Capitulo 27: Lagos

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—Entonces...—Continuó Kate, pero apenas podía concentrarme en lo que decía. Mi cabeza dolía y estaba de verdad mariada.
—Kate... podemos seguir esto en otro momento. No me siento muy bien. —Dije dirigiéndome a las escaleras.
—¿Estas bien?¿Que tienes?. —Pregunto genuinamente preocupada.
—Hablamos luego. —Dije mientras subía las escaleras. La escuché suspirar. Entre a mi cuarto y prepare una nueva dosis de 35 mililitros de heroína.
—¿Podemos hablar? —Preguntó Demetria materializandose.
—Seguro. —Dije dejando la inyección de lado.
—deberias dejarlo.
—entiendes porque lo consumo no? —Dije entrecerrando los ojos. —De todas formas la respuesta es no. No puedo.
—Bree, estas muy drogada para un asunto importante sobre lo que está sucediendo. Necesitas ponerte sobria.
—Estoy bien. —Dije a la defensiva.
—No, no lo estás.
—Demetria, vete. —Dije muy firme mientras volvía a agarrar la aguja.
—No. —Dijo tomando mi mano.
—No puedes. —Dije intentando echarme para atrás.
—Pruebame. —Me desafío. Tome su muñeca con mi otra mano.
Un montón de recuerdos o imágenes me chocaron.
Ryan abrazando a Rex, riendo. Luego con pequeñas luchas. Recuerdos de Rex gritando y Ryan en el fondo. Demasiado borroso para saber la razón de sus gritos.
Demetria se separó bruscamente.
—Debo irme. —Dijo desapareciendo.
—Espera, Demetria. —La llamé. —Espera, ¿Qué fue eso? Solo muéstrame más. —Empecé a llorar. —Por favor, necesito más. Por favor, solo quiero verlos. Me tire en mi cama llorando.
(...)
—Bree. —Llamaron desde el otro lado de la puerta. Reconocí a Isaac.
—Pasa. —Grite. La puerta se abrió.
—Hey. —Se acercó rápidamente al ver mis ojos rojos de llorar. Me abrazó. —¿Que paso?
—Yo.. yo solo... —Sollocé en su hombro. Pero luego escuche un “crip” muy parecido al sonido de grilletes. Isaac se alejó muy rápido. Intente separar mis muñecas y sentí el característico sonido del metal.
—¿Que mierda, Isaac? —Intente avanzar hacia él pero la cadena de mis grilletes estaba en la cabecera de mi cama. ¿cuando lo había enganchado y como no podía romperlo?
—Son mágicas. —Dijo como si me leyera la mente. —Y esta muy drogada para notar cuando los puse.
—No lo estoy.
—Necesitas ponerte sobria. —Dijo ignorándome.
—No quiero. —Dije seria.
—No me importa. Es lo que necesitas. Tienes que. —Respondió de la misma manera.
—¡No quiero!—Grité.
—Escuchame, Bree. Tienes una guerra encima. Y afortunadamente, cuentas con apoyo. Si te vieran así, te abandonarían. Y con razón, ¿porque arriesgarse por alguien muy drogada para defenderlos? Eso significa más posibilidades de que tu manada salga herida. Y tu no quieres eso.
—Nunca. —Lo interrumpi.
—Entonces, tienes que ponerte sobria. Ya.
—No puedo. Empecé a llorar. —No.. yo no... no soy lo suficientemente fuerte. —Dije pasando mis manos por mi cara.
—Si que puedes. —Dijo acariciando mi cara. —Eres la persona más fuerte y valiente que conozco. Eres la persona que pudo con 10 cazadores y que soportó una viga en llamas para salvarme. Eres fuerte. Y tienes que. Por tu manada.
—Tienes razón, tengo que. —Dije respirando profundo y parando de llorar. Tengo que. — repetí bajo para mi misma.
—vas a estar bien. Con tu metabolismo en 6 horas habrás pasado la abstinencia.
—Por favor, quédate conmigo. —Noté un temblor y una súplica en mi voz. No me gusto. Yo no suplico, yo lo tengo.
—Voy a estar aquí hasta que te mejores. Soy doctor después de todo.
—Cierto. Doc. ¿Qué debo hacer?
—Para empezar voy a ir por agua para evitar deshidratación. Puedes tener náuseas y cambios de humor. Tu temperatura también puede variar. Avísame cualquier anomalía que sientas. —Dijo para luego bajar por agua.
Van a ser unas muy malas 6 horas.
(...)
Me incline sobre el cubo para vomitar de nuevo. Cuando me reincorpore en la cama me deje caer.
—me siento como mierda. —Dije cerrando los ojos.
—Así debería sentirse. —Dijo dándome una botella de medio litro de agua. —Tomala toda. No quiero que te deshidrates. —Me queje pero de todos modos me incorpore para tomar toda la botella. Apoyó el dorso de su mano en mi frente.
—Mierda, estas hirviendo. —Dijo para luego irse y reaparecen con un fuente con agua aparentemente fría y unas pequeñas toallas. Las mojo y puso una en mi frente. Me retorcí debido a que se sentia muy fria en mi piel. Luego puso una en cada una de mis muñecas ocasionando escalofríos. Luego quito la de mi frente y la fue aplicando con toquesitos. Moví mis dedos suavemente y vi pedacitos de hielo formarse. Me sonrió.

—¿Mejor? —Pregunté.

—Mejor. —Me sonrió. Nos quedamos en silencio unos minutos. Él seguía pasando la toalla por mi frente. Yo admiraba sus ojos. Eran tan claros. De un color azul verdoso. Se parecían al mar, pensé para mí misma. O quizás más a un lago donde la vegetación tiñe de verdad  el agua. Sí, sin duda sus ojos eran lagos.
—Eres tan bueno en esto. —En retrospectiva era un punto no solo redundante, si no tambien estupido. Isaac rio, probablemente sabiendo que no estaba en pleno uso de mis facultades.
—Estoy bastante seguro que es porque soy médico. —Dijo sonriendo en un tono irónico pero amable.
—¿Porque eres tan bueno conmigo? —Pregunté de verdad confundida. No sonaba muy correcto pero no tenía mucho control de mis palabras en el momento.
—Porque me importas. —Dijo muy tranquilo.
—¿Porque? —Seguí preguntando.
—Porque eres mi  amiga. —Dijo con una sonrisa en la voz.
—¿Solo amiga?—Suspiro, no como si lo estuviera cansando, más como si hubiera destapado una mentira, y ahora estuviera obligado a aceptar la verdad. Pareció meditarlo unos segundos.
—Eres alguien muy importante para mi. —Dijo finalmente.
—¿Porque, soy una total perra? —Pareció pensar sus palabras unos cuatro eternos segundos.
—Pero eres buena. Sé que lo eres. Desalmada, cegada por la ira, queriendo destruir todo, cuando yo la cague, tu me salvaste. Te quemaste, lo sufriste, para salvarme la vida. Eso demuestra que por más que actúes como una perra, como tu dices, aún eres buena. Yo lo sé. Lo puedo ver cuando cuidas a Jesse. O a cualquiera de la manada. Incluso más allá de ella. A mi. Por que te importamos. Porque lo que pase, a quien sea, te importa. Porque eres sin duda muy buena. —Sonreí y  él me devolvió la sonrisa.
—¿Te estoy cansado preguntando tanto, verdad? —Dije algo apenada. Rio muy suavemente.
—Yo nunca me canso de ti. Y nunca podría. —Dijo volviendo a dar los golpecitos frescos en mi frente que no sabía que se habían detenido. Sonreí genuinamente, saber que no le molestaba me hacía sentir bien de algún modo.

Union de manadas U.C.A#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora