Dos Hermanos

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Subaru se dirigía a paso rápido hacia la mansión olvidando a Shu que hacia un gran esfuerzo para no perderlo. El alvino quería encontrar al pelirrojo restante y hundirle su daga en el corazón como el hizo con Yui, quería ver como su sangre salía de su cuerpo y manchara sus botas en una macabra versión del día en el que  acabo con la vida su amada. Sabia que estaba roto y solo liberar la sucia alma de Ayato le permitiría recomponer los pedazos de la suya propia. No quería esperar, necesitaba hacerlo, teñir su alma con la sangre escarlata de su hermano, usarla como pegamento para unir los pedazos de esta.

Ya ni Shu podía salvarle, estaba roto.
Abrió de un puñetazo la puerta de la mansión sin importarle si Shu le seguía o no. Quería acabar con esto cuanto antes.

—¡AYATO SAKAMAKI ENFRENTATE A MI SI TE ATREVES!—grito Subaru apretando con fuerza la empuñadura de su daga como si esta le diera fuerzas. Pero no era la fuerza de la daga la que le impulsaba a seguir, era la fuerza de su madre que se proyectaba a través de ella. Ella quería que fuera feliz pero sabia que su familia jamás se lo permitiría y por esa razón tenia que deshacerse de ella cuanto antes. No solo por venganza sino por su propia seguridad y la de Shu. El era el unico pilar que seguía en pie de su desmoronada vida, el unico que aun lo mantenía mas o menos cuerdo.

Una espectro oscuro apareció en lo alto de la escalera justo cuando Shu entraba por la puerta. Ayato se encontraba observando al alvino con una expresión sombría cargada de ira. En su mano izquierda llevaba el sombrero manchado de carmín de Laito. Lo había descubierto.

—¿Donde esta Kanato? —espetó con voz gélida, una seriedad que avecinaba a la tormenta.

—En el mismo lugar a donde mandaste a Yui—rugió molesto el alvino golpeando una de las paredes—¿Que se siente perder a los que quieres? ¿Los echas de menos? Tranquilo, dentro de poco te mandare junto a ellos, saluda a nuestros hermanos de mi parte.

Ayato no aguanto las provocaciones de Subaru y se lanzo contra el. Rodaron juntos por el suelo tratando de inmovilizar al otro, la daga de Subaru le cortaba la piel al pelirrojo mientras rodaban por el salón luchando por golpear al contrario.
Finalmente fue Subaru quien logro subirse encima de Ayato, pero este le dio una patada y lo mando volando golpeándose con fuerza contra la pared.

Shu no podía seguir viendo de brazos cruzados, Ayato era el mas fuerte con diferencia de los trillizos. No lograría acabar con el solo. Hizo ademan de ir hasta ellos pero Subaru se incorporo y le lanzo una mirada corrupta. Sus ojos rojizos brillaban de rabia y la furia ardía en ellos.

—Quédate donde estas—Ordeno el de ojos rojos —Es mi presa no la tuya.

El rubio obedeció, no podía hacer otra cosa. Si intervenía Subaru tal vez lo matara a el también. En estas circunstancias no sabia si lograría encontrar a su alvino entre esa furia. Podría ya no estar alli, que su dolor finalmente lo hubiera consumido por completo como un fuego hambriento.

Por favor vuelve, te necesito. Yo también estoy solo.—Suplico mentalmente.

—Vas a perder—dijo Ayato rodeando uno de los sillones del salón en dirección al alvino—Un monstruo como tu no puede enfrentarse a Ore sama. No eres mas que un experimento fallido. Padre debió creer que serias útil pero tu sangre es sucia, no vales mas que esa barata humana tuya.

Subaru apretó con aun mas fuerza la empuñadura de la daga. No podía cambiar lo que era. Un experimento de incesto pero aun así se merecía vivir. Ayato podía decir lo que quisiera pero el tampoco era de sangre limpia por mucho que presumiera de ser un vampiro puro. Puede que el fuer un monstruo de la peor clase, pero mofarse de el, era mas de lo que un parte demonio podía decir. Su sangre era aun mas asquerosa que la suya.

La Daga Blanca  (Shu x Subaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora