Bruja curiosa

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...

¿Quieren ver como hago magia?

*Aparece capitulo nuevo*

*Desaparece de nuevo la autora*

¡¡¡Gracias por leer!!! XD

...

Dulce. Era la nota mayor del perfume que se respiraba en ese lugar de colores pastel.

De tapizado crema y dibujos hechos a mano de muñecas y mininos de ojos grandes y cristalinos. Mismos, que decoraban repisas, vitrinas de cristal y anchos libreros; como figuras de porcelana sobre mantelitos tejidos con agujas de gancho. Todo perfectamente iluminado por la luz de un nuevo día, que pronto se topó con el rostro durmiente de Arthur. Despertándole.

Abriendo los ojos, se dio cuenta primero de ese aroma dulzón que había reemplazado al húmedo y mohoso del bosque. Así como la sensación suave de las sábanas de algodón que estaba sobre sus manos vendadas. Esa fue la tercera cosa que notó. Sus vendas y curaciones por todo su cuerpo. Mirando sus manos, echó un vistazo bajo la sábana.

Sus ropas sucias habían sido cambiadas por limpias. Blancas y bombachas. Con listones perla que se ajustaba en los tobillos y las muñecas. Esas ropas, eran muy parecidas a las que usaban las muñecas, bajos sus vestidos. Pero eso era lo de menos. Lo que en verdad importaba era ¿En dónde estaba? ¿Quién lo había curado?

Arthur agachó la cabeza mientras se disponía a salir de la cama, comenzando a sentir lo resentido que estaba su cuerpo por el agotamiento y el dolor que había pasado.

-¿Que sucedió?-Se preguntó en voz baja.

Un recuerdo en rojo y gris fue lo que apareció. Sus hermanos...una bestia...

Arthur se llevó las manos al pecho. Su corazón había sido golpeado por el amargo recuerdo. Debía irse de ahí. Debía de buscar a sus hermanos y asegurarse que estuvieran bien.

Cuando la punta de sus pies tocó el piso pulido de madera clara, el rechinido de la puerta se escuchó.

-¡Oh! ¡Mi pequeño pastelito por fin despertaste!

Arthur vio aquel que entraba a la habitación con una bandeja de reluciente plata y juego de té listo para servirse.

-¿Como te sientes? Espero que mejor. Estaba tan preocupado ya que has dormido más de tres días seguidos.

Decía acercándose a la cama. Arthur lo contemplaba con cierto recelo. Y es que, aquel hombre de cabellos rosados, poseía un color extraño. Sus ojos, tenían un halo en su iris que mezclaba el azul con el rosa de forma casi imposible.

Notando enseguida el recelo del Arthur, el hombre río bajito y con un chasquido de sus dedos. La bandeja de plata se quedó suspendida en el aire mientras el susodicho tomaba asiento en una silla decorada con olanes que se había arrastrado hasta él sin hacer ruido, como si una fuerza invisible la hubiera movido.

-¿Desconfías de mí? No me sorprende. -Decía mientras movía de nuevo los dedos y un par de tazas eran servidas por manos inviables frente a un aturdido Arthur.-Déjame presentarme querido. Mi nombre es Oliver. Y este es mi humilde hogar. Te encontré en el bosque. Y me di la libertad de traerte aquí y curar tus heridas. Explicó con sencillez mientras una taza de porcelana flotaba hasta sus manos.-¡Uy! ¡Cereza! Me encanta la cereza.-Comentó para si cuando respiró el aroma del te.-¿Azúcar?

-Eres...¿un hechicero? -Cuestionó Arthur cuando su taza de té flotó hasta sus manos. La azucarera se había acercado también y Arthur negó con un bajito "No gracias".-Yo...

Cría de DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora