T3. Episodio 4, parte 2

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El único que se había quedado en Baker Street, era Sherlock, y por la simple razón de que ir a la casa de sus padres o su hermano sería peor. No tenía idea de donde estaba John, pero tampoco le importaba. Estaba furioso. No entendía por qué habían hecho eso. La Sra. Hudson subió.
- ¿Qué fue lo que pasó entre ustedes? Siempre fueron tan unidos...
-Traición. Eso fue lo que pasó. - Sherlock tomó una jeringa y fue a buscar algo que lo hiciera sentir mejor,

Rosie lloraba en la cama mientras Molly le acariciaba el cabello. La niña le había contado lo que había pasado y Molly no lo podía creer.

-No te sientas mal. Todo se va a solucionar.

- ¿Solucionar? Ni siquiera pienso hablar con la zorra de Amelie.

-Debe haber una explicación para lo que hizo.

-Y que me importa si la tiene. ¿Qué me va a decir? ¿Qué alguien la obligó?

-No sabes, Rosie. Quizás sería mejor saber su historia antes de juzgarla

- ¡Se cogió a mi papá! ¡Un hombre que está casado con su propio padre!

-No lo sé- Se rindió Molly- Voy a preparar algo para cenar.

-No tengo hambre. -Declaró Rosie y se volvió a acostar

En la casa del detective inspector, se encontraba John comiendo con una cerveza. Lestrade no le preguntó qué fue lo que pasó, pero imaginó que era algo muy malo. John comía con expresión cansada y por dentro se sentía vacío y sucio. ¿Cómo, el gran Sherlock Holmes no se había dado cuenta de que el video era una farsa? Abrió la heladera, agarró otra cerveza y se volvió a sentar para tomarla de un sorbo.

Mientras, en la casa de Julie, Amelie observaba el techo de la habitación de invitados. Ni siquiera se dio cuenta de que Julie y su madre la observaban. En la mente de la joven, sucedían las escenas pasadas una y otra vez. Un bucle de sucesos dolorosos. Cuando las dueñas de la casa se fueron, Amelie tomó una tijera del cajón y comenzó a cortar.

Dos semanas habían pasado de la misma trágica manera. Cada uno en casas diferentes, sin querer saber cómo estaba el otro. Aunque no se hablaran, todos sentían un vacío en su corazón, que los ponía a hacer cosas terribles.
Justo en el día que se cumplían las dos semanas de separación, Julie y su madre salieron, dejando a una Amelie casi muda sola en la casa. La joven aguardó unos minutos para cerciorarse de que ya no se encontraba nadie en casa. Se dirigió al baño del cuarto de invitados. Se quitó la ropa y se metió en la ducha. No se acordaba cuando fue la última vez que se había bañado.
Comenzó con el shampoo, lo enjuagó. Cuando estaba por agarrar el jabón, vio algo. Inmediatamente, su cerebro recordó todas sus miserias. No solo lo de hace dos semanas, sino desde el comienzo: Esos 3 años en la que la maltrataron, las noches solitarias en el orfanato y la partida de Jeremy y Lucy; todas las veces en las que estuvo cerca de la muerte o gente querida. Recordó todos los sucesos largos y dolorosos, por los que una niña de su edad no debería pasar. Es por eso que se dispuso a usar la hoja de afeitar.
En su abdomen se podían apreciar marcas de cortes. Pero lo que iba a hacer ahora le dolería, aunque no por mucho tiempo. Cortó primero su mano izquierda, dos veces para luego pasar a la derecha, dos veces. La ducha estaba abierta y la sangre manchaba el agua de rojo claro.
Un par de cortes más y Amelie no volvería a sufrir. Cuando estaba por cortar su muñeca izquierda otra vez, algo la detuvo. Era Rosie ¿Qué es lo que pasaría con ella cuando Amelie la abandone? Sentiría lo mismo como cuando Amelie fingió su muerte. Esta vez sería permanente. No regresaría ni una semana ni dos años después.
No. No podía. No podía dejar a Rosie sola. Dejó la hoja de afeitar y aunque doliera, lavó sus muñecas con jabón. Se terminó de bañar y salió.

Julie y su madre regresaron dos horas después. Por supuesto Amelie no les contó nada. Comía una naranja en la cocina, con una remera de mangas largas que le tapaba las heridas.

Sherlock 2 : Las Historias De Amelie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora