?- repitió mecánicamente, suponiendo que la visita habitual fuera en realidad algo familiar. 


-Sí, trainos dos aguas, y dos tequilas. 


Eran apenas las 11:30 de la mañana, Juliana se sorprendió y miró de reojo a Valentina, que mantenía la mirada en el celular. Juliana anotó las bebidas.


-Disculpe, no puedo ofrecerles alcohol hasta las 12 del día. 


El joven alzó la voz -¿Cómo que no?- miró su reloj -falta media hora, en media hora lo pones en la mesa, entonces- su actitud molesta se hizo notar para otros comensales.  


-Lucho, por favor- Lo regañó Valentina, dedicandole una sonrisa débil a quien consideraba su amiga.


-Lo siento baby, es que no soporto el mal servicio. 


Juliana contuvo la respiración, y se aunque se molestó no dijo nada. Se dirigió a la cocina y mirando a uno de los trabajadores, Jaime, le pidió que tomara su lugar atendiendo la mesa, y así lo hizo. Después de un par de horas, de atender otras mesas y decidió tomar su descanso, antes era necesario limpiar una de las últimas mesas que había atendido. Ella tomó la propina que habían dejado ahí y la guardó, limpiando cada rinconcito, imaginando lo rico que iba a comer, cuando sintió un golpecito en el hombro.


-¿Señorita?- Era la voz de Valentina. 


Juliana se sobresaltó. 


-Ay, me asustaste, ¿Qué pasó morrita?


Valentina sonrió de oreja a oreja, como si nunca hubiese escuchado un adjetivo como ese usado en ella, estaba sola, para variar. 


-Lo siento, no era mi intención, es solo que, quería disculparme por la actitud de mi novio. 


"novio"


-No te preocupes- Juliana se limitó a decir. 


-No- Valentina la tomó del brazo, para detenerla de limpiar la mesa -Si me preocupo, no quería que pensaras que yo también soy así, osea, cero, de verdad. 


-Yo, soy una mesera, no deberías preocuparte tanto por lo que pienso o como me siento.


Valentina arrugó la frente.


-No digas eso.


Juliana levantó los productos de limpieza, quedándose en silencio, la verdad es que no sabía qué más decir, pensó que eso sería suficiente para que Valentina dejara de insistir con hablarle, no es que no le agradara, había más en la historia que eso, para empezar, ambas eran de diferentes mentalidades, familias y realidades, y no era lo que Juliana quería, ella no quería involucrarse con nadie en una ciudad de la que probablemente tendría que huir tarde o temprano.  


-¿Salimos por un café?


La morena se sorprendió muchísimo, giró en sobre sus pies para mirar a Valentina directamente a los ojos, y como si se le hubieran olvidado todos sus problemas accedió. 

No sin mí (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora