Capitulo 4: Caballero escarlata

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La tarde daba paso a la noche, la celebración terminaba y todos regresaban a casa. A medida que el lugar se vaciaba, Shen se quedaba más vacilante hasta que Lucy le dio un golpe en la espalda y logró regresarlo al mundo real.

—¡Anímate! Si pones esa cara nadie se acercara a ti.

—Yo… —trató de decir.

—¿Qué harás? ¿Te quedarás aquí otra noche?

—Eso supongo, si no es problema… No estaba en mis planes quedarme más de un día. Mañana encontraré un lugar.

—¡Entonces tengo la solución perfecta! —respondió la rubia pavoneándose —. ¿Por qué no te quedas en casa con Elizabeth y conmigo?

Lucy ya sabía de antemano que Shen necesitaría alojamiento mientras estuviera en magnolia así que preparó sus cartas y amablemente le ofreció su casa de una forma tan despreocupada que confundió al joven dragón.

—No… No es necesario.

—¡No es la gran cosa, ahora eres de la familia!

—¿Familia…? —Shen mostró un gesto de sorpresa poco esperado.

Él lo pensó un momento, ofrecer su casa a un completo extraño así como así no era algo que cualquiera haría. ¿Quién debía desconfiar de quién? Entonces las pupilas de Shen se contrajeron cuando un mal recuerdo pasó por su mente.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó Lucy tocando su hombro.

—Si… yo…

Lucy acercó su rostro lo suficiente como para incomodar a Shen y hacerle desviar la mirada.

—Que raro… Juraría que el color de tus ojos cambió por un momento.

—S-seguro fue tu imaginación…

—Quizá… —Lucy sonrió —. ¡Como sea, ¿vendrás a casa con nosotras?!

La insistente mirada de la rubia no parecía tener doble intención así que terminó por convencer a Shen.

Lucy sonrió otra vez y llamó a Elizabeth, Shen pensó en escapar pero ella inmediatamente hizo una señal de seguirla que siguió involuntariamente.
Ya en casa, Lucy y Elizabeth pasaron al joven a la estancia donde podría ponerse cómodo y esperar un momento, luego ellas salieron avisando que regresarían en breve.

Shen tomo asiento observó el lugar y fijó la mirada en los dos gatos frente a él. Luego de un momento de duda tomó a Apple de los costados y comenzó a darle vueltas.

—¡OYE! Bájame. ¿Qué haces? —dijo el pobre felino.

—¡Que peluches tan extraños son éstos! No encuentro el botón de apagado. 

—¿Peluches? ¡Óyeme tú, ¿A quién llamas peluche?! —regañó la felina.

Era un enigma para Shen, jamás había visto juguetes tan realistas, inclinó un poco la cabeza a la derecha con cara de duda y decidió bajarlos para observar su reacción.

Elizabeth bajaba las escaleras y alcanzó a ver todo, comenzando a reír en voz baja llamando a su madre. Era una escena bastante graciosa, aunque parecía del tipo serio, Shen estaba jugando con los gatos como un niño.

Al final levantó a Snow y está rasguño su cara así que decidió no molestarla más. Elizabeth sólo se burló de él conteniendo una gran carcajada. Entonces amabas salieron de su escondite y Shen las observó con un hilo de sangre bajando por su mejilla.

—Creo que les agradas —sugirió la pelirosa.

—Lo dudó, son juguetes muy extraños.

—¡No son juguetes, se llaman exceed. Son un tipo de criatura mágica que solo encuentras en Ishgar —presumió ella.

—Mmm… ¿Exceed?

Shen continúo jugando con los felinos un rato más aunque ellos lo rasguñaban. Los estudió de pies a cabeza hasta aceptar que no eran juguetes y se presentó educadamente pidiendo disculpas.

—¡Oye! Elizabeth, mira…

Shen volteó a ver a la joven, pero para su sorpresa, ella se había quedado dormida en uno de los sillones.

Él la observó en silencio por un momento, mechones de cabello rosa caían cubriendo su rostro, aunque intentaba no hacerlo no pudo evitar mirar de más, Elizabeth tenía un cierto atractivo que despertaba la atención de Shen. Verla dormir tan tranquilamente era tentador.

—Se ve tan vulnerable, ¿no crees? —preguntó Lucy pícaramente.

—Si… —respondió Shen antes de volver a sus sentidos.

Las palabras de Lucy hicieron recorrer un escalofrío por todo su cuerpo, desvío la mirada y evitó hacer contacto visual con ella.

Lucy solo sonrió y colocó su mano sobre el hombro de Shen. Con los años, la rubia se había vuelto más intuitiva de lo que se aparentaba, pretendió ignorarlo y señaló la dirección su habitación.

Shen subió la escalera, entró a la habitación señalada, cerró la puerta, se dejó caer sobre la cama y cerró sus ojos, quedando profundamente dormido en un instante por el agotamiento.

Sus sueños no eran un mejor lugar que la realidad, pues desde hacía unos días el joven dragón había estado teniendo el mismo sueño, repitiéndose una y otra vez.

Caminando por un páramo desolado, sin rastro de civilización hasta donde alcanzaba la vista, avanzando sin detenerse y sin saber el porque. No sabía que hacer, ¿pedir ayuda? ¿gritar? ¿A quién? Sin embargo algo fue diferente aquella vez. Él se posó enfrenté suyo, la causa real de todo su sufrimiento. Un hombre de piel morena, alto y con marcas azules por todo el cuerpo, de cabello azul oscuro topando el negro, descalzo y portando un viejo pantalón en conjunto con una capa raída. Por más que Shen quería no lograba ver su rostro, sólo estaba ahí, parado sin decir nada, observando.

—¿Quién eres? —preguntó sin respuesta.

Entonces Shen despertó de un sobresalto, estaba temblando y sudaba mucho. Volteó alterado a su alrededor y solo encontró una habitación normal. Trató de sujetar algo frente a su pecho y guardó silencio. Todo había sido una simple pesadilla, giró a un costado de la cama y volvió a dormir.



Por la mañana Elizabeth tocó a la puerta para avisarle que el desayuno estaba listo, ella llamó varías veces pero nadie contestó. Esto le resultó bastante raro así que abrió la puerta y entró.

La habitación estaba vacía, la cama ordenada y la ventana abierta. La joven se asomó por ella y vio a Shen fuera, cerca de un árbol. Él se percató que era observado, se acercó a la ventana abierta y saludo a Elizabeth.

Ella sentía curiosidad así que decidió bajar igual que él. Cuando quiso saltar, su pie se atoró con el marcó de madera haciéndole perder el equilibrio, calló de cabeza sin posibilidad de evitarlo. Pero lo que pudo ser un gran golpe contra el suelo no pasó de un simple susto, pues Shen logro alcanzarla a tiempo y ella calló en sus brazos.

—¿Estas bien? ¿Te lastimaste? —preguntó.

—¡S-si! G-gracias —tartamudeo ella un poco.

Elizabeth estaba muy cómoda, Shen era bastante cálido, ante la temperatura mañanera sintió ganas de acurrucarse en esa posición. El momento fue interrumpido cuando Elizabeth volteó a ver a al cara a su salvador, sus miradas se cruzaron y ella reacciono a la situación, su cara se volvió como tomate y guardó silencio. Shen comprendió y de inmediato la bajó. Ninguno dijo algo al respecto, el silencio se prolongó hasta que finalmente ella preguntó que hacía afuera y él señaló un árbol cercano.

—Ven, sube —dijo.

—¿Qué? ¿Para qué? —respondió ella.

—¡Solo hazlo!

Elizabeth trepó entre las ramas hasta llegar a la copa, Shen subió detrás de ella y le indico donde ir. Más arriba, en una de las ramas más grandes se encontraba un pequeño nido de aves. Elizabeth se preguntaba que era lo interesante.

—¿Qué es lo qué…?

—Shhhh, observa —índico el joven.

El nido contenía un par de huevos apunto de eclosionar. Un pequeño crujido fue la señal así que ambos observaban atentos. Los padres revoloteaban alrededor, un pequeño piar causó gran alegría en Elizabeth, quien giró un poco la cabeza y observó una leve sonrisa en el rostro de Shen.

Entonces la rama donde se encontraban no pudo soportar más el peso de ambos y finalmente cedió. Shen fue el primero en tocar el suelo para después amortiguar la caída de Elizabeth con su cuerpo, Elizabeth comenzó a reír sin parar hasta que Lucy los llamó.

La rubia se preguntaba porque tardaban tanto así que se asomó por al ventana y les habló para entrar a desayunar. Ambos se levantaron, sacudieron su ropa y entraron a la casa.

Una vez terminado el desayuno se dirigieron al gremio, Shen quedó atónito cuando al llegar vio a todos peleando salvajemente entre ellos. Elizabeth no aguanto mucho y se unió al caos. Las sillas volaban, las mesas crujían, los gritos de dolor no se hacían esperar, también había uno que otro vidrio roto.

—¡Veo que tienen mucha energía el día de hoy! —dijo una voz femenina severamente.

El ajetreo se detuvo al instante dejando sólo caras de pánico y silencio total.

—¡No! No puede ser, aún no debería regresar —dijo la pelirosa.

—Creí que estaría otra semana fuera —agregó Silver.

Shen buscó el origen de la voz, cerca de la puerta una cabellera escarlata se ondeaba con el viento matinal, portando  una armadura brillante como la plata, una espada en la mano derecha y en la izquierda ¿Un pastel? Ella era la mujer conocida como “Titania” Reina de las hadas, madre de Chelsea y una de los diez magos santos de Ishgar. La poderosa Erza Scarlett.

El tumulto se volvió orden en un instante, todos formados como soldados, firmes y derechos. Erza notó a Shen, se acercó y lo saludo amablemente, lo miró un momento y después lo golpeó en la espalda.

—Párate derecho, ve a la fila con los otros. ¡Rápido! —ordenó.

Shen se formó con los demás sin discutir, no tenía ni la más mínima idea de que sucedía pero era mejor no averiguarlo a la mala.

—Parece ser que desde que me fui el orden aquí se a deteriorado un poco, creo que es hora de remediarlo. Ahora quiero verlos a todos trabajado y más les vale no causar problemas. ¡¿Entendido?!

—¡Si! —contestaron todos juntos.

Después de esa entrada, el ambiente del lugar cambio por completo, pasó de ser poco más que una taberna a una oficina donde todos trabajaban como mecanismos de reloj. Así de grande era el control de esa mujer sobre ellos. Shen pensó que era aterrador, pues ni los Xing long causaban ese efecto.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó Shen a Elizabeth.

Erza se acercó a la pelirosa y colocó su mano sobre su cabeza.

—Hola pequeña, vaya que has crecido.

—Hola tía, ha pasado un tiempo —. Elizabeth sonrió —.  ¿Y los demás dónde están?

—Volverán dentro de poco, decidieron quedarse más tiempo, así que de seguro llegarán hasta la semana siguiente. ¡Pero dime! ¿Quién es tu amigo? —dijo señalando a Shen.

La pelirosa presentó al nuevo mago a la pelirroja, Laxus recién llegando, pidió hablar en privado con Erza al ver que ya se encontraba en el gremio.

La pelirroja entró a la oficina de Laxus y tardo un rato en regresar. Al salir, al igual que Makarov observó desde todos los ángulos a Shen y terminó dando el visto bueno. Se comprometió a ayudar en todo lo que fuera posible y alabó el valor del joven. Él no parecía darle mucha importancia y sólo la dejó hablar, mientras, puso su mirada en el equipaje que trajo la pelirroja, sé acercó a las maletas y tomo un objeto dirigiendo la mirada a Erza.

—¡¿Cuánto quieres por esto?! —preguntó exaltado —. ¡Te daré lo que sea!

—¿Eso? Es solo un suvenir que compré por ahí, puedes tenerlo si quieres —respondió confundida.

El rostro de Shen se iluminó y puso una gran sonrisa de agradecimiento que nadie esperaba ver.

—¿Por qué es tan importante? —cuestiono Elizabeth—. ¡Sólo es un pedazo de basura!

—¡NO LO ES! —respondió Shen levantando la voz y haciendo retroceder a la maga —. Disculpa, para mi es algo valioso... Me lo dio alguien hace mucho y creí haberlo perdido de camino aquí.

Erza comprendió la situación y dejó al joven quedarse con el collar, para ella no significaba nada y solo era un regalo para alguien del gremio. En cambio para él probablemente era algo invaluable e irremplazable. El objeto era simple, nada más que una cuerda vieja y lo que parecía un colmillo o garra con unas plumas alrededor, un penacho baratija que se conseguiría en cualquier tienda de regalos en palabras simples. Elizabeth no entendió la emoción de Shen por tal cosa pero, sólo lo dejó ser. Erza por su parte le pidió a la pelirosa un momento para hablar a solas.

—Veo que te llevas bastante bien con el nuevo —bromeó para molestar un poco a Elizabeth —. No tienes tan malos gustos, debo decir.

—¡Ohhhh! Por favor, ¿tú también? —dijo algo enojada.

—Ya, ya, no es necesario perder la calma, además no quería hablar de eso. Verás, el día de ayer llegó una petición de rango S y como Asuka y los demás aún no regresan me interesa saber si tú y tu grupo quieren venir conmigo.

—¿De rango S? ¡Si! Iremos, sin dudarlo. ¡¿Cuándo y dónde?! —dijo muy energética y emocionada.

—¡Muy bien! Esa es la actitud —dijo Erza correspondiendo su energía.

Ambas discutieron los términos, apenas terminaron Elizabeth salió corriendo a ver a sus amigos y darles las noticias.

—¿Qué? ¿Un trabajo de rango S? Eso es estupendo —grito Silver—. ¡Hagámoslo!

—¿Así que mamá finalmente reconoce nuestras habilidades, eh? —Chelsea habló mientras se recogía el cabello con orgullo.

La gatita blanca felicitó al grupo, hace mucho que se esfuerzan en sus trabajos, pero es la primera vez que los consideran para uno de esta talla. Apple festejaba a lado de Elizabeth. Todos estaban muy contentos y emocionados… bueno todos menos Let.

—¿Qué ocurre? Mi pequeño amigo —preguntó Silver.

—¿Rango S? ¡Eso es! —exclamó—. ¡Quiero verlo¡ ¡En una misión de rango S seguro debe usar todo su potencial! —los tres se miraron perplejos pues no comprendían las palabras de su compañero.

—¿De qué hablas? —preguntó Chelsea.

—¡El Dragón! Si hace un trabajo de alto nivel puede que use su poder completó. ¡Quiero ver la brecha que hay entre él y yo!

—¿Shen? Ya veo, entonces no soy la única que sintió esa gran aura, ¿verdad? —preguntó Chelsea.

El grupo guardó silencio, es cierto que su aura era intimidante, pero lo que más les llenaba de curiosidad era cuál sería el poder detrás de la misma. Después de todo los dragones son conocidos por ser extremadamente poderosos.

—¿Pero? ¿Cómo le pediremos que nos acompañe? —comentó Chelsea.

Inmediatamente todos voltearon a Elizabeth con miradas pícaras.

—¡Ohhh! No, no, no y no, si quieren que nos acompañe convénzanlo ustedes.

Al final terminó cediendo ante la presión de sus compañeros y acepto convencer a Shen de ayudarles. El problema es que no sabía cómo lo haría, no se sentía con tanta confianza para llegar y pedírselo directamente y dudaba que él aceptara de todas formas. Después de meditarlo un rato llegó a la conclusión de que ser directa sería lo mejor.

La pelirosa buscó al dragón para preguntarle, tragó saliva y fue rápida y concisa.

—¡Me niego! —la respuesta fue rápida y cortante.

—¡Ehhhh! Pero, ¿por qué? El maestro dijo que debías aceptar peticiones para hacer oficial la entrada al gremio.

—No me gusta el trabajo en equipo y es más rápido si lo hago solo.

—Pero…

—¡No!

—Pero…

La plática se volvió un juego de tira y empuja, sólo la voluntad más férrea ganaría esa discusión. El problema es que Shen no sabía realmente lo insistente y molesta que podía llegar a ser Elizabeth. El por favor y la negativa se repitieron más veces en un día que en toda la vida del dragón. En el momento en que los nervios del joven llegaban al límite Elizabeth alcanzó el punto de insistencia más alto. Se acercó demasiado a Shen ignorando la palabra espacio personal, él desviaba la mirada e intentaba retirarse pero la pelirosa no se lo permitía. Agobiado, finalmente se vio obligado a aceptar la petición de la joven con tal de que lo dejará tranquilo un momento. Elizabeth saltó de alegría, sus “esfuerzos” valieron la pena y consiguió la meta, ahora Shen era parte de su equipo. Cuando ella le conto al grupo que Shen había accedido a ir con ellos todos la felicitaron por su gran trabajo.

De regreso a casa, ella y Shen caminaban a lado del canal mientras ella festejaba y bailoteaba a la orilla.

—Ten cuidado o vas a caer —advirtió el joven.

—¡Como si eso fuera posible! Eso jamás le pasaría a Elizabeth la poderosa maga de clase S —alardeó.

Mientras ella se adulaba a si misma, sin darse cuenta piso una roca mal puesta en la orilla y resbaló pero la rápida reacción de Shen la salvó de tomar un baño a la luz de la luna. Ella sólo sintió su brazo tirar hacia él y luego chocar contra su pecho.

—¡Te dije que te podrías caer! —regañó.

A Elizabeth no le importó mucho la llamada de atención, dejó hablar a su compañero y permaneció pegada a él. Era bastante cálido, escuchar su corazón palpitante era un deleite para la pelirosa que pensaba que podría estar así para siempre, al menos hasta que las palabras de su acompañante la regresaron al mundo real preguntando si se encontraba bien. Ella se apartó rápidamente y evitó el contacto visual, su cara era comparable al cabello de Erza y no quería ser vista por Shen. El resto del camino fue en silencio y adelante para no pasar más vergüenza.

Cuando llegaron Lucy los recibió cálidamente, Elizabeth rápidamente le contó sobre la misión y su madre la felicitó “No se podía esperar menos de la hija de Natsu Dragneel” afirmó ella y abrazo a Elizabeth.

Después de cenar Lucy debía lavar los platos y Shen se ofreció a ayudar sin que ella rechazará. Ambos trabajaban el callados hasta que Lucy rompió el silencio.

—¡Cuida de ella! ¿Si?

—¿Qué?

—¿Tú también vas a ir verdad? Se qué puede ser algo ingenua e impulsiva… Pero. ¿Puedo contar contigo? ¿Estará bien a tu cuidado cierto?

Shen solo asintió con la cabeza sin decir nada, eso fue suficiente para Lucy, que respondió con una sonrisa. Después de terminar con los platos Shen se despidió y subió a su habitación cerrando la puerta, llevó su mano al rostro.

—Mujeres estúpidas… ¿Familia, amigos? ¿Qué son todas esas tonterías? De no ser porque necesito su ayuda ya habría dejado de jugar este tonto juego. ¡Maldición! ¡Espero salir pronto de aquí o me volveré loco!

La mirada de Shen había cambiado por completo. Su gesto gentil se había vuelto osco y feroz. Él había pulido su habilidad de actuación en el trayecto hacia Ishgar para verse lo más inofensivo posible, pero no sabía cuánto tiempo más podría mantener la cortina.

Como guardián Xing long estaba acostumbrado a dar órdenes, no a seguirlas. Todas esas ideas de amigos y aventuras le daban asco, pero debía tragarlas hasta poder encontrar a Natsu Dragneel, su único y verdadero objetivo.

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