Hay un rosal ignorado en la puerta de su pecho,
Con espinas como espadas salvaguardando la entrada.
Producto de un amor caducado; víctima del despecho:
La dulce niña murió cuando una vez más, fue brutalmente burlada.
Decepción sempiterna desencadenada en lágrimas,
Aislamiento premeditado, para cargar su luto en privado.
Comprometió antipatía a quien actualmente la lastima,
Y proclamó su corazón en otro intervalo, un paraíso clausurado.
