Una brisa agitaba el primero de los cerezos, las ramas bailando junto al viento me persuadian con su encanto. Los pétalos rosados flotaban a la deriva del riachuelo al que paseaba yo todos los días, tan temprano que sólo escuchaba el silbido del viento y el cantar de los pájaros escondidos en la maleza.
Ese día desperté, como siempre, antes de que sonara el despertador, abriendo el ojo izquierdo y cerrando el derecho con fuerza, y seguidamente estirando el cuerpo con las sábanas por encima mío. Descabellado, empezó a salpicarme el agua en la cara para poder despertarme. El pasillo de madera, toca mis pies y siento el frescor que desprendía esa moqueta mojada por la humedad de la maña.
Mi desayuno consistía, en poco más más que un cuenco de arroz y verduras salteadas con un poco de soja. Si ese día tenía suerte un poco de babambu tierno en salmuera derretida mi paladar y me sacaba una sonrisa.
No más de quince minutos tardaba en comer, y no más de cinco tardaba en vestirme y salir de casa para coger la bicicleta y dirigirme a la orilla del río donde normalmente lanzaba un par de piedras. Contaba los saltos que hacía y me sentaba a leer esa novela que tanto me fascinaba.
Mientras estaba tumbado en el césped leyendo, se me iban cayendo los párpados, poco a poco, esa brisa suave, cálida, me adormecia y notaba como mi cuerpo pesaba más y más como una carga pesada que aliviaba su peso encima de ese césped esponjoso, mientras las nubes se movían rápido, e intercalaban sombras y destellos de sol sobre mi cara.
No tarde mucho en dormirme, al fin y al cabo poca gente se podría resistir a eso.
Una vibración me despertó, procedía de mi bolsillo derecho del pantalón, era un mensaje de Kaori. Antes de ni siquiera ver el mensaje miré la hora de mi reloj, eran las diez y cuarto y llegaba tarde a clase, mi mente decía que con la bici no llegaría a tiempo para la clase de química, así que decidí sacrificar cinco minutos de mi tiempo a coger la moto de mi casa y así ganar diez minutos muy preciados para llegar a tiempo, pero en la carrera, una llamada me freno en seco, era Kaori otra vez. Mientras sostenía moto en mano decidí descolgar el teléfono y responder:
Yo- Di-dime Kaori que quieres ahora (con voz cansada)
Kaori- Souma creo que tienes que saber una cosa muy importante... (preucupada)
Yo- no tengo tiempo ahora mismo, te te importa si te llamo más tarde, ahora no puedo, llego tarde a clase, si eso nos vemos allí!!
Kaori- vale...
Diez minutos más tarde llegué a lo que nunca nunca en mi vida me hubiera imaginado...
A lo lejos, mientras me acercaba más y más a la escuela, empecé a percatarme de que algo iba mal, muchas luces azules, sirenas por todas partes, coches de bomberos y agentes de las fuerzas especiales rodeando el edificio. En ese momento entré en pánico acelere con mi moto para llegar antes, y cuando estaba cerca lanze la moto hacia el arcén y me acerque, mientras corría torpemente entre el asfalto. Lo primero que le pregunte al primer agente de policía que vi, era sobre que había sucedido. Solo pronunció dos palabras, "un incendio". En ese momento no dude en cojer el móvil y llamar a Kaori, pero no respondía, lo intenté varias veces pero no recibía respuesta. Mi corazón prácticamente dejó de latir, como si se parase el tiempo notaba el sudor frío que bajaba por los lados de mi frente, una fuerte presión en el pecho se apoderaba de mi. De golpe un bombardeo de preguntas inundó mi mente "¿y Kaori?" "¿en qué zona se ha producido el incendio?" "¿qué está pasando?". De un momento a otro el tiempo volvió a transcurrir con normalidad y reaccione, le pregunté al agente que donde se había producido el incendio y me dijo que desde el aula A4 al segundo piso del aula E2. Mi aula estaba en ese pasillo... Me derrumbe, me fallaron las rodillas, no notaba las piernas y los ojos se me nublaron, el corazón me iba a mil y notaba el gran peso de la impotència encima mía...
CONTINUARÁ...