REENCUENTRO.
Ni por todo el oro del mundo, volvería a repetir mis vacaciones en Panamá, pensé. 11 horas de vuelo sobrepasaban con creces mi aguante en una butaca. Pero si decidía volver otra vez, desde luego lo haría con Air France, me sirvieron una copa de champagne antes de la comida, glamour lo de estos franceses.
¿Por qué me perdí en ese estirado país que a punto de partirse en dos aparece en el mapa. Mas que un país parece una abrazadera que sujeta Norteamérica y Sudamérica?
En fin, una vez tome tierra en Panamá City, al pasar el control de pasaportes me di cuenta lo lejos que estaba de la vieja EUROPA. Controladoras mulatas de más de 100 kgs y prominente fin de la espalda y con una mala leche rayando con la prepotencia que solo da un uniforme.
Esa era la realidad. Nada hacía presagiar que mis vacaciones fueran a ser lo maravillosas que siempre deseo antes de comenzarlas y casi nunca consigo.
Tomé un taxi, por llamarlo de algún modo, sin matricula ni cierre en las puertas ,que me llevó desde el Aeropuerto Internacional de TOCUMEN hasta el Aeropuerto de ALBROOK, que está situado junto al canal de PANAMA y la antigua zona de administración norteamericana, allí estaba la Escuela de las Américas, donde se formaban los dictadores que debían parar la influencia comunista en Iberoamérica, ahora, tras la salida Norteamericana los Panameños lo usaban para vuelos internos del país.
Mi destino: BOCAS DEL TORO, una provincia limítrofe con COSTA RICA y que la forman un grupo de hermosas islas en el mar Caribe.
El pequeño avión de hélices, despertó en mi cierto grado de nerviosismo, no sé si es este país se toman en serio lo de la itv en los aviones, pero cuando comenzó a rodar por la pista hasta alcanzar la velocidad de despegue y los asientos vibraban como si fuesen a desmontarse pensé en todo lo que me había traído hasta aquí. La añoranza de Marta.
Venía a reunirme con ella que estaba en BOCAS, más de una década.
Y aunque todos sus conocidos , le hubieran dicho, yo incluido, que era una locura abandonarlo todo en España y partir a un lugar tan alejado , ella no había cejado en su empeño , su necesidad de comenzar de nuevo en un lugar donde nadie te conoce y por tanto no te juzga, era lo más importante .
La muerte de su hijo, por sobredosis, quebró su espíritu, se sentía sin fuerzas y ello llevó a su alejamiento de Miguel. Los últimos tiempos en que estuvieron juntos no se hablaban no se miraban, nada se reprochaban, simplemente un día se fue.
El avión, tomo tierra en una pequeña pista rodeada de palmeras y con un único y pequeño edificio blanco que era la terminal. Allí estaba ella, esperándome. Casi no la reconocí, los años trascurridos la habían cambiado. Pantalón cortó, botas de campo, camisa de algodón y un panamá en su cabeza para protegerse del sol tropical. Lo que sí había cambiado era su sonrisa, nada que ver con la Marta, apesadumbrada que vi por última vez.
Nos abrazamos en silencio, note que temblaba y pensé que era la emoción del reencuentro, los años en que no nos veíamos .Cuantos recuerdos me evocaron tiempos pasados.
Me llevó a su casa, una pequeña residencia junto al mar. Era muy colorida y alegre, muy caribeña diría yo, estaba pintada en amarillo y disponía de un pequeño muelle, donde reposaba una embarcación a motor. Según me explicó era más común disponer de barca que de coche en este lugar. Las carreteras son pocas y malas y al ser un archipiélago, con múltiples islitas y callos la barca era más útil.
Salimos a comer, pescado muy fresco, acompañado de arroz, frijoles y patacones (banana frita), después un buen café y desde luego una conversación.
Era esquiva, al principio temía que le hablara de Miguel y de su pasado, pero nada más lejos de mi intención, venía dispuesto a disfrutar de su compañía y del Caribe.
-La decisión era definitiva, no voy a volver a España, me espetó de sopetón.
No sé por qué dices eso, le contesté, sólo estoy de visita a una amiga, no he venido hasta aquí más que para disfrutar, no soy quién para decirte que hacer, ya somos mayores, no crees?
-Si, desde luego, perdona pero quiero dejarlo claro. Aquí he encontrado un nuevo sentido a mi vida, la soledad ,el contacto con la naturaleza, con gente sencilla, que con poco es feliz y con mi barca que alquilo a turistas yanquis me apaño. Aquí no hay sueños de futuro, solo el día a día y estar en paz contigo misma.
Nos mantuvimos en silencio un largo rato, mirando el mar y el dulce movimiento de las palmeras, el sol estaba en lo alto, con toda su fuerza, de pronto me levanté me acerqué a ella y la besé.
No apartó sus labios, la miré, me miró y callamos.
Desde ese momento, supe que jamás me iría de allí.