Carta a un amor imposible

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Hola! Esto solo es algo que necesitaba hacer y, no sé si tan siquiera pueda ayudar a alguien, pero tal vez sí se sientan identificados. No sé si lo correcto sería llamarlo carta o cualquier otra cosa, pero me gustó el título jajaja :P

Bueno, lean y comenten si alguna vez les ha pasado algo así o no sé cualquier cosa que quieran compartir. Besos <3

No sé si alguna vez os ha pasado eso de querer a alguien y estar totalmente seguro de que esa persona también te quiere a ti, pero que a pesar de eso estés lleno de dudas por el mismo motivo.

Te sientes seguro y a la vez desprotegido, débil y a la vez fuerte, puedes con todo y, finalmente, acabas perdiendo siempre.

Él o ella no es una persona perfecta y lo sabes, pero aún así para ti cada detalle que convierte a esa persona en un ser único y especial es perfecto de igual modo, a pesar de no serlo. Y te sientes poca cosa, diminuto en una ciudad, en un país, en un mundo lleno de personas mejores que tú que él o ella podría elegir antes que a ti.

Tenéis peleas por tonterías, incluso sin ser nada, y cuando no os habláis en un día ya sientes que te falta algo. Sientes celos de todo y sabes que la otra persona también los sientes, pero los dos os hacéis los fuertes y, entonces, en tu interior sabes que está pasando por lo mismo que tú, pero como te sientes tan diminuto y poca cosa piensas que solo tu sufres, que solo tu sientes algo.

Y entonces llega el día, ese día en el que la discusión es tan fuerte y el orgullo tan grande, que los dos salís heridos y ninguno pide perdón primero. Es ahí cuando se acaban las conversaciones diarias interminables, las miradas, las sonrisas, los abrazos, las discusiones tontas… es en ese momento cuando te das cuenta de que nunca realmente fuisteis nada, queriendo serlo todo. Caes y te das de lleno con la realidad: no más conversaciones, no más miradas, no más sonrisas. Y ya ni siquiera le diriges una mirada, porque estás dolido y porque, si lo miras, aún duele más. Es una sensación horrible en el pecho, un vacío que duele, que te roba el aliento.

Piensas en hablarle, pero “para qué”, te preguntas, “si parece que está muy bien sin mí, que no me extraña”. Y por tu mente pasan todos los momentos buenos, los que te hicieron quererle, y te decides a hablarle, pero entonces llega a tu mente ese día en el que todo cambió. Ese día que te hizo tanto daño te hace dejar el teléfono a un lado y respirar hondo mientras te repites que estás mejor sin esa persona, que ya encontrarás a alguien mucho mejor. Te dices: “lo olvidaré algún día”. “La distancia hace el olvido” y “El tiempo lo cura todo” se convierten en tu modo de vida. Y entonces pasa un mes, dos, tres, cuatro, cinco… y te sientes como si hubiera pasado ayer. En todos esos meses lo has superado tres veces y has recaído cinco. Intentabas mantener tu cabeza ocupada en otras cosas, pero cuando esas cosas que ocupaban tu tiempo y tu mente se acaban los recuerdos vuelven. Porque no puedes borrar a una persona de tu vida de un día para otro, y mucho menos a una que quisiste de ese modo, no a él, imposible.

Y en todo ese tiempo lloras, te deprimes, no quieres salir de casa, las parejas felices te humedecen los ojos y cada cosa que ves te recuerda a esa persona. Intentas no frecuentar aquellos lugares a los que siempre ibais juntos porque duele mirarlos, duele acordarse. Has cambiado de compañías y vas por otros lugares, sí, pero siempre esperas encontrarlo al girar una esquina. Pero no, no está, y no va a estar nunca más porque todo ha terminado.

Al igual que durante la relación (si es que se le puede llamar así), te preguntas si él o ella sentirá lo mismo que tú en este momento, pero te llamas tonto a ti mismo por solo pensar un segundo que ese ser tan superior a ti pudiera tener esa clase de sentimientos por ti. Seguramente ya te habrá superado.

Te consuelas en el destino, en que en un futuro os volveréis a encontrar y entonces surgirá algo de nuevo, aunque sabes que eso no pasará. “Te enamorarás otra vez”, te dicen, pero un minuto te parece una hora y una hora un día. Quieres una fórmula mágica que te haga olvidar todo, pero también una que haga que os encontréis de nuevo. No sales del agujero.

Y puede que esta pequeña historia debiera terminar con algo como “tranquilo, es cierto que la distancia hace el olvido” o “cuando menos te lo esperes aparecerá una persona que te hará olvidar”, la verdad es que no es así. Porque, a pesar de que puedas enamorarte muchas veces más, si ese amor es verdadero, lo querrás toda la vida, siempre tendrás cariño a esa persona. Siempre estará en tu mente y en tu corazón. Y no, no es algo malo a pesar de que hoy duela, porque aquel sentimiento y ese dolor que sientes ahora te hacen ser lo que eres hoy.

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