Heartbroken Chocolatier -One-Shot [JJ Project/Bnior]

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En la chocolatería Jaebeom preparaba sus productos para la gran cantidad de clientes que esperaba, después de todo era San Valentín. Las chicas y las parejas buscan hermosos bombones para darles a sus enamorados, era feliz viendo como sus bombones de corazones con diversos rellenos salían de las vitrinas para entrar en pequeñas y llamativas cajas que se cerraban con cintas de colores a juegos.

Por otra parte, él era un amargado que no creía en el amor, claro después de que su corazón había sido constantemente roto por sus exnovios, no quedaba ni un rastro de esperanza para enamorarse y menos en aquellas fechas, así simplemente se dedicaba a observar a las parejas, imaginando como estas discutirían por alguna estupidez y terminarían al día siguiente borrando y odiando cada recuerdo que tan felices les hacían cuando estaban juntos.

Así pasó su tarde por lo menos podía estar tras la ventanilla y no atendiendo a aquellas parejas felices, podía centrarse en su único amor, el chocolate y las diferentes formas en las que aquel dulce bocado acompañaba a sus clientes. Aun así, a momentos debía salir de su refugio y surtir sus vitrinas con sus creaciones, pero lo que apareció ante sus ojos fue lo que menos había esperado aquellos años en los que estuvo perfeccionándose en el extranjero y en el par de meses que llevaba en aquella chocolatería.

Jinyoung estaba de pie frente a él con aquella hermosa sonrisa en sus rosados y abultados labios, sus perfectos y blancos dientes, su mirada entrecerrada admirando los bombones frente a él. Pero ¿qué se suponía que hacía en una chocolatería?, él no disfrutaba de los chocolates, fue bastante claro al momento en que Jaebeom le ofreció sus primeros bombones durante la preparatoria y fue rotundamente rechazado y sus bombones devueltos a sus manos junto a un "Lo siento, no me gusta el chocolate", además lo ultimó que supo de él, fue que se había ido al extranjero junto a su novio. Todo era confuso y en parte doloroso, claro aquel pelinegro, actual castaño fue su primer amor, y el primer hombre que aplasto sin piedad su corazón, era obvio que dolería.

—Ha pasado un tiempo desde que nos vimos —dijo el hombre mientras tomaba su pedido desde la vendedora.

Jaebeom pensó que no dirigía sus palabras a él, pero ¿Quién más conocería a aquel hombre?, sus compañeros eran realmente menores por unos tres o cuatro años, y ciertamente sus círculos de amigos no mantenían un Park Jinyoung en ellos. Así que aquellas palabras eran dirigidas a él.

—Supongo —respondió ásperamente antes de mirar atrás a la sala de producción donde un vidrio dejaba ver como el par de chicos trabajaba el chocolate, necesitaba que lo llamaran para continuar trabajando y abandonar la incomoda charla que se presentaba.

—Creo que estás ocupado.

El pelinegro notó como la sonrisa del hombre disminuyó y su mirada bajó un poco, y él deseó confirmar sus palabras, volver al trabajo y olvidarse de aquella visita, pero su estúpida boca reaccionó por si sola.

—No de todo, ¿Quieres hablar? —y allí su corazón se aceleró, los ojos del castaño brillaron y la ilusión se vio reflejada en ellos.

—Realmente me gustaría, al igual que probar estos bombones. —rió, esa maldita risa con la cual Jaebeom cayó hace años y al parecer no había dejado de tener aquel efecto en él.

—Ve al segundo piso, llevare café.

¿Acaso era el idiota más grande?, no podía estar accediendo al encuentro, no podía por el trabajo pendiente, y no podía por el maldito recuerdo de que ese hombre prácticamente lo obligó a irse para hacer aquellos bombones.

No tardó mucho en aparecer con una bandeja donde dos pequeñas tazas de café y un par de dulces se acomodaron en frente de Jinyoung. Y entonces nuevamente Jaebeom odió al destino, era realmente una puta con él aquel día, por que era obvio que Jinyoung no recordaría aquellos cuatro bombones donde entrego su corazón hace seis años, ¿Entonces qué hacían ellos dentro de la pequeña caja que el hombre había comprado?, era imposible que los recordara, si los vio un par de segundos antes de devolverlos a sus manos y caminar lejos de su abatido y miserable ser.