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- Mi niño... ¿Estás seguro de que todo estará bien?

Yoongi sonrió levemente sin poder evitarlo, asintiendo al ver a su madre tan preocupada mientras el chófer bajaba sus maletas para llevarlas hasta el ascensor. Era una calle amplia, cerrada al cielo por los árboles que habían plantado, y que con el sol alzándose a aquella hora de la mañana le daba un aspecto hermoso a aquellos modernos edificios de no más de cuatro pisos pese a estar rodeados por el ajetreo de la ciudad.

- Estaré bien, madre. Os iré llamando y enviando mensajes para que estéis tranquilos.

Justo en ese instante pudo ver como su padre salía finalmente del coche para revolverle con suavidad el cabello.

- Yoongi ya es mayor para cuidarse solo. Se que lo hará bien.

- Gracias padre.

Este sonrió con dulzura, y finalmente le tendió una pequeña caja para su sorpresa, perfectamente envuelta en papel de regalo. Dudó unos segundos, pero finalmente se decidió a abrirlo. Era un teléfono nuevo, el último que había salido al mercado. Y al verlo los ojos de Yoongi brillaron por la emoción sin poder creerlo, y enseguida se lanzó a los brazos de sus padres, los cuales devolvieron el abrazo felices.

- ¡Gracias! ¡En cuanto instale todo en el piso pienso pasar todo al nuevo teléfono y os enviaré una fotografía!

Ambos asintieron, y tras una larga despedida en especial por parte de su madre, finalmente Yoongi pudo subir al ascensor y quedarse solo con sus maletas. Se sentía nervioso y emocionado al mismo tiempo. Era la primera vez que iba a vivir solo. Finalmente llegó al tercer piso, en donde había un largo pasillo con dos elegantes puertas, una frente a la otra. La suya era la de la derecha. Arrastró las maletas, y finalmente abrió las puertas de su nueva casa, y una sonrisa tonta se grabó en su rostro. Era un piso grande, con el mobiliario ya colocado de semanas atrás. Yoongi apenas había participado en la mudanza más que para decir dónde quería que estuvieran colocados los muebles, pero en aquel instante, sin nadie más en aquel lugar, este parecía mucho más grande, más tranquilo. Cerró la puerta tras de sí, observando con curiosidad cada habitación. Sin duda era grande para una sola persona. Dos habitaciones cada una con cuarto-armario, una cocina de buen tamaño con un cuarto despensa, un baño con bañera y ducha, y un salón donde seguramente podría hacer una buena fiesta. No tardó en elegir la habitación, la que se encontraba con vistas a la calle exterior, pues la otra tenía vistas a un callejón adyacente, y por ende no entraba bien la luz del sol. Se puso música, y canturreando comenzó a guardar la ropa tranquilamente. Luego colocó su ordenador y tablet, y organizó del todo su mesa del estudio junto con sus libros de la universidad. No había tardado tanto como pensaba, tan solo hora y media. Sonrió orgulloso, y envió una fotografía a sus padres, los cuales enseguida le felicitaron. Pero justo en ese instante pudo escuchar como llamaban al timbre. Desconocía quién podía ser, pero finalmente se colocó rápidamente el cabello para correr a la entrada. Y para su sorpresa allí habían dos jóvenes que parecían ser de su edad, ambos de la misma altura, uno con el cabello teñido de rubio cenizo y con una característica sonrisa cuadrada, y otro de cabello castaño que sonreía amablemente, con un taper entre las manos.

- Buenos días - saludó el castaño alegremente, mostrando la puerta tras él - Somos tus vecinos. Yo soy Jeon Jungkook.

- Y yo Kim Taehyung - continuó el otro con una agradable voz grave y su sonrisa - Esperamos no molestar, pero al oír que el nuevo vecino ya estaba aquí no nos pudimos resistir a pasar a saludar.

- Encantado de conoceros, soy Min Yoongi - se presentó feliz de tener vecinos de su edad, cosa que en verdad era de esperarse al haber varias universidades cerca, y finalmente se apartó para dejarles paso - Pasad, pasad. Tengo algunos refrescos en la nevera, aunque aún tengo que ir a comprar comida.

De Jimin Para Yoongi {{Terminada}}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora